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Poesía de Juan Jesús Quetzalcóatl.

Jacaranda chilanga.

Tú, no eres de aquí…
A tí te trajeron
desde el sur,
para que te quedes aquí.
En medio de la guerra.
Tú, eres grata invasora.
Un sol herido cae
entre tu ramerio.
Que son redes,
que lo atrapan
sangrante.
El brillo escurre
sobre la piel
escamosa de un dragón
nostálgico.

Un jardinero yace
enterrado junto a tu raíz.
Él, echo de menos
volar entre los pétalos
de los cerezos
del oriente.

– Jacaranda chilanga…
¡Veo que creces tan alto como puedes!
¡Te retuerces ligeramente
como los dientes
de la sonrisa
de la primavera!

Entre el azul del cielo,
el verde bandera,
y el rojo sangre,
te mezclas,
y pintan los ojos tu flor
en un tono violeta–

Plantae, Amazónica.
Ya eres más mexicana que el nopal
Jacaranda chilanga
Mi mística naquéz.
Hipnotizas en
reflexión primitiva.
Siete millares de petalos
caen día a día
sobre los jardines,
sobre las banquetas,
sobre los patios de
la gran ciudad de México.
Pétalos púrpuras
caen sobre tus cabellos,
y si pisas chueco
por ir viendo hacia arriba,
resbalan tus pies,
pero no te caes, y te ríes.

Nadie barre las calles
a propósito.
Es Marzo.
Cuando termine Abril
todo volverá a la normalidad.





Una lluvia chida, lluvia ácida.

Es noche en la ciudad de México ,
llueve chido,
truena,
y
relampaguea.

La banqueta está mojada,
y relampaguea.

La luz artificial
de los edificios
que tiemblan
hundidos
en los charcos,
y los chalchihuites que lloran
diluidos en los ríos que se forman
sobre avenida Gran Canal,
y
semáforos liquidos,
alumbrado impúdico,
faros enfurecidos,
dejan ver millones de dardos escarchados,
y
benditos,
que flagelan mi rostro
sonriente de calavera,
y flagelan el cuerpo
en huesos de mi perro,
que chilla de alegría,
y menea la cola.

De hecho, todo es brillante,
cómo el ir, y venir
del oleaje de las luces
que salpican cuando
ell ruido del motor pasa.
Mi perro se adelanta,
y a mí, me sorprendió
un poco la ola.

Seguimos adelante,
con un poco de frío,
con la ropa no adecuada,
con los pies mojados.
Pata de perro.
Seguimos adelante,
sobre las banquetas,
sobre las calles brillantes,
mojadas por la lluvia nocturna,
que relámpaguea,
y que truena,
y que flagela mi rostro
de calavera contenta,
y que flagela el cuerpo
en huesos de mi perro
que le aulla contento a la lluvia.

Millones de dardos escarchados
y
benditos,
y
malditos,
caen sobre la ciudad de México.

Los chalchihuites
caen ácidamente.
Caen plácidamente,
incesantemente,
e
intermitentemente
en dulce tortura,
causando todo tipo de males,
y de bendiciones .

De repente…
¡Me lleva un río de aguas negras,
y
pluviales
mientras me rio….

Mi perro escapa.





Sin tu negro mirar.

No puedo estar sin tu negro mirar…
Si no me ves, no existo…
Soy alma negra, en pena,tuerta,
en la ciudad de ciegos…

Veo con un ojo que están ciegos…
Estoy loco…
Estoy difunto…
Sin tu mirar, no existo.

Soy alma en pena
en la ciudad de ciegos.
Ellos me miran sin ojos,negro.
Pero yo no existo,
sin tu negro mirar.





Poesía chilanga.

Se te hara agua la canoa
cuando leas la poesía chilanga.
Flota como la niebla sobre los lagos antiguos.
Se enraiza en el fango nutriente de las chinampas,
en las cuales crecen las flores mas sangrientas.

La banda aquí está bien recia,
bien podrida de la vida de esta época.
¡Pero todos ya estamos difuntos!
¡Estamos parejos!
Carnal, no más mira como rie nuestra calavera.
Risas de mazorcas son los dientes de sol.

Cuando leas la poesía chilanga;
neta que no te la vas a acabar.
Es como si te comieras una gordita,
o una torta de tamal, y te tomaras un atole,
o te pidieras una quesadilla con queso.

Al chile yo no siento, pero pienso
que te va a gustar.
La poesía chilanga va a comenzar
cuando viajes en el metro, o en la micro,
hacia el centro histórico
de la ciudad de México.
Observaras todo el surrealismo.

No es ningún narcisismo lo que digo,
pero cuando leas la poesía chilanga,
tú te vas a entoloachar
con versos vergas ,
versos floripondios,
versos pajaritos.

No te vayas a enojar ,
no es ningúna pretención.
El otro día vi pasar un sol andar rumbo a la chamba.
Era tu hermana que pasaba en la mañana.
Se me ocurrió escribirle un poema muy chido.
Un poema que es un himno de pasión.

La poesía chilanga la traemos en las venas,
que yo me corto con pedernal de obsidiana .
Nos brotan las alegrías, y las penas,
sobre la piedra de los sacrificios.
Manchamos de tinta de luz oscura,
a todos los edificios coloniales.
El asta bandera ya sabe leer muy bien.
El zócalo alberga ritos poéticos .
La catedral iluminada besa en el cachete
al palacio empedernido.
El Templo Mayor enterrado, y destruido,
es El Táta de los danzantes ,y de los brujos .
Aquí abundan los esquites, y los elotes.
Aqui abundan los espíritus, y las gentes.
Entre todos los nopales,
se me apareció el águila y la serpiente
una tarde en que bebia pulqueen “La Risa».

La poesía chilanga está rodeada de las montañas mágicas que nos protegen.
Las montañas son la piel del Cipactli.
La poesía chilanga se hunde, y tiembla
cada 19 de septiembre.
La poesía chilanga muere, y nace un cempasúchil
cada 1 y 2 de noviembre.
La poesía chilanga no tiene madre;
mucho menos cada 10 de Mayo.
Chingue su madre…
Pero siempre se regalan flores y cantos.
La poesía chilanga carga de energía
a la primavera, y relampaguea cuando
llueve el 21 de junio.
En Abril la poesía chilanga es jacarandosa,
y nadie barre los patios,ni las calles de la gran ciudad de México a propósito.
En otoño la poesía chilanga se seca cómo
se seca la milpa.
El viento se lleva las hojas secas con poemas escritos
de chilangos maldichos que pululan y copulan
adentro del cráter de un macro volcán.
En diciembre florece la flor del Amatl.
La poesía chilanga, es el huitzil que
bebe del nectar de la flor del Amatl.
Sol de invierno calienta más.

En los barrios antiguos.
En las unidades habitacionales.
En las colonias chacales.
En los cielos de Velasquez.
En los volcanes del dr Atl.
En los poemas del Nezahualcóyotl.
En los poemas de la Sor Juana.
En las canciones del Juanga,
en las de Caifanes Las de Rockdrigo González,
las del José José y las del José Alfredo .
Llorona es, la Chavela Vargas.
Los poemas de Ayauri.
Los besos de Lorena.
Los ojos negros de Lorena.
Ese lunar junto a la boca de Lorena.

Todo es poesía chilanga.
Es un atole calientito en la olla de barro cocido
muy bien barnizado.

¡Chale, güey!
¡Chale, chaparrita !!
¡Y me la prolongué!

Ven y acércate a la poesía chilanga.
Una noche en el Dada X.
El gran Camaleón convoca
a los poetas maldichos.

Y asi como los dioses antiguos ,
se juntan al rededor del fuego.

¿Quien se arrojará primero a la hoguera?
¿Quien representará a la luna y quien al sol ?.

–¿ Que pides?
¿ Sol, ó Aguila ? . –





Semblanza.

Juan Jesús Quetzalcóatl. Iztapalapa CDMX .
Participo en la segunda y tercera antologia poética del pueblo de Nativitas. CDMX .“La sensualidad en la naturaleza» y “Manos» respectivamente. También en la revista cultural digital “Cinco pétalos» El Salvador. (julio 2023.), y en el festival Poeamarte( Enero 2023. CDMX.)

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