-Quiero que todo el muera-
Quiero que todo el mundo muera, para así ser feliz
No es que sea mala persona, o tal vez sí
Y sé que voy a extrañarlos mucho, o tal vez no
Pero se, que así
Por fin, podré ser feliz.
Quiero que todo el mundo muera, y por fin podré descansar
Ya no habrá que preocuparse por los demás
Los que me critican o los que me necesitan se irán
Y así, por fin, yo podré ser feliz.
Sé que es egoísta, sí
Pero al final, cuando todos mueran
No habrá persona que me critique más
Y lo que yo quiera se hará
Y por lo tanto yo seré feliz.
Al final, si descubro cual es mi infelicidad
Y resulta ser la soledad…
Bueno, habré aprendido algo más
Y por consecuencia, yo voy a ser feliz.
-La llamada-
Recibo la llamada del futuro y no respondo
Aún no hago las paces con el pasado
¿Cómo puedo seguir sin saber quién soy?
¿Cómo puedo responder si no sé a dónde voy?
El teléfono sigue sonando, ahora es el presente
Quien llama imprudente
¿Le respondo? ¿Qué le digo?
¿Le digo que estoy listo para el camino?
¿Le miento respecto al sentir?
Dejo que suene sin más
Dejo que el tiempo avance así nada más.
El tiempo pasa más rápido que antes
La vida se va sin sentir nada más
Ahora estoy en un limbo temporal
Dónde mis decisiones me atormentan
De pronto el futuro es hoy
El presente es el ayer
Y yo sigo siendo el mismo
Un niño perdido en el abismo
Sin pasado, presente y con un futuro acortado.
Pienso y reflexiono
Debí contestar esa llamada
Debí afrontar lo que me esperaba
Y ahora, nada soy, a ningún lado voy.
Sólo me queda el presente vacío
Y un pasado que sigue sin hablarme
Sólo soy la sombra de lo que debí ser.
-La marca de tus ojos-
El amor, un reflejo humano del alma
Un momento que la vida cambia
Que a veces se pierde en la nada
Cuando uno no descubre esa mirada.
En los ojos de tu pareja algo aguarda
Un espejo de su ser, un imán para la sonrisa
Todo puede mentir, menos esa marca
La que se torna amarga y a veces sangra.
El corazón late y a veces se para
El cerebro razona, piensa y luego cambia
Las manos sudan y tiemblan de amor, pero se calman
La respiración se agita, se va un instante pero se tranquiliza.
Y, aunque esa mirada a veces duela
Siempre que la observes y veas
La marca de sus ojos, el signo de que te ama
No importa cuando sangre, no importa cuánto arda.
La marca de sus ojos te aguarda
Pues es tuya hasta que parta
No se borra jamás
No miente y sólo tú la podrás mirar.
Signo universal
De un amor sin igual
Elemento especial
Puro y trascendental.
-El increíble cuento del más allá-
Senderos oscuros recorren sus umbrales
Voces marginales gritan y se lamentan
La oscuridad reina, estamos en sus fauces
El retorno desaparece, el miedo se incrementa.
Ángeles oscuros merodean cada árbol
Me observan, me acechan, me vigilan
La vida en mi se aleja, la muerte me asimila
Y mi nombre brilla, en mi descanso de mármol.
Ya no pertenezco allá arriba
Ahora debo recorrer esta colina
Negra como mis actos, fría como mi aliento
Solo como el fin de mis días.
La tierra de los muertos vislumbro
Mi nuevo hogar, pueblo ancestral
Alguien me vigila, ser espectral
Me da la bienvenida, no me acostumbro.
Sus rostros no muestran
Su acento me cuesta
Finos trajes utilizan
Máscaras de mármol muestran.
Me toman de la mano, me guían
El pueblo lúgubre se asoma
Las colinas eternas lo rodean
Los habitantes muertos y sin rostro me toman.
Mi cara pálida y huesuda se muestra
Reniego a mi nueva apariencia
El gobernante del lugar me reconforta
Me ofrece su mano, me sentencia.
Aquí podrás vivir, me dice
Hay que dejar atrás tu apariencia
Adopta la máscara, me insiste
Termina con tu inocencia.
Entre más me convencen, mas veo su realidad
Sus máscaras, antes pulcras se parten
Seres monstruosos con vanidad
Se esconden de mí, para que no me espanten.
No tengo más por que vivir
Mi hogar debo seguir
El pueblo de los muertos es donde pertenezco
Mi máscara uso con recelo.
Y así, la muerte abrazo para mí
Ser sin cuerpo y alma me convierto
Y la oscuridad alimento
El más allá es donde pertenezco.
-Réquiem Ad Astra-
En el crepúsculo de los dioses se escribe
El eterno descanso, de las luces celestiales
Entre templos y escrituras se exhibe
El fin de las estrellas itinerantes.
Destellos astrales se apagan
Junto a los dioses que hemos creado
Descansan ya en el cementerio olvidado
Dónde yacen almas que sus pecados pagan.
Ángeles fuimos
La oscuridad vencimos
Pero la soledad nos comió
Y desde el cielo él sonrió.
Ahora que los despedimos
Sabemos que ya están contigo
Sin saber si es bueno o malo
Simplemente es lo necesario.
Las riquezas y templos colapsan
Todo queda en silencio, mientras avanzan
Bóvedas celestiales se extinguen
Cómo las escrituras antiguas distinguen.
El cosmos anuncia su recorrido
Señor de la noche, logra tu cometido
Y que todos tus feligreses
Rindan tributo a aquellas almas felices.
En el Olimpo de la vida, te rendimos pleitesías
Escucha las plegarías, ¡Oh! mi querido mesías
Que su descanso sea en paz
Que su recuerdo no muera jamás.
La perpetuidad los acompañe
La piedad los aguarde
Que su nombre resuene sin parar
En el infinito que es su nuevo hogar.
Señor, ven y dales descanso
Perpetuidad, amor y un abrazo
Para que su viaje sea placentero
Y su luz no quede en cero.
El recorrido final comienza
Cuando se acepta la mortalidad
Y las estrellas con vergüenza
Se apagan y pierden su amabilidad.
Absolución a estas almas viajeras
Reyes celestiales, ahora sin tierras
Darles descanso perpetuo
Y cólmalas de reconocimiento eterno.
Edgar Caballero Gutiérrez (11 de octubre de 1987). Formación académica; Carrera intensiva de cinematografía (2012); Licenciatura en Bibliotecología y Estudios de la Información, UNAM (2015-); curso en línea de Guión de Largometraje impartido por Filmadores (2020); Introducción al guionismo en Tutellus (2020).
Cómo escritor ha participado en el 1er. Concurso de Filocalaveritas 2017, obteniendo el tercer lugar por la obra “La UNAM trasciende fronteras”. Participó en el proyecto “¿En qué piensas cuando miras al cielo? En 2017. Participación en el Concurso Timón de Oro 2017.