María Rosa Astorga: paisaje es destino (Primera parte)

 

Por Jorge Pech Casanova

María Rosa Astorga nació en Santiago de Chile en 1966. Cuando era adolescente llegó a México, huyendo junto con su familia de la dictadura que arrasó al pueblo chileno a partir de 1973, y así fue como se quedó a residir en este país. Radicada en Oaxaca desde hace treinta años, ella formó parte del grupo de artistas que recientemente participaron en la exposición “Endemismos, arte contemporáneo y la Biósfera de Oaxaca”, exhibida de julio a agosto de 2018 en el Museo de los Pintores Oaxaqueños (MUPO). En esta muestra colectiva, la obra de María Rosa Astorga destacó por no sólo por su gran formato o las cualidades de su meticulosa factura y composición,

Por Jorge Pech Casanova

María Rosa Astorga nació en Santiago de Chile en 1966. Cuando era adolescente llegó a México, huyendo junto con su familia de la dictadura que arrasó al pueblo chileno a partir de 1973, y así fue como se quedó a residir en este país. Radicada en Oaxaca desde hace treinta años, ella formó parte del grupo de artistas que recientemente participaron en la exposición “Endemismos, arte contemporáneo y la Biósfera de Oaxaca”, exhibida de julio a agosto de 2018 en el Museo de los Pintores Oaxaqueños (MUPO). En esta muestra colectiva, la obra de María Rosa Astorga destacó por no sólo por su gran formato o las cualidades de su meticulosa factura y composición, sino porque su pieza mayor ocupó el sitio de honor del museo: una alta pared enmarcada por una bóveda de piedra en la sala que lleva el nombre de Rufino Tamayo. En las tres obras expuestas en el MUPO, la pintora demostró su capacidad de retratar tan pronto imponentes escenarios montañosos con dramáticos cielos, como umbrosas selvas en que la luz protagoniza un dinámico juego logrado con una minuciosa estrategia compositiva que seduce al espectador. Su logro destaca aún más en un medio que suele postergar la producción artística de las mujeres, aunque en Oaxaca desde hace tiempo ha surgido un grupo de creadoras cuya relevancia en las artes visuales es indudable.

“Endemismos”, la muestra donde destacaron las obras de María Rosa Astorga, surgió de las visitas que un grupo de dieciséis pintores y cuatro fotógrafos hizo durante seis meses al Valle de Tehuacán-Cuicatlán, Reserva de la Biósfera que ha pasado a ser catalogada como Bien Mixto en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. La exposición fue museografiada por el prestigiado especialista Luis-Martín Lozano (director de 2001 a 2007 del prestigiado Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México), a partir de una selección preparada por la galerista Nancy Mayagoitia, quien también coordinó la temporada de visitas de los creadores a la Reserva.

El Museo de los Pintores Oaxaqueños dio a conocer que la museografía de Luis-Martín Lozano “fue ideada para que convivan sin confrontarse pinturas y fotografía, en diálogos cruzados; permite una yuxtaposición sin saturar espacios; toma en consideración, en un enfoque pedagógico, las distintas formas de apreciar el arte y las edades de los visitantes, la lumínica y los paisajes iconográficos. Con una didáctica de la museografía, logra espacios diáfanos para acoger la individualidad de las piezas, [de manera] que la confluencia artística no sature o polarice al espectador”. En ese delicado equilibro de obras con variados estilos y soportes, las tres obras pictóricas de María Rosa Astorga fueron elegidas por el prestigiado museógrafo e investigador para ocupar sitios preferentes en las dos salas principales del Museo: las dedicadas a Rufino Tamayo y a Rodolfo Morales. Para comprender mejor cómo es que el trabajo de esta artista logró ser ubicado en el sitio principal de la muestra, le hicimos una entrevista en la que nos explica no sólo su participación en “Endemismos”, sino que nos acerca a los fundamentos de su trabajo pictórico, pues, aunque ha realizado más de treinta exposiciones de su obra pictórica en México, Chile, Estados Unidos y en países de Europa y Asia, sólo a últimas fechas su obra ha sido apreciada y exhibida de manera relevante en la ciudad de Oaxaca, donde Astorga vive desde hace treinta años.

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