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Puerto de Esmeralda Mora Luviano






EN LA PLAYA


por las mañanas
en lugar de sonido
todo el eco del cielo
sobre la arena húmeda,
un colorido espejo.








POR EL MUELLE


caminas silenciosa.
Allá, sin distancia
una ola avanza lenta
¿A dónde va?

Más cerca

Un pescador
entierra,
¿clava?
remoja un remo;
se mese el mar
la panga
el cielo en vals
con las embarcaciones.

Todos los días por las tardes
como una devoción
aquel aventurero
viene al muelle
y me habla
de sus amigos
del reparto de peces
de sus bailes norteños
-sin tenernos temor-
de un despertar.

¿Algo se ha de quedar
después de los encuentros?








BALCÓN



Caminando
me he detenido a mirar
desde la angosta calle
la exuberancia de un helecho:
mucho me agradan los relatos
que ciertos jardineros
dejan tendidos en los balcones
escurriendo.







PESCADORA


Disfrutar sin premura las calles de este puerto
al ritmo de una respiración acompasada.
Fugándome al impulso de una tarraya florecida
de una malla que cae y se contrae con algo y nada,
de un saxofón que expulsa sardinas por la boca
y le da a los sentidos su inesperada ración.

Estos gastados ojos sólo alcanzan a ver
la figura tostada y vaga del que pesca.
Hoy este cielo se dibujó en manchones de oro
como la voluntad desentumida
después de una ardua convalecencia.







POR EL CAMINO DE REGRESO



lenta
cae
la tarde
sobre los pies
que bajan
la colina;
por el camino
pesada
cae
la tarde
entre
los basureros;
pero desde
aquel borbollón
de la fuente,
la tarde

es un juguete
de agua
para
una niña
colibrí.








A MEDIA LUZ



De madrugada todo es quietud.
Hay días que amanecen así:
el sonido de una gota que cae
el leve tic-tac de un reptil:
sonido y silencio alternando
la sensación de un día nublado
abrazándome a media luz.







MEDIA LUNA


Sí.
Urge hacer algo.
Ante el embate del toro
quedarse quieta es mortal.

Quién puede a las 4 a.m.
cuando el cielo se ha engullido
la mitad de la luna
¿No sentirse la otra mitad?

(Y tocas con tus manos un muro)

Quién puede no percibir a estas horas
la mitad de la luna
perdida en el rugido del mar,
en el silencio;
perdida en el torrente sanguíneo.

(Y evocas las horas que dejaste)

La carta que leíste
aquella conversación de grillos
el sabor de las guayas.

Aquella fascinación:
“fotografía de ciegos,”
el deseo de viajar,
el poema travesti,
Aznavour la bohemia,
unas cartas de Rilke,
el deseo de callar.

Y a esas mismas horas vuelves a ser
el niño trepado en aquel árbol

el que te dijo que probaras las guayas
el que nos descubrió la tarde
el que dejó caer por racimos
sobre tus ojos todo el asombro

Aquel, cuya graciosa voz te gritó desde lejos:
¡Y si quiere saber más, consulte
triple dobleú punto com!







LOBA


Aquí
atragantada de luna
-por el momento-
aúllo
desde mi noche.








SHINVA CAFÉ



Repetir varias veces en voz baja
la palabra
ausencia, ausencia, ausencia
sin lograr discernir aquello que nombramos,
en seguida pregunta desde el cómodo espacio
donde se va poco a poco derritiendo la tarde:
– ¿Se ha dado cuenta que no bajan más los pájaros?
– ¿Se ha dado cuenta que emigraron?
Y me quedo callada
y levanto el oído en dirección a la copa de un almendro
se me queda mirando
y de prisa me trae un ajado block de comandas,
un bolígrafo y dice: ¡Escribámoslo!








LA MEMORIA ES UN REFUGIO


(1)

Esta casa también es un refugio de mascotas.
De fantasmas.

De niños,
qué natural nos parecía vivir entre peces,
aves, perros, gatos, tortugas y musarañas.

En casa,
alguna vez fue parte de la tribu una gallina
gorda y bronceada
cuyo gusto era echarse en su artesa.
Tan ponedora, sus huevos nos alimentaban.
Alegraban los días sus cacaraqueos
lo mismo que el nacimiento de sus pollos.

Cierro los ojos:
Este olor tibio y ácido de gallina
me instala de vuelta en medio la infancia.

Cierro los ojos:
Tuve un hermano que le pedía a mi madre
los huesos de los pollos…
decía que al sembrarlos en la tierra
de ahí saldrían más gallinas
como muchas veces sucede de forma natural
con los huesos de las almendras.

(2)

Mi hermano mayor tuvo por compañía, un perro.
Aficionado a la historia y a los nombres extraños
lo bautizó como el “Kremlin”.
Mascota que me llega borrosa por un relato
y una ceniza fotografía.

(3)

Mi padre acostumbraba adoptar perros.
De la calle un día llegó con el “el tigre”,
a quien bautizó así por fiero.
En la calle tal vez lo tratarían a punta de patadas.
El tigre un día mordió al vecino por jalarle la cola
y su madre energúmena reaccionó enyerbándolo.
Mi padre trató con cuanto remedio pudo
de revivir a aquella mascota que babeaba
pero fue en vano.
Nosotros nos pusimos por primera vez en extremo tristes
y lloramos. Y lloramos. Y lloramos.
Madre y Padre con el primer duelo
prometieron nunca más traer a casa otra mascota.


(4)

Después llegó un perico pelón.
Un perico bebé al que alimentábamos con atole de masa.
Era curioso tocar y sentir su suave buche inflamado.
Después le salieron toditas las plumas
y se quedó a vivir libre sobre un tulipán.
Ahí cantaba, chiflaba y se balanceaba con las ramas
imitando a un cirquero.
A la hora del desayuno volaba hasta la mesa del comedor
para picar de todos los platillos.

Para salvarlo de las garras de algún felino,
a Roberto se le puso en jaula.
El periquito no acostumbrado al encierro
una noche trató de escapar y terminó finalmente
dentro los colmillos de un gato ajeno.
Al otro día solo unas cuántas plumas
quedaron dispersas en el jardín.

No periquitos, dijo ahora mi madre…

(5)

Luego llegó a ser parte del clan, “La Dolly”.
Chaparrita inquieta a la que los partos
seguidos la dejaron sin fuerzas.
Cuando la gris peluda se sintió enferma
huyó de nuestros ojos
para no darnos pena.
Unos días después
la encontramos entregando su alma
sobre las nubes de un baldío.

No más perros, volvió a decir mi madre…

(6)

Entonces mi hermano trajo de las Islas Marías
un cotorro bebé.
“Ruperto” era delicado. Creció alimentándose
con frutas y semillas de girasol
Ruperto era brillante y era nuestro portero.
Si alguien le hablaba a mi madre de la calle
-¡Doña Consuelo!
Él de inmediato contestaba con su tono elegante
-¡Doña Consuelo, no está!
Todos reíamos

“Ruperto” era un trovador de los buenos,
cantaba con operístico tono y marcado vibrato:
“A la negrita/se le salen lo pié e la cunita/
y la negra Mercé/ya no sabe que hacé”

Ruperto por una caída ya nunca se pudo recuperar
y entonces lo imaginamos
tocándole la puerta a San Pedro
con lo más clásico de su repertorio:

“Arre que llegando al caminito/
así michú/así michú/
así michú a mi burrita/
y aunque vaya enojadita/ porque no le di su alfalfa/
porque no le di su maaaaaaaaiz”
fuí-fuí / fuí-fuí-fuí/ fui-fui-fuí/
fuí-fuí / fuí-fuí-fuí-fuí-fuí-fuí-fuí

Mi madre dijo, no más cotorros en la casa
pero Emilio su nieto pidió un dálmata y entonces
un día me dio por escribir “Bongoché”:

Por un rasguño
nunca había estado tan contenta;
mi “Bongoché” no quiere verme triste,
cuando llego a casa de la abuela
todo se aloca, mueve la cola, brinca
después hace una ronda
-quiere jugar-
por un extremo tomo su manta
el forcejea y gruñe
pero al menor descuido y de un tirón
el trapo vuela
corre en su búsqueda
regresa y con fuerza me planta
sus dos patas delanteras.

Hoy no podría irme a dormir
sin contar esta historia,
sin decirles que este largo rasguño
dibujado en mi pierna,
es también la escritura del “bongoché”
que al calor de la noche se evapora y me canta:

“-¿lo delatan mis ojos?, cuando llegas
eres tú mi felicidad, sirena”









POR LAS ORILLAS DE LA ROMPIENTE


Primer coro:
Como una danzante acalambrada
como una nadadora entumecida
como una cantante amordazada
sirena fracturada
así escribo hoy
sobre estas páginas







UMBRAL


Antes, mucho antes, dicen que fuimos polvo de estrellas. ¿En qué recóndita parte de la memoria tendremos registrada aquella experiencia de navegar por el universo infinito? Mi recuerdo más remoto me hace intuir que vengo de alguna descomunal explosión. Por las ranuras de esta sólida concha, llega hasta mi oído, el melodioso registro de un devenir cósmico. Un óvulo primitivo abre compuertas y hospeda en su núcleo la primera pulsión de vitalidad.
¿Es el océano un subconsciente hechizo en busca del vientre perdido?







ALUMBRAMIENTO


Inhalo y exhalo como oleaje hasta romper la fuente. Expulso entre gemidos, sangre y sudores un cuerpo húmedo. Un otro cuerpo. ¿Tiene sentido ponerse a reflexionar sobre las consecuencias futuras de aquel brusco e incómodo desprendimiento?

Segundo coro:
Traigo
un caracol
incrustado en el pecho
que me pide en silencio
la primera canción de cuna







SÍLFIDE


Mientras camino por los guijarros húmedos que va dejando el mar;
mientras rodeada de agua giro extasiada al compás del planeta
mientras oigo en resaca, su furia y bramido
mientras voy poco a poco jugando a ser sílfide
le llega a mi corazón esta certeza:
tu divino santuario será siempre el mar








Semblanza.


Esmeralda Mora Luviano. Nativa del puerto de Zihuatanejo, Guerrero, México; cursó sus estudios universitarios en la UNAM e ITESM. Como emprendedora cultural y librera durante 12 años promovió, organizó y patrocinó cursos, talleres, lecturas, homenajes, encuentros poéticos y presentaciones de libros en la librería “Byblos» de Zihuatanejo. Como creadora, su primer libro bilingüe de poemas Intima Sal, fue publicado en 2005 por Éditions Alondras en Montreal, Canadá. En 2006 su trabajo narrativo es incluido en la antología Voces sin fronteras participando con creadores de otros países. En 2009 se incluye parte de su trabajo en la Antología del XVII Encuentro Internacional, Mujeres Poetas en el País de las Nubes. Formó parte del equipo de trabajo de Ediciones Alondra de Montreal Canadá y en esa casa editora prologó algunos libros de poesía y narrativa. Invitación para lectura de obra en Otawa Canadá y Vicuña Chile. Ha participado y colaborado en Zihuatanejo en proyectos de difusión cultural: Promociones Culturales Byblos, Cultivarte Asociación Civil, Colectivo Arte Nativo, Galería Contemporary Art, Sala de Lectura José Emilio Pacheco, Museo Arqueológico de la Costa Grande, revistas de publicación local Hojarrasca, Destakados, Posada Almayer, Yo soy nosotras e instalaciones de artistas gráficos y plásticos. En 2014 participó en el Taller de Lectura y Creación Poética impartido por el escritor, poeta y promotor cultural Antonio Salinas. En ese mismo año, participó en el concurso de calaveritas convocado por el Eko Tienguis Zanca, obteniendo el 1er. lugar con su caricatura poética La calaca bien chimuela. En 2015 cursó el Diplomado de Creación Literaria impartido por varios escritores incorporados al Instituto Nacional de Bellas Artes. Una dislocada calaverita a Leona Vicario, le vuelve a dar un 2º. Lugar de la convocatoria Eko Tianguis Zanca. En 2017 participó en mesas de lectura de obra en la Feria del Libro Guerrerense. En diciembre del 2018, participa en la convocatoria de poesía del 1er. Festival “Échale Coco Zanca” obteniendo el primer lugar con el poema Alegoría de Palma. En 2019 recibe reconocimientos como Promotor Cultural AIPEH México y Premio Internacional AD HONOREM por parte de la Asociación Internacional de Poetas y Escritores, Arte y Cultura Hispana. En 2022 participa como invitada para lectura de obra en la 1ª. Feria Metropolitana del libro de la ciudad de Puebla. Mismo año colabora en la revisión del libro “El canto de los olvidados” y elaboración de prólogo. En 2023 participa en el comité organizador de la 2ª. Feria Internacional del libro de Zihuatanejo.



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