Geografía de la voz
Mirna Valdés Viveros
I
Desde un punto de vista
espacialmente amorfo
la economía y política terrestre
se mueven en el inconsciente colectivo.
Lo que permea hoy en el planeta es la antropofagia,
de tal suerte, estamos atrapadas
en el geohedonismo de los cuerpos.
Así, en el mapa amoroso de nuestra época
hay lugares distantes
donde los cuerpos
se siembran con el afán de ocultarlos
¿crecerán o renacerán?
Cabezas, piernas, manos, torsos
pechos, caras, dedos
rebelándose por doquier
en la nueva geografía del placer.
Descompuestos componentes humanos
Floreciendo a ras de la tierra.
“Usted tiene un cuerpo desnudo, un cuerpo
vergonzoso, usted tiene un cuerpo que
ha de inscribirse en cierto tipo de funcionamiento
de economía doméstica, de la economía social”
¡Ah! Estos cuerpos que sólo sirven para llenar espacios
por aquí y por allá,
habrá que economizar territorio.
No es deseable la chusma, ni la manada en las alamedas.
Lo apetecible es el capital,
Ese sí,
habrá que almacenarlo.
La condición humana
sometida
al designio de las estrategias de la geopolítica.
El cuerpo, tu cuerpo, nuestro cuerpo
desapareciendo
entre el silbido de una canción en la necrópolis,
al son de un quark encantado (invisible).
Chido ¿no?
II
Cartografiar la existencia femenina
mirar su mutación dentro de la marginalidad
a través del tiempo y el espacio
en la circularidad del rizoma y sus destinos.
Economizar el deseo de la historia
plantándole un revés al patriarcado
diluyendo su marcada consistencia
emancipándonos de su maquínico
instrumento de sometimiento.
En la nueva geometría espacial
reescribiremos nuestra historia
donde la libertad (igualdad) nunca más será
una línea imaginaria.
III
¿Quién eres tú?
mujer embarazada de territorialidad
que traes en tu vientre campesino
ese hijo que te ayudará a cosechar las moras
las fresas o el jitomate en el campo.
¿Quién es él? ¿Quiénes somos nosotras?
desplazándonos de la volátil realidad
del campo a la ciudad – de la ciudad a otros países.
Geografía humana desplazándose
entre el estómago y el verbo comer
en esta modernidad, posmodernidad,
hipermodernidad que desgracia al corazón
divorciándonos de nosotras mismas
de no ser social, de no ser necesaria, de no ser
IV
Arrastrando las cadenas de las voces del poder
los jornaleros presos de San Quintín
caminan —sobre la geografía de sus banderas—
hacia las sombras raídas de sus camisas, faldas y pantalones
tan pobres como una plegaria para sus talones.
De dónde me pregunto,
nace el deseo de ser papel moneda.
Con qué fin
ha de rodar el corazón
en interés de la esclavitud del cuerpo
—alma, psique, espíritu—
que condena la modernidad cómplice y silente.
Dónde ha quedado varado el pensamiento
“todo está lleno de dioses”
ellos nos derribarán y nos harán sucumbir
de nuevo a la caverna.
De las evas
I
En el principio la mujer fue creada a imagen y semejanza de sus genes,
es por eso que Lilith, fue tan rebelde.
Su ascendencia y descendencia navega en el mar rojo de la certeza.
Su voz estremece la geografía del planeta
aunque sigan siendo muchos los que las censuren.
Estas mujeres no son promesa de nadie ni de nada.
Te las encuentras cantando victoriosas al anochecer del viento.
Ellas transgredieron el arca de las alianzas decidiendo su destino.
II
Somos más que una
historia mágica
que rinde frutos
en la tierra
con la lluvia
con el viento
Somos mazorca
hijas-madres
hermanas-abuelas
mujeres en el camino
somos de maíz
III
Al mirarte me miro, dialogantes de espíritu somos
en cada raya, en cada punto, en toda línea de la tierra.
Como mujeres que somos te hablo del árbol, de los hijos y sus raíces,
de la siembra y del trabajo, de la escuela y del hogar que nos conforta.
Gocemos los pasos, unas con las otras, de caminos entrecruzados
con piedras, animales, plantas y demás criaturas.
Abuelas de la luz nos guían, merecemos ser reconocidas
respetadas y amadas por todos.
Abuelas del fuego, nos conceden la fuerza del sol para vivir.
Hermanas, escuchemos las sabias palabras
de nuestras antepasadas que vibran en cada estrella.
Nunca más habremos de arrodillarnos y permanecer calladas,
llegó el momento de despertar y levantarnos.
IV
No puedo esperar, lo que diga hoy, no lo podré decir después.
Por eso se articulan mi pensamiento y el lenguaje
abriendo la posibilidad de la flor con su pistilo
Nosotras, las trabajadoras de la maquila, del arte, de la ciencia
y de los mil oficios, luchamos por el derechos como mujeres que somos.
Mascamos el aire irrespirable de los que han ignorado
la trascendencia de la voz que se rebela con hechos, no palabras.
“El único camino es avanzar”
Abuela del sol corazón de maíz
I
En la penumbra de la alborada las campesinas
sacuden la neblina blanca de las sábanas
despejan la tibieza del camastro y se dirigen al molino.
Llevan todavía los sueños pegados al pelo.
Con sus ojos semicerrados, unas atrás de las otras, miran
la bestia de metal que tiembla y ruge con potencia, miran
que entre sus muelas se deshace el grano de maíz.
El calor y ruido del molino disipa la madrugada.
Dispuestas están las manos de las mujeres.
Sus carnes de maíz negro, suave como la masa
de maíz negro los brazos y piernas.
Pájaros pequeños que buscan la libertad son sus bocas
desdibujándose con la luz del sol.
Una brizna de luz en el canto que redime a la espiga densa.
La mazorca penetró sus cuerpos, sus flores coronaron la palabra
que no morirá como la raíz del pueblo que nunca muere
—de maíz— todas ellas, incendian la radical palabra
con el aliento que vivifica al mundo.
De olor se llenó su cuerpo y empezaron a brotar las flores
día y noche perduraron sin ir a ninguna parte
alimentándose del polen multiplicado por su audacia.
Algunas quedaron enredadas en la milpa
tórtolas desvalidas.
Días y noches caminaron queriendo encontrarse.
Y aprendieron a quererse a sí mismas.
Se convirtieron en sonrientes mazorcas que reían
de todo y por nada, poco fue el placer y mucho el tiempo
atadas al cordón umbilical, sin poder humano que lo cortara.
Ayes de mujeres verdaderas escuchándose por doquier,
llovían piedras sobre sus cuerpos de maíz ajado.
Y comenzaron a cantar.
Muchas aprendieron a afinar sus gargantas con los rayos del sol,
ya no eran ayes los que se escuchaban, sino claras melodías
irrumpiendo en el misterio de la vida.
II
Llegó en seco el hachazo del entendimiento
en la silente madrugada,
andaban tras la pista de su origen,
con los pies desnudos y maniatadas.
Se llevo a la boca un pedazo de tortilla
para calmar el aturdido corazón,
¿cómo asir la frágil cuerda de la vida?
¿Dónde la firme existencia?.
se preguntaba tan cerca de sí misma,
en el camino a la Realidad.
Cruzaron el río, tanteando con las plantas de los pies
las piedras, escupidas por algún volcán
en los campos filamentosos de materia.
Fosforecente anuncio de la filosofía de la roca. No hay vuelta atrás.
Lascas en el río se entierran y agujeran su piel.
Deja que fluya la salina lluvia transparente de tus ojos.
Llora, no contengas la emoción.
Llevan dentro de si el dolor que viaja al interior
para encontrar salida.
No reprimas el sentimiento,
no impidas al corazón su impulso vital.
Llora, no contengas las lágrimas que saltan al encuentro del remedio
para sosegar al quebranto.
No estás sola en este viaje mujer,
las luciérnagas te acompañan
iluminando la oscura noche endemoniada.
Mirna Valdés Viveros (Ciudad de México). Soy una mujer de maíz, que anda en busca de la flor de la palabra. Creadora y promotora de los colectivos (Facebook): Adict@s a la Poesía y Geografía de la Voz.