Doble vida: poesía hecha suspenso

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Doble vida:  poesía hecha suspenso

Hiram Barrios

 

La naturaleza del poeta, pensaba Keats, es la continua metamorfosis de “un ser sin identidad que solo existe para dar vida y forma a otro cuerpo”. La poesía es entonces un desprenderse de sí mismo; ser, a un tiempo, uno y su alter ego, su Döppelgänger.

Doble vida  (Cisnegro, 2019) de Víctor Hugo Díaz se inserta en esa latitud poética hecha de máscaras, personificaciones y trasfiguraciones a la que alude Keats. Ya desde el epígrafe, tomado de Wallace Stevens, se anuncia una poética del distanciamiento, de la trásfuga intelectual y cultural, porque el poema surge  “de estar en un lugar que no es el nuestro, y peor aún, no nosotros mismos”.

 

 

 

Doble vida: poesía hecha suspenso

Hiram Barrios

 

 

 

La naturaleza del poeta, pensaba Keats, es la continua metamorfosis de “un ser sin identidad que solo existe para dar vida y forma a otro cuerpo”. La poesía es entonces un desprenderse de sí mismo; ser, a un tiempo, uno y su alter ego, su Döppelgänger.

 

Doble vida (Cisnegro, 2019) de Víctor Hugo Díaz se inserta en esa latitud poética hecha de máscaras, personificaciones y trasfiguraciones a la que alude Keats. Ya desde el epígrafe, tomado de Wallace Stevens, se anuncia una poética del distanciamiento, de la trásfuga intelectual y cultural, porque el poema surge “de estar en un lugar que no es el nuestro, y peor aún, no nosotros mismos”.

 

Así, Víctor Hugo Díaz (re) crea un doble en la figura de David Vincent, el protagonista de la serie televisiva The invaders ( Los invasores ). El argumento de esta serie de los ´60, puede resumirse de la siguiente manera: el arquitecto Vincent es el único testigo de un aterrizaje espacial y es tomado por loco cada vez que narra el suceso. Su misión es encontrar a los extraterrestres, que son idénticos a los humanos. Cualquier persona puede ser un invasor. (Esta paranoia será medular en Doble vida ). En cada entrega, Vincent logrará desenmascarar un invasor y con ello podrá persuadir a un grupo de personas sobre los peligros de la incursión extraterrestre.

 

Sin embargo, el protagonista de Doble vida no es exactamente el David Vincent de la serie, sino uno reinventado; dar vida y forma a otro cuerpo es, en primera instancia, un ejercicio de proyección y autodeterminación; y en segunda, una reflexión sobre el acto mismo de crear.

 

El poema arranca con un diálogo entre David y un interlocutor que se muestra sagaz e indolente:

 

—Supongo que en la vida real sucede lo mismo no te parece—

debe creerme inspector

ellos arrancan nuestras carnes derramándonos

se aparecen tras el gentío con sus naves de luto

tras ese ruido que somos por las cunetas

rumbo al gran desagüe

 

 

El protagonista de este libro es un inquisidor, al igual que su par televisivo, aunque el objeto de su investigación es otro: la search de este Vincent es la palabra y su arquitectura, la verbal.

 

Los “MONOLOGOS” de este personaje tramado por Víctor Hugo Díaz, indagan lo mismo en la recreación de pasajes de la vida consuetudinaria, que entre ficciones y evocaciones literarias (por ejemplo, Eugenia de Franval , personaje del Marqués de Sade). En ambos hay una intensidad, una densidad semántica y una percusión capaz de trasmitir un sentimiento cercano a la persecución.

 

El poema de Víctor Hugo Díaz adquiere tintes narrativos, cuando no fílmicos, pues las secuencias van trazando un hilo narrativo; los escenarios parecen tomados del paisaje urbano, al que cuestiona subrepticiamente:

 

Después se proclamaron las calles

se instauraron las muchedumbres

Se oyó la risa peculiar de los muchachos

rondando en el vacío

 

Momentos de tensión con pausas reflexivas van engarzando una historia que parece desenmascarar la (ir) realidad.

 

Descuella en la poesía de Doble vida una poética de la metamorfosis; el yo-lírico encarna un personaje de la televisión para redimensionar una búsqueda, una inquisición basada en la palabra. Sin embargo, la apuesta de Víctor Hugo Díaz no se limita a la apropiación de un personaje televisivo, sino que trata incluso de adaptar al papel el soporte que da vida a la serie. Tarea nada sencilla si se pone sobre la mesa las insalvables diferencias entre uno y otro.

 

La narrativa del libro dispone de elipsis, changes in la focalización y quiebres al más puro estilo audiovisual. Así, por ejemplo, la noche, uno de los escenarios del libro, y la lluvia, con su sonsonete apenas sugerido, proyectan un espacio en el que algo está por ocurrir. Acaso una de las virtudes de este título radique en la capacidad de evocación en la que lo narrativo y lo figurativo (lo lírico) convergen y cuyo resultado es un poema expectante, reticente, capaz de provocar en el lector, en todo momento, una sensación de suspenso, quizás no muy alejada de la que procuraba la serie a la que Díaz homenajea en este libro.

 

Doble vida fue publicado por primera vez en Chile, en 1989. Ocupa un lugar importante en la trayectoria del autor, y no es exagerado decir que apunta también a una nueva forma de concepción poética. Es un libro coyuntural en el que se asoma una estética de la urbe, así como una enunciación disruptiva, en la que aparecen referentes poco habituales en el ejercicio de la poesía y que abrirán uno de los senderos por el que ha caminado la poesía chilena e hispanoamericana de las últimas décadas.

 

 

 

Poemas de Doble vida

 

 

Doble vida

Víctor Hugo Díaz

3ª Ed. Ciudad de México, Cisnegro, 2019.

 

 

 

PARANOIA DE DAVID VINCENT

 

-Supongo que en la vida real sucede lo mismo no te parece-

– debe creerme inspector

ellos arrancan nuestras carnes derramándonos

se aparecen tras el gentío con sus naves de luto

tras ese ruido que somos por las cunetas

rumbo al gran desagüe –

 

El silencio de esos ojos

desde que el receptor ardió iluminando las cuencas

desde el primer día

Un sueño caído sobre el piso

Pupilas frías y dilatadas en la superficie del espejo

Mientras esperábamos en aquella habitación cerrada

pensando en lo que vendría.

 

– inspector, debería haberle visto parado

con su equipaje de bestia y recetarios de cocina

entre la ropa interior –

 

(como si el asfalto no anunciara a lo lejos

al ángel que habita fuego y penas

el que vio de sí -viéndose- su sangre

en púrpura vestido)

De allí que el vestuario Los dibujos craneanos

Esta lengua seca de mortaja prematura

Hablando el que despierta sin saber donde está

Depredado semi-lúcido        semi-ungular

Escupiendo de vez en cuando

hasta que el día ennegrezca

a mitad de un cigarrillo.

 

 

 

NADA RETIENEN LOS OJOS PARA SIEMPRE

 

Un cuerpo femenino baja en tacos los peldaños

Hematomas hermosos le coronan muslo

sin medias la carne blanca.

Desde su lugar Vincent la contempla

– lo primero es imaginarla desnuda

dibujando poses –

reviviendo leyendas de peste

una noche

donde no es posible dormir.

 

 

  MONÓLOGO III 

 

-soñé la desnudez de Eugenia de Franval

ella desovó un estela de cabellera infantil

hacia el vacío dejado por los autos

Allí por ser lugar inhabitable;

una mano de pintura barata

telón de fondo a la neurosis

masticando entre las piernas el ácido

lo enrarecido de los barrios

figuras de primer plano animado

al ritmo aciago de lo que concluye

Si no pregunte a los muertos

y a los muertos sobre muertos

pero si los muertos no hablan

yo David Vincent o cual sea el nombre

capaz de sustentar a sangre fría ciertas cosas

que suelen conducir a la locura

Un caudal de rostros

el accidentado que aguarda su turno en la berma

después del goce.

 

 

PAGAN ROME o el afiche a la entrada de un cine

 

II

Pagan Rome poseía colinas

Desde arriba la ciudad le parecía un gran juego de videos

que la noche hace emerger.

Allí fuimos exhibidos       ellos

todos       como una redada ante sus ojos

Bebíamos de los pequeños pechos

manados de los muros que por estos sitios

Una breve postal     un destello

Altivas crestas de edificios

que los últimos celajes lamen.

Pagan Rome Chile Night Club

El cuadrilátero y la llanura donde descansamos la cabeza

El sueño de Calígula la noche anterior a su asesinato

Cuando creyó ser uno de nosotros

y bailó desnudo        sin decir palabra.

 

 

ÁRBOL DE NAVIDAD

 

En un rincón de la escena

el árbol navideño se desgaja

Ya nadie lo mira y sonríe

El árbol de navidad se yergue la primera palabra

en medio del paisaje

Todos pasan cual ruidos nocturnos

asolando el territorio

Afuera crece la calle

una cañería entrecortada en cuyas esquinas

se puede imaginar el viento que nos arrastra

Aquí la gente camina con algún rumbo

Una vieja loca recorre las veredas

no provoca risa ni viste de negro

pero es la misma de Yonge Street*

Pasa largas horas bajo el árbol de navidad

hasta ser los únicos en aquella vasta desnudez.

* La risa abunda en la boca de los jóvenes. E. Lihn

 

 

MUERTE PASIONAL

 

La gota de sangre lucha por trazar un hilo

sobre la boca accidentada.

A paso seguro el voyeur excita el tacto;

con los años se recordará esta hora felina

el cigarrillo opaco entre los dedos.

El cuerpo deshojado yace en la obscuridad del parque

La negra cabellera cubriendo la herida

Clavada al hígado la cólera feroz.

 

 

  PABELLON F 

 

 

Los enfermeros nos alejaban del frío de la muerte

Espalda contra los muros          de brazos cruzados

semejando estatuas de sal.

Una pared de libros en blanco divide la sala

La pelota de ping-pong da golpes en la mesa

(sonoros golpes reales)

Más allá unos ojos

huesos endurecidos por la espera

miran sin ver a nadie

en patios amurallados

El humo protagonista donde congregarnos

bajo el sol que sorna

La mitad de su cuerpo ramera pintarrajeada

travesti de sí mismo hecho carne

donde nos erguimos una y otra vez

-ustedes quemaron mi rostro en la televisión-

Y aquellas cuencas alucinaban lejos

en el cuadrilátero inmóvil del día.

 

 

ESCRITO EN BAJO-NIVEL

Un cuerpo femenino baja en tacos los peldaños

blandiéndose hermoso y de doble filo

Con la fuerza que se arroja al enemigo

a las ruedas de un auto

Ángel pálido y mortal

La boca cargada con carne de extraños 

 

 

LA IRREALIDAD DE LOS PARQUES

 

Al salir cerró la puerta

y enfiló hacia el parque

La luna llena despertaba ladridos

Un manto verde anegado de luz fría

hacía crepitar sus pasos;

pero si no se la cree uno quién –pensaba-

si todo cicatriza como en la pornografía

Porque algo parpadea y abre distinto

Ya nada por decir

Otra foto condenada a los archivos.

 

(Se alejó en silencio inspector;

eran otros los árboles en aquella irrealidad)

 

 

Víctor Hugo Díaz nació en Santiago de Chile en 1965. Ha publicado “La comarca de senos caídos” en 1987, “Doble vida” en 1989, “Lugares de uso” en 2000, “No tocar” en 2003, “falta” en 2007, “Antología de baja pureza (1987-2013)”, México-DF, 2013, “Hechiza, poemas anticipados”, México, 2015, en “Antología de la Poesía Chilena del Siglo XX”, Ediciones Vitruvio, España, 2016 y “Lo puro puesto”, Chile, 2018. En 1988 obtuvo la primera Beca de Creación Taller Pablo Neruda; en 2002 la Beca de Creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. En 2011, 2012, 2013 y 2014 ejecuta el Proyecto Escritos de Sur a Norte, Poesía de Chile en México; en 2015 Fronteras sin Límite, Poesía de Chile en Perú y Bolivia; Poesía Chile en México 2018 y DOBLE VIDA, Poesía Chile en México 2019, apoyados por el Fondo del Libro y la Lectura. El año 2004 ganó el Premio Pablo Neruda en su Centenario, por trayectoria y obra, otorgado por la fundación del mismo nombre. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas y antologías, además cuenta con numerosos trabajos críticos acerca de su poesía. Es reconocido como una de las voces poéticas actuales más importantes de Chile. 

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