Vaticinio

Foto mia de Libertad Villarreal

Por José Luis Domínguez

Foto mia de Libertad Villarreal

 

Se desata la cónica metralla en el taller mecánico en ciudad Juárez,

la multiplicidad lacónica de la ojiva ojete.

Nueve gramos de plomo en la nuca de un hombre bastan,

replican entre dientes y a escondidas los bastardos.

Ni el dueño, ni sus tres empleados, quisieron pagar la cuota y ahora están bien muertos,

se lee la nota roja en los periódicos,

y ni siquiera aprendieron a bailar claqué;

nunca fueron a Québec, mucho menos a Francia,

no vieron bailar a Fred Astaire en el cinematógrafo,

ni escucharon cantar a Edith Piaf en un disco digital.

No les gustaba el jazz, pobres,

eran simplemente unos mecánicos demasiado mecánicos.

De todas las armas del arsenal ruso tan vasto

-sigue diciendo la nota-

ninguna proporciona más ganancias que el avtomat kalashnikov

modelo mil novecientos cuarenta y siete,

el mejor conocido como cuerno de chivo.

Más de cien millones de unidades vendidas alrededor del mundo

y un premio de récord Guinnes corrobóranlo.

Duermo muy bien.

Los políticos son los culpables verdaderos por no saber llegar a acuerdos

y por usar como un recurso último y muy efectivo la violencia,

declaró en el dos mil siete Mijaíl Kalashnikov.

Por dondequiera surgen las señales de los virulentos

                                     lentos

                                                        rescoldos

del antiguo germen del germano,

ese fascismo que fascina al ismo,

que subyuga a los espíritus más simples, a los más primitivos,

a los espíritus que no pueden casi ya presumir que son espíritus

y que nacieron con la herencia infausta de su propio infierno.

Antes tenía la palabra el camarada máuser,

pero ahora el rifle de asalto más popular del mundo es el kalashnikov,

un arma que los guerrilleros aman

y que los sicarios idolatran, cargan y disparan;

una sencilla y elegante mezcla de cuatro kilogramos de acero forjado y contrachapado a la antigua.

Aunque hay sus excepciones a la regla, como en casi todo:

Un fusil de asalto que formaba parte de la colección privada de Sadam Hussein,

allá en Irak en el dos mil tres,

resplandecía de oro,

ahora ya se encuentra en el vasto territorio del imperio mejor conocido como yu es ei.

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Para qué entonces darle tanto vuelo a la ele hilarante,

al hilo y a la hilacha,

al hacha y a la hache sorda y muda,

cuando los negocios turbios son los que causan más disturbios,

en esta nueva época de Cloto, Atropos y Láquesis.

Aunque a veces son los tragos

los que causan más estragos.

Un hombre,

casi un mozalbete,

armado con un cuerno de chivo,

ingresó

esta madrugada de sábado tres de junio del dos mil diecisiete,

al bar Chicho´s,

ubicado entre las calles Segunda y Cuarta,

por la avenida Miguel Hidalgo,

en el mero corazón del municipio de Cuauhtémoc. Chihuahua, México,

y comenzó a disparar en abanico,

asesinando a seis personas e hiriendo a más de veinte,

la mayoría de ellas, jóvenes,

huyendo luego del lugar a bordo de un automotor marca Malibú.

En la madrugada,

fue exitoso fatalmente el madruguete,

y sin cantar falsete,

antes de refugiarse, el móndrigo,

en su oscura madriguera,

reza el que quiso hacer un trabalenguas y se quedó en una simple aliteración.

Piedra metálica informó que Fuentes internas de la Fiscalía, señalan la hipótesis de que con el objetivo de eliminar este punto de venta de drogas, integrantes del cártel contrario decidieron realizar esta multi-ejecución.

Más de un cuarto de millón de seres humanos

mueren cada año bajo la metralla del kalashnikov.

Qué remedio,

esta vida sólo a tragos,

a trasgos.

Antes tenía la palabra el camarada máuser,

pero el a-ka cuarenta y siete es el último grito de la moda:

no se rompe,

                       no se atasca,

                                                   no se sobrecalienta.

Disparará estando bajo el lodo, 

disparará bajo una tormenta de arena,

disparará bajo el agua,

disparará, disparará, disparará.

Disparará siempre por lo bajo,

porque lo bajo es lo que más lo caracteriza.

Su mecanismo es tan sencillo,

que un niño africano de tan sólo diez años, por ejemplo,

quien dispara su a- ka cuarenta y siete

y luego tranquilamente se come sus copos de sémola de maíz tostados

con plátano macho, azúcar mascabada y leche de cabra,

se convierte, literalmente, y por la vía de la sangre ajena derramada,

en un auténtico asesino cereal.

Y sigue, de rama en rama, la derrama de graznidos de un cuervo enseñoreándose sobre el país,

este país que sigue en ruinas en manos de los ruines

que siempre han codiciado el códice y el codicilo,

que ahogaron de manera impune la revolución cuando apenas iba a florecer,

los ruines que se escudan bajo los nombres de dos partidos

que están partidos porque no reparten

lo que le corresponde a cada mexicano,

y nos tienen sumergidos en la inequidad de tanta iniquidad,

por los siglos de los siglos de estas siglas: de i a zeta, pe erre i y pe a ene.

Antes tenía la palabra el camarada máuser,

pero al rifle de asalto a ka cuarenta y siete

los soviéticos lo han puesto en una de sus monedas,

y aparece en los escudos de Burkina Faso y Timor Oriental;

y Mozambique,

la que, como casi toda África, pobre,

también se ha ido a pique,

lo lleva en su bandera como un prístino símbolo de su poder,

incluso,

en algunos estados de esa parte del continente negro,

los recién nacidos están siendo bautizados

con el nombre de Calash, amén, amén.

A veces la nostalgia me da neuralgia.

El país, entonces, nuestro pobre país pobre,

es como un edificio derruido,

derruido de tanto escándalo y tan poquitas nueces.

Mucho antes del fin de la gran guerra gélida entre dos imperios,

el fusil de asalto se había convertido ya en la mayor exportación soviética,

detrás de él venían el vodka, el caviar, los novelistas suicidas

y, no se nos olvide,

las simpáticas matriushkas.

Siempre lo he dicho,

si mientes simientes

mientes el sí,

y, paradójicamente, afirmas el no,

y a estas alturas, agrego,

que hasta para ser un desgraciado debe tenerse suficiente gracia.

Siendo por demás honesto,

no creo ser el indicado para esto,

pues lo único más espiritual que yo poseo,

que yo recuerde,

es el hueso que está junto al ilíaco,

o sea,

el hueso sacro.

Porque nunca serán lentos copos de nieve

los proyectiles candentes

qué tristeza,

qué coraje,

qué grado tan grande de impotencia,

saber que las desaforadas palabras de este escrito,

podrán detener jamás,

las balas mortíferas de una automática kaláshnikov

modelo mil novecientos cuarenta y siete.

Antes tenía la palabra el camarada máuser

pero ahora la tiene el camarada kaláshnikov.

Andrei Kirilienko,

nacido en la sagrada zona del Izhevski,

con sus poco más de dos metros de altura

en el canal de you tube,

en la liga de la ene be a,

impide infinitamente, que entre la pelota en la canasta,

luego anota, también infinitamente,

como un águila rusa en picada,

favoreciendo a su equipo.

Andrei Kirilienko, A Ka,

lleva en su playera una pirámide y un cuadrado,

y también lleva, como sus iniciales,

el espíritu de la a ka cuarenta y siete.

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