Segundo Cuerpo, el infierno discreto de Pedro Goche
Karina Zavaleta
La semana pasada conocí a Pedro Goche, poeta de introspección profunda, capaz de entender el ya lexicalizado lenguaje de la cotidianidad. Pasar las páginas de Segundo Cuerpo es adentrarse a una dimensión en la que el tiempo se vuelve lento, da la sensación de detenerse, aunque no llega a congelarse.
Segundo Cuerpo, el infierno discreto de Pedro Goche
Karina Zavaleta
La semana pasada conocí a Pedro Goche, poeta de introspección profunda, capaz de entender el ya lexicalizado lenguaje de la cotidianidad. Pasar las páginas de Segundo Cuerpo es adentrarse a una dimensión en la que el tiempo se vuelve lento, da la sensación de detenerse, aunque no llega a congelarse.
Las palabras de Goche están lejos de transmitir frialdad y estasis; más bien, el tiempo en su poesía se torna viscoso. Se vuelve una materia que, si se mira a través de ella, se admira la sencillez del mundo con la más profunda sensación de extrañeza, en la que, instantes que podrían durar un segundo, se expanden hasta haber inundado todos los sentidos.
Pedro Goche es un poeta dual, transita entre lo mundano y lo onírico, entre pensamientos inocentes y el infierno de la consciencia, pero no hay nada de inocente en sus versos. Cada palabra, con su sencillez y su discreta carga semántica, explota en un poema breve entramado sesudamente.
Cruje
luego entonces
amanece
Es un poeta de oscuridad, con la valentía para adentrarse a cualquier averno y mirarlo con el carácter tan apacible que distingue su poesía.
La bestia germina
no hay magia sino bozal
saliva negra y pus aromático
La indeterminación es el lugar favorito de Goche en el infierno. Palabras como “esto” o “alguien” se repiten en su obra, y logran extraer toda posibilidad de luz. Con un golpe certero, el poeta sumerge al lector en un espiral.
Alguien debe esperarme en el otro extremo
consciente o delirando
Alguien
Es un poeta que se desdobla, que transita diferentes dimensiones, se dosifica en ellas, las ocupa a su gusto. Capaz de desviar la mirada a los cuadros más simples y exprimirles hasta la más última gota de su esencia poética.
La línea
corta en dos
la cola del demonuco
el óxido impregna
el filo de la cuchiYa
madrugada de párpados abiertos.
Segundo Cuerpo es un compendio de despertares de conciencia diseñados magistralmente con una sencillez que parece esconder algo de malicia. Goche tiene un poder muy grande, y él, a toda discreción, lo sabe.