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Los primeros pasos

Eduardo Mosches

El pasado interroga, ataca, asalta, la memoria se retuerce y cuesta recuperarse ante lo acontecido. Ese pasado se presenta a través de sucesos, acciones y conceptos vividos y actuados en el denominado siglo XX. Fue ese siglo aún cercano para algunas generaciones, un aglutinado de luces y sombras sociales, culturales. políticas y económicas amenazantes. Hablaremos un poco de lo sombrío vivido, del color pardo que se vivió en nuestra Iberoamérica. Desde los países nucleados en Centro América, pasando por los situados al inicio del sur, hasta terminar en la parte más austral del continente. Ahí se establecieron gobiernos, a lo largo de décadas, de corte represivo o dictatoriales, cobijados por las cúpulas super conservadoras de la Iglesia católica, una guía educativa y de pensamiento represivos establecida en las escuelas, los medios de comunicación masivos. El pensamiento predominante en la sociedad se enfrentaba a cualquier forma de pensar alternativa, a lo existente, sea en lo social político, en la sexualidad, en el razonar no religioso. Lo diferente debía ser excomulgado. Y en el amplio espectro de la sociedad, un sector pequeño, el de los poetas diferentes, los que rompían el canon de lo permitido, fueron víctimas del prejuicio y del negar al otro el derecho de pensar y actuar diferente, a contracorriente. De esos poetas arrinconados por una inquisición enjuiciadora, realizada y llevada a cabo por otros poetas. De esos seres humanos, de esos poetas que surcaron mares diferentes en el pensar y el actuar, es sobre ellos y su poesía que la revista ahonda. Encontraremos en la lectura un universo muy variado: de la poesía social, la amorosa, la rupturista, la cotidiana y la de humor. Esta pequeña selección es un mínimo homenaje a esos poetas que sufrieron el escarnio y el desconocimiento de una sociedad de lectores y escritores patriarcales y conservadores. En fin, conocer la poesía desde la poesía.

 

 

2 Los avatares del poeta

Floriano Martins, Berta Lucía Estrada

 

El cielo se despierta diferente cada mañana y el día toma tantas formas que el hombre cambia de lugar dentro de cada una de ellas. Así ocurre con la poesía, pero también con el exilio. Hay incontables formas de exilio, en muchos casos recibidos como manifestación de vértigos paralelos que nos llevan a sitios impensables. El modo como el exilio toca al creador es también diverso, reflejando un dolor que es tanto metafísico como en plano tangible, la revelación generada por los desplazamientos o los desastres amontonados en la carne y en las ideas. Hay también el exilio propiciado por el abandono, la entrada en el mundo de las drogas, la falta de reconocimiento, y muchas otras caras de un ninguneo voraz. Lo que pensamos para esta edición de Blanco Móvil es hacer un recorrido por las venas del exilio en Iberoamérica, específicamente en relación a su ambiente lírico. Recordemos que exilio viene del latín exilium, vocablo que tiene su raíz en la palabra exsul (desterrado), arrancado del suelo. Y exul significa el que se ha ido; una de las características de los poetas de todos los tiempos: desterrados, vagabundos, trotamundos, excluidos, olvidados, segregados, marginados, malditos entre los malditos; habitantes de los suburbios, de la periferia, de los arrabales; lejos de los centros de poder y riqueza. Los rapsodas, bardos, trovadores, juglares y poetas, son los expulsados, parias de la sociedad y del sistema. Recuérdese que en el siglo XIX los poetas, al salirse de todos los convencionalismos propios de la Época Victoriana, eran condenados al ostracismo social y a la vejación. Y si hablamos de vejación es pensando en el castigo que se le impuso a Óscar Wilde, cuyo único crimen fue haber amado con locura a un hombre más joven que él; el mismo delito por el que fue acusado Verlaine. En otras palabras, los poetas son transgresores, viven en el filo del abismo, son funámbulos sin vara; los atrae el vacío, el abismo, La Nada, Le Néant. Tal vez por eso fueron considerados malditos, como fue el caso de Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé y el mismo Verlaine; y antes, mucho antes, fue Villon el que escapó a la horca. Y aunque Victor Hugo escapó a esta visión de poeta maldito también vivió el escarnio público y político; hasta el punto que tuvo que exiliarse durante veinte años en la isla anglonormanda de Guernesay. Y cuando las noches están fuera de lugar, los días son llevados por una especie de villanía. Algunos pasos se pierden en el laberinto de los propios fantasmas, y otros se ven obligados a reconocer los caminos inhabitables como propios; como fue el caso de Hölderlin. De esta manera, respiramos una atmósfera diferente y algunos símbolos toman 3 BLANCO MÓVIL • 151-152 nuevos hilos, una descarga de peligros, una jungla de figuras no bautizadas. El exilio nos lleva a ocupar el lugar de los dioses, en ceremonias que aceptan un mundo sin dogmas, un terreno cambiante donde podemos construir nuestra propia morada que representa el descubrimiento del otro en nosotros mismos; así muchas veces para poder lograrlo el poeta tenga que recurrir al suicidio como es el caso de Alejandra Pizarnik o de Alfonsina Storni u Horacio Quiroga; entre muchos otros casos. Cuando las noches empiezan a dormir fuera de sí mismas y los días son capaces de jurar que no saben dónde están, las abruptas fuerzas del exilio, en su multitud de manifestantes, invaden las hazañas repentinas de todo gesto humano. Una mujer indefensa que sufre por las líneas torcidas de su mano. Un hombre escoltado por sus compañeros para llevarlo fuera del lenguaje. Una mujer que insiste en que los sueños que le fueron robados son suyos. Un hombre que se esconde de sus enemigos en otro idioma. Una mujer destrozada por la mordaz fiebre de sus secretos amantes. Un hombre que enmascara sus propios dolores contando con unos días más en la tierra que le desprecia. Estos son los caminos quebrados que llevan a la humanidad a escribir palabras de terror y pánico, envidia y usura. Las líneas manchadas de sangre y opresión. Las imágenes alarmadas por las tormentas de angustia. Los poetas, ya sean hombres o mujeres, descifran los tatuajes apócrifos de estos símbolos que buscan anular la potencia humana. No les importan las letras del sacrificio, pues llevan dentro una fuerza mayor, la llama de un humanismo que debe superar todas las formas de mezquindad y negación del ser. Los poetas marcan y acentúan la perversión hasta que se hace añicos y así preparan la tierra para una nueva cosecha de altruismo. El ser humano es un animal de mil colores y canciones que busca compartir la intimidad de todos los poemas escritos hasta ahora o por escribir. Y los poemas no cesan… La creación poética es una consagración de nuestro entusiasmo por la vida. Sus verdaderos motivos tocan el infinito como un deseo de expandir los sentidos. Justicia o dignidad poética. Las paradojas son la forma en que la historia se muerde la cola. La idea romántica de la desesperación debe interpretarse más como una determinación, la decisión de ponerse de pie, la necesidad de mantener la vida en constante movimiento. El exilio es un método para anular estos motivos; y en cierto modo es también el desafío de recuperar voces perdidas, el imperativo de crear nuevos misterios, de hurgar en las profundidades del inconsciente individual y colectivo. Según Fernando Arrabal el poeta vive en las catacumbas; una especie de caverna de la que habla Platón. Solo que el poeta no está encadenado ni mira solamente a las paredes de la roca. El Poeta, y eso lo saben muy bien los bardos de todos los tiempos, es más bien un iluminado, es el que araña, penetra y desvela los arcanos; trata de develar la verdad, aunque no siempre la comprenda. Es el caso de Raúl Gómez Jattin que vivió en los límites, en un eterno vértigo, su vida fue una montaña rusa de la que no pudo o no quiso escapar. Decidió ser el último tripulante de ese barco ebrio que un siglo antes abandonase Rimbaud y viajó a la última estación del infierno –la droga y el alcohol le sirvieron de óbolos– y allí se quedó…; a veces mudo, y otras aullando de dolor, de hambre y de soledad. Y por supuesto, ¿cómo no traer a colación a José Asunción Silva y a sus manuscritos desaparecidos en un naufragio? Silva, al igual que Rimbaud, muere muy joven, a los treinta años; y en su caso preciso de un disparo en el corazón, disparo que él mismo se propinó; aunque hay nuevas teorías que afirman que en realidad fue asesinado. La desaparición de su trabajo nos lleva a recordar a Malcolm Lowry y a sus manuscritos perdidos para siempre en el incendio de su cabaña al lado del mar a la que él llamaba Eridanus; otra forma de leer e interpretar el naufragio. Esto es lo que escribió después del incendio que en cierta forma devastó su vida: Qué horrible es el éxito, / peor que ver tu 4 casa en llamas / y las vigas cayendo, una tras otra, / mientras asistes, / sin testigos, / a tu condena. // La fama, / como una borrachera, / consume lo mejor de ti mismo y, sórdida, / te muestra que sólo trabajaste para ella. // Ojalá que nunca me hubiera besado esa puta, / y haber seguido siempre en las sombras de la / destrucción y el fracaso. La traducción al español es de Juan Luis Panero. Y no todos los poetas malditos son hombres, también encontramos mujeres; como es el caso de Mercedes Valencia, una poeta con una obra no muy voluminosa, pero sí importante. Una mujer brillante y con una voz propia, desgarrada, dolorosa, que corta como un cuchillo recién afilado. Mercedes Valencia estudió filosofía, se jugó su alma en un tablero de ajedrez y el huracán le robó las fichas. Al igual que Gómez Jattin la droga fue su única nao y el alcohol le sirvió de mar para navegar. Terminó viviendo en la calle; aunque hace algunos años su hija Luna la rescató del laberinto en el que trataba de escapar del minotauro que la acechaba en cada esquina de la ciudad que la vio nacer, aunque imagino que hace tiempo que recorre el laberinto de su propia psiquis; en ese caso no hay escapatoria posible, ella siempre será su rehén y su botín más preciado. El tema de la verdad es otro tratado sobre riesgos. El desorden como escenario de ruinas del alma humana debe superar la catástrofe de la inmovilidad. A veces, la moral exige una reversión de sus créditos. El poeta se reconoce en el agua sucia de las calles, en el emporio de las reliquias exaltadas. La poesía debe iluminar los espíritus oscurecidos por las religiones. Los dolores humanos cambian de ropa todo el tiempo e incluso, como las serpientes, mutan de piel. Viajar con estos vértigos permanentes es parte de lo que somos. Lo patético también es parte de la creación humana; aunque a veces nos neguemos a verlo; y no solo lo patético sino lo desagradable; como en ese portento de poema que es La carroña, de Baudelaire. En otros casos los poetas buscan un lugar donde la gente pueda enterrar u olvidar las desgracias; así a veces las llagas se vuelvan luego purulentas. Tal vez por eso los dolores, los tormentos y las aflicciones deben fluir como ríos. Las sociedades deben reconocer la inevitabilidad de sus errores y seguir adelante. Como dice André Breton: Abandonad vuestras esperanzas y vuestros temores. / […] Abandonad si hace falta una vida cómoda, aquello que os presentan como una situación con porvenir. / Lanzaos a los caminos. Y la que entendió muy bien esta premisa de Lanzaos a los caminos fue Matilde Espinosa puesto que nos legó una poesía de índole social que dio cobijo al desamparado, al oprimido, al olvidado. Ella misma dijo: Empecé a escribir poesía en prosa, sentí muy honda la lucha del pueblo, pero no hice poesía política ni de protesta, sino de solidaridad con la gente. Y la poeta Gloria Cepeda Vargas escribió: Vino al mundo en una región solitaria y abandonada. Por eso, desde que abrió los ojos, las diferencias sociales y económicas del país […] le salieron al paso. Ahí surgió su canto que venía del hondón de una tierra abrasadoramente bella y desamparada. Ahí encontraron eco el grito de dolor del indio, el trabajo desconocido y heroico de la maestra rural, el tañido del hambre, de la desnudez, de la miseria endémica y sobre todo la denuncia de la carga biológica y cultural que soporta la mujer en el mundo. Vale la pena recordar que Matilde Espinosa fue víctima de violencia intrafamiliar, por lo que muy joven decidió separarse de su primer marido. Una actitud valiente para una mujer nacida en 1910; de no haberlo hecho muy seguramente hubiese sido víctima de feminicidio, como lo fue Delmira Agustini; a quien su marido asesinó porque no soportaba que ella escribiese poesía y al mismo tiempo fue una brutal represalia que tomó en su contra por ser una mujer autónoma, inteligente y culta. Ella no sólo lo desafió al escribir poesía, algo que para él era una especie de “escándalo”, sino que osó separarse de él en una época en la cual las mujeres no abandonaban a los conyugues, 5 BLANCO MÓVIL • 151-152 sino que aceptaban, en estado de completa sumisión, las condiciones de represión y brutalidad que les impusieran en el hogar. La verdad es que la violencia de género sigue arraigada en lo más profundo de la sociedad actual; no es sino ver la tasa de feminicidios en América Latina y en España en el 2020 para darnos cuenta que el machismo y la misoginia son pilares de la sociedad patriarcal. Y casi un siglo después es Nadia Anjuman que es asesinada a golpes por su marido y suegros por la misma razón, porque escribía “versos”. Y es que las Erinias —o Furias—, pilares de la sociedad patriarcal, no soportan la libertad que otorga la poesía. Otra poeta que en cierta siguió los mismos pasos de Matilde Espinosa es Carmen Soler. Carmen Soler comenzó su vida profesional como maestra en una escuela rural —por lo que habría que recordar que Matilde Espinosa se creó con los niños nasa que acudían a la escuela rural donde trabajaba su madre como maestra, y es con ellos con quien aprende a hablar la lengua nasa antes que el castellano que comienza a enseñarle su madre en la intimidad del hogar—. Carmen Soler, por su parte, y como todos los paraguayos, hablaba perfectamente el guaraní. Este gran privilegio de hablar dos lenguas, una occidental y otra amerindia, les dio la posibilidad a ambas de comprender a la perfección un mundo que normalmente nos está vedado; y además les abrió posibilidades infinitas en la creación poética. En su estancia en el Chaco Carmen Soler conoce de primera mano el hambre y la desolación de los indígenas; así como el profundo olvido en el que los entierra el Estado. A veces, en realidad bastante a menudo, el genocidio tiene un rostro invisible. Esta confrontación de primera mano con el horror y el exterminio no podían dejarla indemne; es así como comienza a militar en el Movimiento Febrerista, y lo hace de la mano de su hermano Miguel Ángel Soler; luego lo haría en el Partido Comunista. Las fauces y garras del minotauro no tardaron en hacerla su presa favorita; fue encarcelada, torturada y estuvo en el exilio varias veces; hasta que, al fin, y bajo la dictadura atroz de Strossner, debió exiliarse definitivamente; nunca más pudo regresar a su tierra. No tuvo la fortuna de Rubén Bareiro-Saguier que pudo hacerlo cuando el sátrapa huyó al Brasil y donde murió tranquilo sin haber sido jamás juzgado por sus crímenes de lesa humanidad; entre ellos el haber participado activamente en la Operación Cóndor. Delia Weber, poeta, artista plástica, feminista militante y sufragista, también fue víctima de violencia de género de la parte de su primer marido; un diplomático dominicano que cuando bebía, y lo hacía bastante a menudo, se tornaba en un hombre violento. Delia Weber fue una de las alumnas del mítico Instituto para Señoritas Salomé Ureña, para entonces ya había estudiado arte bajo la tutela del profesor Abelardo Rodríguez Urdaneta. Delia Weber, al ser casada con un diplomático, vivió varios años en Europa, lo que sin duda le ayudó a convertirse en esa mujer comprometida con los derechos de la mujer. En 1931 se integra a la Asociación Feminista Dominicana y es nombrada vicepresidenta. Cuando Rafael Leonidas Trujillo sube al poder, la AFD lo apoya consciente que si hace un buen trabajo él a su vez apoyaría a la asociación en su aspiración por el sufragio femenino; y efectivamente lo logra. Incluso su lucha por los derechos de la mujer va aun más lejos y la AFD logra que el dictador apruebe un conjunto de leyes en las que se legisla en pro de la educación femenina, del derecho al empleo y además logra que las mujeres casadas tengan los mismos derechos de sus conyugues masculinos. Toda una revolución que se dio en el año 1942. —El sufragio femenino en Colombia solo se daría en 1954 bajo la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla; sin embargo, las mujeres solo pudieron en 1957 con la caída del dictador. Mientras que en Francia el voto femenino se aprueba en 1944; y en Suiza solo se da en 1971.— La lucha por los derechos de las mujeres va a operar un cambio en Delia Weber hasta el punto que luego se casa con un exiliado 6 español. De ahí en adelante no parará ni de publicar libros ni de pintar. Delia Weber es uno de los símbolos más importantes que tiene el feminismo en América Latina en general y en República Dominicana en particular; y por supuesto, en la poesía y en la plástica. Y justo antes encontramos a la feminista y poeta Teresa Wilms Montt, otra de las víctimas de la violencia del patriarcado. Su marido, sobrino del presidente chileno José Manuel Balmaceda, dipsómano y extremadamente violento, descubre que ella le es infiel con su primo Vicente Balmaceda, el castigo fulminante no se hace esperar, y Teresa Wilms Montt es internada a la fuerza en un convento donde intenta suicidarse. Vicente Huidobro la ayuda a escapar refugiándose en Buenos Aires. De allí pasa a Europa y finalmente se asienta en París. Cinco años después de no ver a sus dos hijas sus exsuegros viajan precisamente a París para pasar una temporada con las niñas; y aunque se le niega la posibilidad de vivir con ellas, al menos puede verlas continuamente; sin embargo, al cabo de unos meses los viajeros regresan nuevamente a Chile y Teresa Wilms Montt no puede soportar esta nueva pérdida y se suicida con una sobredosis de veronal. Solo contaba con veintiocho años de edad. Nuevamente la Hidra de Lerna del patriarcado se había tragado a una mujer excepcional y cuyo único delito era querer ser libre, autónoma e independiente. Y es que el patriarcado, léase fascismo, nos arroja a diario las muchas caras del exilio: expulsión y represión. Lo que nos obliga a salir de donde estamos y nos impide entrar donde queremos. No solo en su sentido geográfico, sino más bien como un destierro del alma. Una amplitud del significado de la soledad, la violencia que sufre la singularidad, la ruptura de conceptos, los caminos cavados contra los precarios órdenes de la existencia. Prisiones, tortura física y psicológica, represión, innumerables formas de exclusión y de avasallamiento, la perversión impuesta a los desencuentros; entre muchas otras variantes del exilio. Y persecución política e intelectual es la que sufrió Eunice Odio en el México de los años 60. En 1963 escribe varios artículos críticos en contra de la Revolución cubana y por ende de Fidel Castro; esta postura fue severamente condenada por la izquierda mexicana y como castigo deciden ignorarla y hacerla a un lado. Once años después moría prácticamente en el olvido y en una gran pobreza. La obra de Eunice Odio fue cuasi olvidada; por fortuna el olvido no es para siempre y en Costa Rica han hecho todo lo posible por rescatar su trabajo poético y ponerlo en el lugar que merece. Los intelectuales de izquierda —una izquierda mal comprendida, y que a lo mejor no le perdonaban que siendo mujer fuese inteligente, culta y además poeta—, no lograron su cometido. El machismo, la misoginia y la violencia de género, la llevaron a un oscuro rincón de la infamia en contra de las poetas que además de inteligentes sufren la exclusión por atreverse a pensar y a denunciar. Lo que nos lleva ineluctablemente a pensar en Heberto Padilla. En 1971 fue encarcelado y su liberación se logró gracias a la presión internacional ejercida por escritores de la talla de Julio Cortázar, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Juan Goytisolo, Octavio Paz, Juan Rulfo, Susan Sontag y Mario Vargas Llosa, entre otros. Sin embargo, comenzó el ostracismo que las dictaduras de corte estalinista, como la cubana, practican muy bien; por lo que Padilla comenzó a vivir como un paria. Olvidado, renegado, ahogándose en el alcohol, vivió una situación inmensamente precaria que lo obligó en 1980 a abandonar Cuba. Su salida fue permitida gracias a la presión internacional y sobre todo por la presión de Edward Kennedy; y aunque inicialmente llega a EEUU, es España su destino final; muere en el 2000, en el exilio, y a la edad de sesenta y ocho años. Los nombres se multiplican, con sus dolores y las heridas de la incomprensión. La negación 7 BLANCO MÓVIL • 151-152 del otro es una de las formas más despiadadas de exilio. Aquí recordamos el caso de Elena Garro (México, 1916-1998). Esta escritora, dramaturga y periodista, no sólo fue perseguida por los intelectuales de su país sino ignorada y manipulada por Octavio Paz, su propio marido, y con el que tuvo una hija. Su novela Los recuerdos del porvenir, escrita cuatro años antes de la publicación de Cien Años de Soledad, fue, según muchos estudiosos, el inicio del Realismo Mágico. Su legado literario es innegable y hay críticos que la consideran aún más importante que Paz. Incluso en un momento determinado decidió dejar las Letras y dedicarse únicamente al periodismo para no hacerle sombra a su flamante marido. No era la primera mujer ni la última que tomaría esa determinación tan absoluta y radical. Yo lo veo como una forma de automutilarse, de enterrarse viva, de esconderse en el laberinto sin un hilo de Ariadna que permita reencontrar el camino a casa. En este caso su Minotauro era Paz, el escritor considerado poco menos que un dios por los intelectuales del siglo XX. Su cercanía al PRI, y su posición con respecto a la Masacre de Tlatelolco, la convirtieron en una maldita; jamás se recuperaría de esa imagen. Como consecuencia de su supuesto papel de espía Elena Garro y su hija debieron partir al exilio. Poco antes de exiliarse escribió, palabras más palabras menos, que todo lo que hacía y escribía era contra Paz; que él era su enemigo. Hoy en día es considerada como la escritora mexicana más importante después de Juana Inés de la Cruz; la poeta y dramaturga que los jesuitas callaron. Y como gran paradoja es precisamente Octavio Paz el que va a hacer un estudio monumental de sor Juana. La monja que tuvo que exiliarse en un convento de clausura para poder leer, escribir e incluso para escapar al yugo del matrimonio; ya que tomar los hábitos era la única salida para una mujer del siglo XVI que rechazaba el matrimonio; la otra, era la prostitución; algo que por supuesto sor Juana nunca contempló. En todas partes de nuestra Iberoamérica, al menos el entorno que incluye esta edición, podemos ver estos muros sellados, los caminos bloqueados, los obstáculos inclementes que también forman parte del alma humana. A veces hay poetas que se exilian en su propia lengua, como es el caso de Raúl Bopp quien, aunque fue diplomático, nunca tuvo su libro Cobra Norato (1931) —uno de los títulos más refrescantes de la tradición lírica brasileña— publicado en otra lengua. Bopp siempre fue un viajero incansable y se enorgullecía de su vida ocupada y suficientemente intensa, diciendo que gracias a ella no necesitaba inventar hechos. El peruano César Vallejo fue otro gran exiliado, no por razones políticas sino por una decisión personal —léase exiliado en sí mismo—. El biógrafo Martin Seymour-Smith lo consideraba el mejor poeta del siglo XX y de todas las lenguas. Vallejo conoció la cárcel como consecuencia de un proceso a todas luces injusto, y que le mostró la otra cara de la sociedad de su época. Dos años más tarde, en 1923, migró a París para nunca más regresar a Perú, su patria. En París vivió una vida difícil y bastante precaria; incluso deambuló de hotel en hotel; la vida del arrabal, de la periferia, a la que se aludía anteriormente. En 1938, a la edad de cuarenta y cinco años, murió en su exilio voluntario. Dejó tras de sí una estela que resplandecerá por los siglos de los siglos y que acompaña las de sus amigos poetas. Todos ellos exiliados, perseguidos políticamente, o bien exiliados en sí mismos, se convierten en un solo poeta; y sus vidas azarosas en avatares. Los avatares del poeta. 8 9 BLANCO MÓVIL • 151-152 Aída Cartagena Portalatin (República Dominicana, 1918-1994) UNA MUJER ESTÁ SOLA Una mujer está sola. Sola con su estatura. Con los ojos abiertos. Con los brazos abiertos. Con el corazón abierto como un silencio ancho. Espera en la desesperada y desesperante noche sin perder la esperanza. Piensa que está en el bajel almirante con la luz más triste de la creación Ya izó velas y se dejó llevar por el viento del Norte con la figura acelerada ante los ojos del amor. Una mujer está sola. Sujetando con sus sueños sus sueños, los sueños que le restan y todo el cielo de Antillas. Seria y callada frente al mundo que es una piedra humana, móvil, a la deriva, perdido el sentido de la palabra propia, de su palabra inútil. Una mujer está sola. Piensa que ahora todo es nada y nadie dice nada de la fiesta o el luto de la sangre que salta, de la sangre que corre, de la sangre que gesta o muere en la muerte. Nadie se adelanta ofreciéndole un traje para vestir una voz que desnuda solloza deletreándose. Una mujer está sola. Siente, y su verdad se ahoga en pensamientos que traducen lo hermoso de la rosa, de la estrella, del amor, del hombre y de Dios. HENRI MATISSE ¿Dónde está Henri Matisse? Las manos de los colores nunca más con nuevos rostros y líneas compartirán mi celda. ¿Dónde? Componiendo la trama, envuelto en el color, donde el ángel dibuja. Bajo el cuerpo del cielo se retuerce su cara de pájaro tostado. En el surco que araba con sus manos se incendia la gloria, su gloria sin edad habituada para vivir edades. Ahora lo llamo al revés de la tarde en que dejó sin otra posada mi memoria. 10 Lo llamo con voz de sus verdades, con una voz de amante lo llamo a mi jardín de bronces. De pie vigilo la casa de su nombre. Henri Matisse grande como el océano, ¿dónde está el cargamento? Pienso cómo estarán hoy los amigos apegados a esa dudosa voluntad de obedecerlo. ¿Diste a ellos la clave? La clave que lograste con tu cuerpo de hambre, con la vanidad de ser puro, de darle tu perfil, expresamente. Nada me turba que desate recuerdos, que le ofrezca otra máscara, que dispare la honda a la campana mayor. ¿Dónde su piel, su cruz, las bestias? En Vence, con todas las estaciones del año. En Vence, con sus manos que eran alimento renovado. En Vence, sencillamente, con su mujer, su hijo su oro y el atavío de su nombre, Oh, montañas de Vence, ¿dónde está Henri Matisse? CÓMO LLORAR LA MUERTE DE UNA ROSA De todos los hombres que están vivos, ¿quién sabe algo? Eclesiastés ¿Cómo llorar la muerte de una rosa si los amaneceres han desdoblado el Mundo, y en la hierba que tiembla cerca de los rosales se han quedado las albas vueltas gotas de agua? Sólo desde la tierra tienen brillo de ámbar las estrellas. A la tierra amarga vuelva la lluvia del color de los rosales. Sentir como los musgos se asen a las piedras: ¡hay un rencor en la brisa viajera! Hombres no han llorado Por qué caen los hombres. ¿Cómo llorar la muerte de una rosa? BLANCO MÓVIL • 151-152 MUJER Un ser que aún no acaba de ser, No la remota rosa angelical, que los poetas cantaron. No la maldita bruja que los inquisidores quemaron. No la temida y deseada prostituta. No la madre bendita. No la marchita y burlada solterona. No la obligada a ser buena. No la obligada a ser mala. No la que vive porque la dejan vivir. No la que debe siempre decir que sí. Un Ser que trata de saber quién es Y que empieza a existir. [ELLA SE SIENTE A VECES] Ella se siente a veces como cosa olvidada en el rincón oscuro de la casa como fruto devorado adentro por los pájaros rapaces, como sombra sin rostro y sin peso. Su presencia es apenas vibración leve en el aire inmóvil. Siente que la traspasan las miradas y que se vuelve niebla entre los torpes brazos que intentan circundarla. Quisiera ser siquiera una naranja jugosa en la mano de un niño Alaíde Foppa (Guatemala, 1914-1980) 12 —no corteza vacía— una imagen que brilla en el espejo —no sombra que se esfuma— y una voz clara —no pesado silencio— alguna vez escuchada. LA PIEL Es tan frágil la trama que la rasga una espina, tan vulnerable que la quema el sol, tan susceptible que la eriza el frío. Pero también percibe mi piel delgada la dulce gama de las caricias, y mi cuerpo sin ella sería una llaga desnuda. EL SUEÑO En tan blando nido mi corazón descansa, ni lo asombran los perdidos fantasmas que se asoman. Pasa por mi sueño la ola calma de mi respiro. En tanto olvido el tiempo de mañana se prepara, mientras estoy viviendo efímera muerte. 13 BLANCO MÓVIL • 151-152 Alfonso Cortés (Nicaragua, 1893-1969) LA DANZA DE LOS ASTROS La sombra azul y vasta es un perpetuo vuelo que estremece el inmóvil movimiento del cielo; la distancia es silencio, la visión es sonido; el alma se nos vuelve como un místico oído en que tienen las formas propia sonoridad: luz antigua en sollozos estremece el Abismo, y el Silencio Nocturno se levanta en sí mismo. Los violines del éter pulsan su claridad. LA CANCIÓN DEL ESPACIO La distancia que hay de aquí a una estrella que nunca ha existido ¡porque Dios no ha alcanzado a pellizcar tan lejos la piel de la noche! Y pensar que todavía creamos que es más grande o más útil la paz mundial que la paz de un solo salvaje… Este afán de relatividad de nuestra vida contemporánea — es lo que da al espacio una importancia que sólo está en nosotros, — y quién sabe hasta cuándo aprenderemos a vivir como los astros — libres en medio de lo que es sin fin y sin que nadie nos alimente. La tierra no conoce los caminos por donde a diario anda — y más bien esos caminos son la conciencia de la tierra… — Pero si no es así, permítaseme hacer una pregunta: — ¿Tiempo, dónde estamos tú y yo, yo que vivo en ti y tú que no existes? 14 YO Muchos me han dicho: — El viento, el mar, la lluvia, el grito de los pastores… Otros: — La hembra humana y el cielo; otros: — La errante sombra y el invisible velo de la Verdad, y aquellos: — La fantasía, el mito. Yo no. Yo sé que todo es inefable rito en el que oficia un coro de arcángeles en vuelo, y que la eternidad vive en sagrado celo, en el que engrenda el Hombre y pare lo infinito. Por eso, mis palabras son silencio hablado, y en la fatal urdimbre de cada ser, encuentro difícil lo sabido y fácil lo ignorado… Yo soy el Mercader de una divina feria en la que infinito es círculo sin centro y el número la forma de lo que es materia. FUGA DE OTOÑO Aquí todo, hasta el tiempo se hace espacio. En los viejos caminos nuestra voz yerra como olvido, y un éter lleno recuerdos, se ha salido de nosotros el alma, para vernos de lejos. El cielo es como un fiel recuerdo de colores, en que tú arremolinas, luz sonora, tus vientos; la loca de la tarde hunde sus pensamientos de luz, en la epidermis de seda de las flores. Yo hilaré con el blanco vellón de los vesperos, horas de amor sutiles, concisas y espaciosas viendo venir las pálidas parejas amorosas en la convalecencia feliz de los senderos. 15 BLANCO MÓVIL • 151-152 Alfredo Gangotena (Ecuador, 1904-1944) DE LO REMOTO A LO ESCONDIDO Tanto soy y más la brizna de saturada espina A cuya sed perenne se acrecientan los desiertos. Sangre adentro y de soslayo iré por consiguiente, Como van las tempestades, Hacia aquel país cerrado a toda mente, País de Khana, cuando al paso, en las sales densas de la muerte, Habré de hablarte, Toda en escombros, ciudad de Balk. No hay empero reparos de horizontes. ¿En dónde estoy, a dónde me conduce lo inaudito? ¡Oh Príncipe de innumerables plantas y llanuras, A aquella fuerza de soledad me atengo De tu nocturna condición! Atrás dejé las puertas, las sabanas en aliño. Los que sois de presa; Magnates, caciques de la tierra, empolvados sobrestantes, Velad el campo ausente. Profesores y otras huestes, vosotros los de la especie cotidiana, ya no vivo de vuestra ciencia ensimismada. Pronto me acusas, Aire desnudo, Doblegas mi ceño, Me das el pánico de lobos aullando bajo la abrupta claridad lunar. Al romper entonces la procesión oscura de esta sangre coagulada, A más de la intrínseca solidez de mi sombra y de mis dientes, ¡Oh selva transparente, Tus vientos primordiales se desprenden de intensa luz En mis recintos! 16 ¡Oh mía de mis años! Las plazas comentadas, los caminos, las edades, Cuánto he recorrido en virtudes de tu imagen trascendente. Como holanes de rocío en torno de tantas frondas agostadas, Mil rumores de tus sienes prevalecen en mi espíritu. Mis gotas caen. El ala irrumpe a través de tus tensos jardines soñolientos. La premura aún De este ser tan secreto y transparente como el néctar de las flores. Allá sin tregua La extensión continua, el fragor de la conquista. El espacio aquél, a brote de epidermis. Tal recibe el eco, en vertientes albas de tu cuerpo, Mandatos consabidos de luz oculta. ¡Oh cuerpo femenino a cuya entrada se extasían las tormentas, Los ciclones! Al amparo de una lámpara perdida en su esplendor de azufre, Aquí te imploro, en la concentración de mis entrañas, En las caudalosas lunas de mi adviento. Bajo este rotundo cielo atravesado de miradas y de clamores, Más allá de todo ambiente, te escucha mi ansiedad. En la eternidad de mis cenizas se verán las glorias de tu sangre, Las dulzuras de tu empeño. TEMPESTAD SECRETA, I Las razones de la vista: aparecen consiguientes las llanuras, el cárcavo de las selvas. Encendidas aves, romped de vuelo mis cristales; Las consabidas alas de este mirar, La luz naciente que en soledades llevo a los más altos ayes, Juntad las de vez segura ya en su común medida, en su cenit secreto. Me devora, del espíritu, la absoluta permanencia de estos polos. Te escucho, como el ámbito a sí mismo de los cielos, Allá en cuantas las miradas, en el golpe a ciegas de mi paso. Sangre desnuda que vertiré en tu flanco: De ella mi sudor de angustia, de cesación y noche. Con el ceño adusto al trasluz de las sienes, Toda inquieta en cima de voces, De pronto me acusas a deudas, a más rehenes. 17 BLANCO MÓVIL • 151-152 ¡Habrá espacio de cabida Junto al labio gota a gota de tus senos? ¡Mente, de flores tan vacía! Afuera el grito, los deleites; A darte encuentro, las brisas relucientes. Me mantuve afuera, en suelo de leones: Deseando el cumplimiento de tu sexo, De cuanto jugo a altas horas de este cuerpo seminal, De cuanto crece en la pendiente. Ya no miro. Me golpea la sangre de los ojos. En trances tales de denuedo como el párpado de los héroes, Ya no asiento el calcañar. ¡Oh vientre, oh boca en la frontera! Pecho absoluto de mis ansias, Me vacías, pecho mío, de substancia y tiempo en derredor. Y reparos, valladares y provincias A cuanto supe desear. ¡Abridme! llevo el ala fatigada De arrecios tantos, de espumas y de celos. Estoy de pena y resonancias, Más aún: de gala y esponsales. Os diré ayes como un latido de aguas. Abridme las urnas, al conjuro de estas lágrimas. ¡Oh vehemencias! mis venas agolpadas en su cúmulo. ¡Oh huésped mía de delicias: De monte en valle, de noche en claro, de tienda en tienda, Cabe el temblor seminal de las rodillas, Como el ámbar del estío en la cepa de la vid, ¡Te acrecientas de presencia, —penetrante y temblorosa de substancias seculares! Su contorno en mis sabores: ¿me estuvo acaso, me está vedado? Van mis órdenes: a su merced, la hacienda. ¡Y jugos tales en mi cuerpo, de aquella prenda oculta tan deseada! Crecida noche, en su caudal de luna, ¡oh gargantas de blancura! ¡Ay! decidme cuánta savia de mi lecho. Más adentro la pupila, las moradas, cuánto lo escondido. De vivas flores, en la cumbre, abierta al calor de mis entrañas. Ya podrá Ella entonces desnuda luego palpitar. 18 ¡De riberas adelante! ¿Dónde están los montes, las otras potestades? En tela de su dicha, ¿dónde cabe más algo desear? Ni seda otra, ni tal soporte. Me conoces, me presentas en campos desatados. Oh primicias de este único menester! Mi frente airada, Amor, los ayes, ¡oh cuenca eterna de salivas! De moradas me regalan. Y tu vientre abierto en mi pesadumbre de caricias. E! labio sumo mío cae de los siglos, a tu boca concebida, ¡A la herida declarada de tus senos! 19 BLANCO MÓVIL • 151-152 Alfredo Silva Estrada (Venezuela, 1933-2009) SENTIDO Sintiendo en el instante creemos: no hay arriba ni abajo, igual cuando nada surge (pero habitamos con acento) E igual se afirma arriba, abajo, en el centro, el necesario resurgir. Y sentimos la negación destrozada, acento. Acentuándose, sintiendo el macizo remoto ¡qué vértigo en las manos! cerradas, abiertas al estar así sintiendo lo rugoso, lo liso. Y jamás volver a sentir esta calma reconocida en el vértigo. No está en las manos. Tan simplemente cóncava, está. Y sentimos aquí, hasta remotamente. Sintiendo ilímite recreándose nos cerca más allá y en los párpados. Recreación. Y se retrae pues quedamos a nivel desbandado sosteniendo y sostenidos por lo que permanece retraído y surgiendo. Sentir esto sólo y no dice la lengua su sentir. Variación saboreada del saber del sabor en la lengua sintiendo lo intransferible. A solas y a nivel desbandado sintiendo todo siempre extraño. Y los ojos ¿en qué contacto intransferible? Casi visión sentir el aire siempre extraño hasta el olvido de la asfixia. Sintiendo, olvidamos. Otro sentido a nivel desbandado nos atrae. Ni disensión ni tropos es la sed del sentido por hallarse instando, acentuándose, conduciéndonos sin posesión en el sentir. 20 EN LOS UMBRALES En los umbrales Ante puertas erectas No hay desgaste apenas plenitud Ni barniz cuarteado ni leño carcomido Ni rostro oculto tras el rostro Serenidad apenas Nadie insinúa en la noche Los relieves del día no vivido Nadie graba en lo oscuro Borrosos frutos Está allí erguido como nunca Bajo las vetustas arcadas Y los puentes de un antes que se esfuma Estás allí En todos los lugares comunes rezumantes Los sexos En recios extravíos y entre los surcos suavizados ¡Quién lo afirma junto al ciprés más hendido y tanta hierba inquebrantable? Frente a frente posible Por este día en vislumbres que se arriesga en el júbilo 21 BLANCO MÓVIL • 151-152 DE UN NAUFRAGIO Sola en el vado está la proa. Incapaz de rehacer el naufragio, ya remota extensión sin sosiego. Emergerán los peces con un girar de llaves recobradas, defensoras del templo. (Oh las gradas del órgano. El ábside expandido como gallo hacia el alba. El vitral que aventura cometas por un cielo de hiedras y de arañas) Mas estarán perdidas las noticias boscosas. Un niño habría salvado los espectros. Y el timón carcomido ajustado a la tabla final nos cantaría su barca, sabedora de riesgos. O los restos humanos hinchados en el cejo, lejos hoy del estertor de sus arranques, libertarían pupilas de resina y hondo bullir de insectos, nacidos del desgaste. Allá en el vado sola está la proa. Un pájaro se inmola en su brasa de canto. 22 Alice Lardé de Venturino (El Salvador, 1895-1983) [DE SÓLO IMAGINARME…] De sólo imaginarme que tu boca pueda juntarse con la mía, siento que una angustia secreta me sofoca, y en ansias de ternura me atormento… El alma se me vuelve toda oído; el cuerpo se me torna todo llama y se me agita de amores encendido, mientras todo mi espíritu te llama. Y después no comprendo, en la locura, de este sueño de amor a que me entrego; si es que corre en mis venas sangre pura, o si en vez de la sangre corre fuego… [¿CUÁNDO VENDRÁS?] ¡Cuándo vendrás, amor, que tanto espero! ¡Cuándo vendrás, amor, a darme vida! ¡Desfallezco esperándote…! ¡Ya muero entre mis propias llamas consumida! Soy una antorcha humana que fulgura encendida de amor, en el camino, y busco de otra antorcha la hermosura para hacer, de dos fuegos un destino… ¡Soy una antorcha humana que fulgura eternamente viva y crepitante!… ¡Cuándo vendrás, amor!… ¡Fuego y ternura, ya saltan de mis poros desbordantes!… ¡Cuándo vendrás, amor, que tanto espero! ¡Cuándo vendrás, amor, a darme vida! ¡Desfallezco esperándote…! ¡Ya muero! entre mis propias llamas consumida…! ALAS… Según como las utilices las manos pueden servirte de alas: Ponlas al servicio de tu pensamiento y verás cómo, ennoblecido, te elevas sobre las miserias humanas… Si los ríos son la sangre generosa de la montaña inconmensurable, el pensamiento del hombre es la sangre más noble de la humanidad… Empínate sobre las cumbres: ¡las cumbres incitan al vuelo…! Un golpe de ala hace flexible y dócil el movimiento; varios golpes seguros y persistentes acumulan todas las energías necesarias al vuelo… Escucha, amigo: ¡según como utilices las manos pueden servirte de alas! 23 BLANCO MÓVIL • 151-152 SED ¡Tengo un hondo deseo de estar hoy en el campo por ver cómo se mecen los dorados trigales; acostarme en la grama y escuchar ese canto rumoroso, del viento, entre los carrizales! Sumergirme en las ondas de la fuente armoniosa y correr como cierva por la verde pradera, mientras cae la tarde simulando una rosa que ya mustia se dobla en plena primavera. Y después ¡oh mi sueño! escuchar de natura, mientras lenta me duermo, la sonata divina, y soñar que en tus brazos de infinita ternura estoy aprisionada como una golondrina. 24 Ana María Rodas (Guatemala, 1937) LIMPIASTE LA ESPERMA Limpiaste la esperma y te metiste a la ducha. Diste el manotazo al testimonio pero no al recuerdo. Ahora yo aquí, frustrada, sin permiso para estarlo debo esperar y encender el fuego y limpiar los muebles y llenar de mantequilla el pan. Tú comprarás con sucios billetes tu capricho pasajero A mí me harta un poco todo esto en que dejo de ser humana y me transformo en trasto viejo. POETA El viejo rito me posee Varias noches sin sueño después baja el río de sangre me ahogo en ella y renazco nueva como moneda redonda como un sueño perfecta en mi dolor recordando sólo lo suficiente del pasado para construir la telaraña con la que cubro mi cama de soltera IRRUMARE No recuerdo Valeria lo que esa palabra Significa sé que en algún momento Veranio antes de partir en medio de la gloria del amor la susurraba No la escuché jamás en boca de mujer alguna ellas decían fellatio yo me dejaba Es una lástima Valeria que ni tú ni Lesbia sepan tampoco el sentido de esa expresión será de alguna retórica arcaica? Veranio no regresa todavía Y la dichosa promesa me hace temblar hasta la lengua 25 BLANCO MÓVIL • 151-152 MUJER QUE DUERME La mujer ve la luna cruzar por el rectángulo y abraza al perro antes de abrirse al sueño. Luna sobre la piel piel de sirena Sueños desportillados amaneceres blancos Se estira, lee lo que escriben sus amigos los ama tanto los ama a todos El penacho del volcán le avisa que hay viento norte A los cincuenta y tantos, dueña de una ventana de diez metros de largo su vientre está dormido Las sábanas son frescas La ciudad gime La mujer sueña LAVÉMONOS EL PELO Lavémonos el pelo y desnudemos el cuerpo. Yo tengo y tú también Hermana dos pechos y dos piernas y una vulva. No somos criaturas que subsisten con suspiros. Ya no sonriamos ya no más falsas vírgenes Ni mártires que esperan en la cama el salivazo ocasional del macho. 26 Blanca Wiethüchter (Bolivia, 1947-2004) RAPSODIA PRIMERA a caballo desciendo del sueño, y sin saberlo hacia un febril paisaje poblado de oscuras potestades. fue un día en que miraba ciega la medida del vasto cielo que cubría la isla, al soplo de los vientos del norte que aquí convocan los cautos fuegos de verano. ¿cómo imaginar, la presencia de un gran mal altivo? ardoroso, como pozo negro en el mar dispuesto, como volcán, a echar piedras encendidas langostas voraces sobre campo labrado. ¿cómo imaginar entonces los faroles de la muerte al interior de la isla? ilusa de mí sin lámpara de ojo precoz. al descansar bajo la sombra de un frondoso molle de perlas escarlata el soplo velado de un vanidoso viento levanta la seda azul que cubre mis ojos arrogantes. una paloma cenicienta cruza el cielo del país de norte a sur, de norte a sur. ¿sabes tú que las palomas grises son de mal agüero? ¿lo sabes tú? y no vas a creerlo, como para confirmar el signo malhadado tres cuervos me arrebatan las joyas 27 BLANCO MÓVIL • 151-152 que adornaban mi bandera un no sé quién me coloca un racimo de uvas amargas en la palma de mis manos, como si fueran ellas vasijas vacías. pero fueron los lirios los que me urgieron retornar a mi morada. fueron los lirios. vuelve a casa. me digo, vuelve a casa mientras presiento la miseria de un ácido paraíso de hojalata. en el umbral de lo que fue toda mi gloria se habían anclado los más insólitos caprichos. en el centro del patio encolumnado rodeado de coloridos despojos, desaires y deshechos de años un mal olvido acumulaba trajes como laderas de basura. y debajo de esta infecta colina casi despedazado, un cajón de tumultuosas voces briznas de palabras, hojarasca, envolturas confundiendo al más despierto. irreconocible es el lazo que las unía. el magnífico salón: una ruina vapores de espesos insecticidas envenenando la atmósfera. los muebles en discordia como gritos de seres arrancados de su sitio colinas de cenizas, montañas de insultos: insanos, insalubres. oscura cosecha de una ácida colmena. ahí estaban. feroces las enemigas secretas. espectros de lo que soy. ahí estaban. sentadas en el comedor de ébano. harapientas, mendigando la luz de mis mejores días. hurtando felicidad ajena a su desgracia. corrompiendo la luz con su opaca presencia. ahí estaban. las mujeres pordioseras. 28 las mujeres silenciadas. las mujeres perturbadas. hay funestas hermanas, los suburbios nos han capturado bajo las turbias incubaciones de otras voces rencorosas. así no podremos vivir más entre nosotras. ¿quién lavará el limo de nuestros ojos encendidos? ¿con qué agua? ¿de cuál manantial? si el tallo se corrompe no habrá flor reluciente ni fruto sosegado. ay nefastas criaturas, las tinieblas no pueden ser nuestra mejor alianza oh muchachas, si el tallo se corrompe ¿quién cuidará de la flor? para encender el fruto ¿dónde las dulces manos jardineras? salí a la calle dando de gritos. las largas avenidas sólo diseñaban las rutas de un violento cielo. un estruendo de piedras lloraba por los senderos antiguos. sólo el cementerio yacía mudo. sólo el cementerio nada decía porque ahí se aplican ciertas medidas desconocidas. EL REPOSO Entro en mi casa y me alojo en su centro esperando la temperatura que enmudece los ruidos inútiles. en un andar del silencio comienza el mundo en un olor a fuego en una hoja en un cambio de sábanas en una gana de hacer cosas no siempre precisas. ya no soy la misma y mis pasos en la voz resuenan más oscuros. Otro es el sol que arde en los crepúsculos que contemplo viajera inmóvil pienso sólo quiero cuidar de lo vivo y tener luz para él y mis niñas. 29 BLANCO MÓVIL • 151-152 EVOCACIÓN Al atardecer, en esta ciudad —en el café de la universidad—, estábamos los dos, los tres, los cinco… húmedo de luz, y detenidos en la corriente de una respuesta instantánea. Y éramos cálidos En la intimidad del humo, Ciegos en la noche intocada, Para descubrir un día El esplendor y la desdicha De un paisaje ávido, Que entraba por la ventana. Llegó un nombre Llegó un canto y ardió el hombre Para entregarnos El latido de una fiera obstinación. 30 LOS PERDEDORES CAEN EN LA LONA Ser el ganador es una vulgaridad. Yo, personalmente, me sentiría abochornado si me levantaran el brazo ante la multitud en el cuadrilátero bajo una luz de oprobio. ¿Por qué? ¿Porque derribé a un luchador solitario que ni siquiera combate conmigo sino consigo y a lo mejor era mejor que yo? ¿Por qué no le levantan el brazo también al que está en la lona caído si peleó lo mismo? Gene Tunney era mejor que Dempsey. No un bruto. Un científico. Un poeta que escribe en su Autobiografía, ARMS FOR LIVING: “Allí estás solo. No hay amigos allí. Te la juegas sin nadie. No hay partidarios excepto tus brazos”. El perdedor estudió su técnica en anteriores combates. La suya y la del adversario. Las comparó en rollos de películas proyectadas en el comedor, después de la cena, con sus hijos. Niños de ardientes pómulos confiados en su fuerza. Seguros de la victoria del padre. Pero tal vez el perdedor estaba perdidamente enamorado de su esposa y roto por el insomnio. Como Jack Brennan. —Sí. Como Jack Brennan. Y durmió mal la víspera del encuentro. No le respondieron los reflejos. Se le agarrotaron los tendones del muslo. Demasiado clinch. Deficiente trabajo de piernas y juego de cintura Carlos Martínez Rivas (Nicaragua, 1924-1998) 31 BLANCO MÓVIL • 151-152 frente al otro: sereno, manteniendo la guardia ortodoxa sobre la pierna izquierda hasta el gancho mortífero, como el gesto del embozado en el cartón de Goya. El sudor del esfuerzo espaldar. El tallado torso refulgente como diamante. Un prisma proyectando un espectro de brazos como luz en haces. Pero nadie sabe que uno piensa cuando boxea. Piensa en una caja de música de niños y una esposa en trámites de divorcio. Sentada Dios sabe dónde. Dos ojos neutros en trámite de divorcio. Ganar: vergüenza profesional. Perder: destino sin concesiones. Si todos somos, nadie es más grande. Si la victoria de uno es la derrota de otro, toda victoria es, en algún lugar, un fraude. PEQUEÑA MORAL Van dirigidas estas líneas a quien poseyó: la Belleza, sin la arrogancia la Virtud, sin la gazmoñería la Coquetería, sin la liviandad el Desinterés, si la desesperación el Ingenio, sin la mofa la Ingenuidad, sin la ignorancia todas las trampas de la feminidad, sin usarlas. 32 BESO PARA LA MUJER DE LOT Y su mujer, habiendo vuelto la vista atrás, trocose en columna de sal. Génesis, XIX, 26 Dime tú algo más. ¿Quién fue ese amante que burló al bueno de Lot y quedó sepultado bajo el arco caído y la ceniza? ¿Qué dardo te traspasó certero, cuando oíste a los dos ángeles recitando la preciosa nueva del perdón para Lot y los suyos? ¿Enmudeciste pálida, suprimida; o fuiste de aposento en aposento, fingiéndole un rostro al regocijo de los justos y la prisa de las sirvientas, sudorosas y limitadas? Fue después que se hizo más difícil fingir. Cuando marchabas detrás de todos, remolona, tardía. Escuchando a lo lejos el silbido y el trueno, mientras el aire del castigo ya rozaba tu suelta cabellera entrecana. Y te volviste. Extraño era, en la noche, esa parte abierta del cielo chisporroteando. Casi alegre el espanto. Cohetes sobre Sodoma. Oro y carmesí cayendo sobre la quilla de la ciudad a pique. Hacia allá partían como flechas tus miradas, buscando… Y tal vez lo viste. Porque el ojo de la mujer reconoce a su rey aun cuando las naciones tiemblen y los cielos lluevan fuego. Toda la noche, ante tu cabeza cerrada de estatua, llovió azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. Al alba, con el sol, la humareda subía de la tierra como el vaho de un horno. Así colmaste la copa de la iniquidad. Sobrepasando el castigo. Usurpándolo a fuerza de desborde. Era preciso hundirse, con el ídolo estúpido y dorado, con los dátiles, el decacordio y el ramito con hojas del cilantro. ¡Para no renacer! Para que todo duerma, reducido a perpetuo montón de ceniza. Sin que surja de allí ningún Fénix aventajado. Si todo pasó así, Señora, y yo he acertado contigo, eso no lo sabremos. Pero una estatua de sal no es una Musa inoportuna. Una esbelta reunión de minúsculas entidades de sal corrosiva, es cristaloides. Acetato. Aristas de expresión genuina. Y no la riente colina aderezada por los ángeles. La sospechosamente siempre verdeante Söar con el blanco y senil Lot, y las dos chicas núbiles, delicadas y puercas. 33 BLANCO MÓVIL • 151-152 Carmen Ollé (Perú, 1947) SUBURBIO Aquélla, la más perversa nunca amó. Se enredó en mis brazos entre sábanas. Sabia, los pies hacia la puerta… Irascible, su único defecto era su única virtud, al placer amó más que al dinero, a una cicatriz que a un collar de perlas. Yo que frecuento las tabernas cerca al mar sé que ella piensa en Lautréamont —nombre desconocido— y en la melancolía de un atardecer gracioso como un ojo vaciado. ANGUSTIA (a Verlaine y Rimbaud) Quién vive quién como yo respira el aire hediondo de los bares Un hombre una mujer dos hombres tomados de la mano mientras la voz del tabernero suspira al monzón maloliente de las divinas que voluptuosas y magníficas siempre vestidas de escarlata estas mujeres que se han declarado el amor abiertamente esta noche ¡Vengan bufones! Presto ¡Chsss! Malandrines ebrios de baba ebria como sus dueñas la noche nos arrastra juntos sus gruesas palabras no alteran mis oídos permisivos gracias a Dios a quién más sino el ruido que se descompone aquí dentro en mí es mi harto corazón harto no es mi cuento si amanece el sol no me va ni me viene ¡Vengan! chillen morsas ante la Virgen loca 34 AMOR Y ODIO De joven fui generosa. Llené mis arcas con codicia y también las vacié. CAVALCANTI Si una rosa no alcanza la plenitud, de tu destreza —Guido— no respondería. La dama siempre de espaldas sonrió a un paisaje añorante. Puesto que esa mujer más que razonar sueña, ella es en su quietud más vieja que tu exilio, y si otro besara su cuerpo amado ¿Tu regreso sería inútil? Como cualquier locura, viento o blasfemia que mueva a quien tanto ambiciona puesto que esa mujer no ambiciona sino sueña se ha mantenido joven en su pobreza. Y si alguien derramara el vino atento sobre ella, y otro la besara en su coño, que sería, entonces, si un viajero… EN EL OLVIDO Deja ya Carmen de andar por ahí contando a todos tus dolores; con tanta queja a nadie haces bien y el culpable se vanagloria, Crece en riqueza y poder. Dice que hay una tonta ya madura —aunque no lo parezca— que vierte por él sangre. Si tu cuerpo no alcanza en otro cuerpo la gloria: que el sueño te recompense. 35 BLANCO MÓVIL • 151-152 NOCHE LARGA Mi ciudad es de arena y viento espeso con pedazos de luna en las esquinas, medallones de sombra en los jardines y un aire de terror sobre los techos. Nadie acudirá por más que grites. Nadie responderá por más que llames. Ha levantado muros de silencio que ahogan las palabras en el aire. Mi ciudad es de calles infinitas y de ella no saldrás por más que andes. El temible Taú-Taú de fuego fatuo te hará perder el rumbo si es que partes; te transformará en fantasma inquieto, te hará vagar por patios y zaguanes, te enredará en las cuerdas de arpas indias y en un idioma dulce de pañales. Mi ciudad te habrá envuelto en sus encajes como el hilo y la espuma de una araña. y querrás reaccionar y será tarde. Serás un preso más entre sus presos o la sombra azul que viborea en el río profundo que la abraza. Pero como es de arena y viento espeso habrá volado entera en el mañana. EXILIO Estoy llena de culpas y tengo que decirlas, pero antes necesito verte el corazón en los oídos porque hablo con el mío entre los dientes. Carmen Soler (Paraguay, 1924-1985) Me siento culpable de estar viva, de reír y cantar, de comer con apetito, de tener abrigo, casa y calles para andar y amigos con quienes hablar a veces tonterías. Me siento culpable de estar sana, de que me guste la vida y su alegría, de escribir, recordar y hacer poesía. No tengo otra forma de luchar y eso también es culpa mía. ALGUIEN CANTA A Obdulio Barthe Bajo los cielos ásperos sobre la tierra violenta alguien canta. Allí donde jamás avisa el día ni existe un atisbo de los ruiseñores, alguien canta. Allí donde el silencio se rompe solo a gritos y las palabras de amor se dicen en secreto, alguien canta. Allí donde los hombres están desnudos y amarrados a los cepos, alguien canta. Frente al pelotón de los fusilamientos, alguien canta. ¡Escucha! ¡Levántate! Alguien canta. 36 37 BLANCO MÓVIL • 151-152 [TENGO QUE DECIR DE DÓNDE VINE] Tengo que decir de dónde vine, porque todos los que conmigo llegaron han olvidado aquel país sin cuerpos. Aquí desde el fondo de mi sangre, avanzo por este impulso hambriento como una dolida bestia inconclusa: ¿No cantaré mi orilla de paraíso y el áureo corazón de esbelta luz? La tierra de ahora pertenece a mis manos, pero hay detrás una fronda de recuerdos. Alguien evoca las rutas del éxtasis, el puro dominio del amor sin quebranto , y las formas que parecen bellas durmientes en una profunda y quieta revelación. Ahí comienza la idea del nardo abriendo su aromado triunfo sobre la suave amistad de la colina; también el contorno del pájaro más leve y la alegría del niño que pasa con su dulcísima boca de flor. De arriba, de tan alto que nadie podría alcanzar su poder primero, bajan en blancos torbellinos los fuegos esenciales —los que no queman todavía ni tienen órbita— y la fina semilla del alma ya señalando su pesada vivienda. Claudia Lars (El Salvador, 1899-1974) 38 Entonces inventa el silencio sus cítaras de musgo y el sonido sus palabras creadoras; penetra el dolor al sueño de estos caminos, al brote más intacto de los deseos y al corazón que no conoce su dibujo. Es la trémula escala, es el descenso joven y el lento retorno por hostiles peldaños. Midiendo nuestro arrastre nos alienta El Que Sabe: el huésped de los labios que alumbran. Exilada estoy, exilada, y a la vera de lo eterno quiero aprisionar un esparcido semblante ¿No veis que ando llorando por la casa de los mortales y que de nombres inestables he recogido mis coronas? Sí, yo advierto lo incorpóreo y los pálidos viajes que salen de las tumbas. Anoche me aleccionaba un lucero, y en el otoño que entrega el árbol amarillo me duele la edad de la memoria y esta carne sorda o anhelante que es el terrible amarre de mi otro ser. A decirlo me obligan, a revivir lo que se niega o se borra. En trance de cante debo explicarlo, para que las cosas no renazcan tan ciegas y una paloma vuele de aquella piedra de odio. Le llamo mi paraje, mi espacio de unidad y de absoluto deslumbramiento. Está adentro y afuera, en las zonas inefables, aun reciben y empujan los ríos del tiempo. Pienso que el tiempo se ha resuelto en mis ojos y es algo así como un engaño de colores. Del latido de una lágrima brotó su siempre fugarse y trenzando con la distancia burla o desgarra nuestra pobre pequeñez. 39 BLANCO MÓVIL • 151-152 Contra los ayes de soledad y el que va por mi deleite, contra el deleite y el temor que están siempre esperándome, contra todo batallo para salvar mi otra estatura y en medio de los contactos soy la despierta de medianoche. ¡Oh fuerza de aprenderme en estos nudos de pena, cambiando lámparas y repitiendo pecados! La verdad me ha encendido un jardín dentro de un libro y anuncio a los pocos que me entienden las luces más sencillas y próximas. [ESTÁ MIRANDO EL CIELO] Está mirando el cielo, pero se apoya en una escala de ceniza y define su invencible linaje antigua en ella misma y pasajera. Sé que retorna para el breve latido entre gorriones y niños sin tiempo, derramando su cintura de ráfaga, su piel de olor y su cercana muerte. ¿Puedo guardar mi labio cuando ella quema su tiernísimo cuerpo y prepara las órbitas del suspiro y dispone de la abeja geométrica? A su cautivo fuego llega mi fuego libre, con su entrega de llamas, y toca las orillas de un aromado incendio y recibe su júbilo y su alianza. Mientras todo lo vivo tiene sombra en el rostro ella, la embellecida, arde en el suyo para siempre. ¡Mirad el eslabón de su primer mañana, su panal voluntario y su viaje sediento! De un deshecho arrebato vuelve a su reino por azul semilla 40 y en ciudadela de aire se defiende y convoca puñales y violines. Esposa renovada que salta del olvido con su paso de miedo. ¿Dónde sus verdes ángeles nupciales, su llave de oro y su misterio? ¡Ah, ceñidla de asombro! ¡Buscad su noche ardiente y su combate! Yo podría decir su lámpara de pétalos. Ella dirá, tal vez, mi tiempo de rosales. [TE ELEVO SOBRE EL MUNDO Y EL ENSUEÑO] Te elevo sobre el mundo y el ensueño, ¡escultura de luz, de aroma y canto! Ala impaciente, roce de tu manto, tácito y puro en vida y en diseño. Te sostiene mi verso, tan pequeño —piedra de espuma, base del encanto— y en vigilias y vórtices de llanto sierva soy al servicio de mi dueño. Toda belleza en ti dobla su gracia, toda gracia precisa sus virtudes, toda virtud aumenta su eficacia. Se alza de mi verdad tu nombre fuerte y en espacio de soles y laúdes quiebra el ángulo frío de la muerte. 41 BLANCO MÓVIL • 151-152 Clementina Suárez (Honduras, 1902-1991) COMBATE Yo soy un poeta, un ejército de poetas. Y hoy quiero escribir un poema, un poema silbatos un poema fusiles. Para pegarlos en las puertas, en las celdas de las prisiones en los muros de las escuelas. Hoy quiero construir y destruir, levantar en andamios la esperanza. Despertar al niño, arcángel de las espadas, ser relámpago, trueno, con estatura de héroe para talar, arrasar, las podridas raíces de mi pueblo. EL HOMBRE Y SU ESPERANZA Ahora me miro por dentro y estoy tan lejana, brotándome en lo escondido sin raíces, ni lágrimas, ni grito —Intacta en mí misma— en las manos mías en el mundo de ternura creado por mi forma Me he visto nacer, crecer, sin ruido, sin ramas que duelan como brazos, sutil, callada, sin palabra para herir, ni vientre que rebase de peces. Como rosa de sueño se fue formando mi mundo Ángeles de amor me fueron siempre fieles, en la amapola, en la alegría y en la sangre. Cada caracol supo darme un rumbo y una hora para llegar. Y siempre pude estar exacta. A la cita del agua, de la ceniza y la desesperanza … Frágil, pero vital, fue siempre mi árbol al hombre y al pájaro le fui siempre constante Amé como deben amar los geranios, los niños y los ciegos. Pero en cualquier medida estuve siempre fuera de proporciones, porque mi impecable y recién inaugurado mundo tritura rostros viejos modas y resabios inútiles. 42 Mi caricia es combate urgencia de vida, profecía de cielo estricto que sostienen los pasos. Creadora de lo eterno, dentro de mí, fuera de mí, para encontrar mi universo. Aprendí, llegué, entré, con adquirida plena conciencia de que el poeta que va solo no es más que un muerto, un desterrado, un arcángel arrodillado que oculta su rostro, una mano que deja caer su estrella y que se niega a sí mismo, a los suyos, su adquirido o supuesto linaje. De esta ciega y absurda muerte o vida, ha nacido mi mundo, mi poema y mi nombre. Por eso hablo del hombre sin descanso, del hombre y su esperanza. MÁGICAMENTE ILUMINADO COMO EN UN PARAÍSO Me salí de mi vestido y fui a dar con mi cuerpo, y pude comprobar entonces el valor de mis pies, mis manos, mis piernas, mi estómago, mi sexo, mis ojos y mi cara. Supe del deleite que cada uno de ellos me ha dado y me he dicho de improviso: ¡qué contorno mágico el de mi costado, qué antiguos y nuevos ecos en el hilo de mis venas, que voz en la garganta, qué sílaba impronunciable en el labio y que sed detenida en la garganta! Apresuradamente he salido por la puerta disparada a caminar, a tocar el suelo con mis pies, a lanzar flechas encendidas por los ojos, a devorar paisajes, a enredar mis manos en jeroglíficos de relámpagos, a dejar detenida aquí en mi sexo —árbol fructificado— el aroma de la vida. He absorbido, he olfateado, he gritado vivir, vivir, vivir. Como si despertara una y otra vez y fuera abeja laboriosa que libara su miel astral. Alba que cuajara aquí en el pecho, armero que trabajara día y noche su cumplida labor. Abro precipitadamente las puertas de mi aposento y tiro lejos la sábana. Me asomo al espejo como una morada que no habrá de retenerme. Como un propósito alucinado, brilla mi anillo de piedra color malva, mi lámpara, mi reloj, detenidos en los umbrales del tiempo. Mis zapatos desvelados a la orilla del lecho y mi rostro deambulando por el sueño como una decoración para un poema escrito en las líneas de la mano, o en el destello metálico de mis sentidos tulipanes siempre ardiendo. Mi perfil de arcángel danza con el rayo, detiene sus reflejos en la frente y derrumba con su fuego el corazón como en un paraíso mágicamente iluminado. 43 Delia Weber (República Dominicana, 1900-1982) ENCUENTRO Iba por el campo pisando las espigas, mis pies eran ligeros y mi cuerpo como una sombra. Me reñiste por no saber lo que hacía. Oí al viento sollozar; pero no comprendí… de lo alto del campo venía el río cantando como un coro de niños… Quise sentir el frío del agua y posé mis pies gozosos, dando la alegría de mi corazón. Me reñiste por no saber lo que hacía. Se nublaba el cielo pero no comprendí… Distraída, jugaba en el olvido de todo. Me llamaste desde lejos… Corrí a tu encuentro… Cuando llegué estabas pálido, volviste la espalda y, yéndote, me señalabas atrás. Yo me senté a llorar; pero no comprendí… Un día me fui espigando flores, inocentemente, por el campo… Y los regaba por donde habías pasado tú… Mi cuerpo ligero velaba sobre tus huellas, escondido; pero no viniste… Después (como si la claridad hubiese dicho lo que era…) cogí agua, flores y espigas, y fui a ti, que me esperabas, y las regué sobre tu cuerpo… Sonriendo me diste el conocimiento: aquel campo era mío. y besé tu agua, tus espigas y tus flores… EN FUGA Espacio abierto… El camino, dulce y agrio, de playas y piedras, se muere al sol crepuscular. Y al hilo del canto se parte en la urdimbre del tiempo. Toda cuenta ajustada. Todo adiós resuelto. Ya, inmensamente lejos… ¿Y los grandes amores que dejo sobre la tierra de muertos, cómo los reconozco? ¿Y los grandes amores idos cómo los encuentro en el océano infinito del ser vivo? 44 Delmira Agustini (Uruguay, 1886-1914) EL INTRUSO Amor, la noche estaba trágica y sollozante Cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura; Luego, la puerta abierta sobre la sombra helante Tu forma fue una mancha de luz y de blancura. Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante; Bebieron en mi copa tus labios de frescura, Y descansó en mi almohada tu cabeza fragante; Me encantó tu descaro y adoré tu locura. ¡Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas; Y si tú duermes, duermo como un perro a tus plantas! ¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera; Y tiemblo si tu mano toca la cerradura; Y bendigo la noche sollozante y oscura Que floreció en mi vida tu boca tempranera! ÍNTIMA Yo te diré los sueños de mi vida En lo más hondo de la noche azul… Mi alma desnuda temblará en tus manos, Sobre tus hombros pesará mi cruz. Las cumbres de la vida son tan solas, Tan solas y tan frías! Yo encerré Mis ansias en mí misma, y toda entera Como una torre de marfil me alcé. Hoy abriré a tu alma el gran misterio; Ella es capaz de penetrar en mí. En el silencio hay vértigos de abismo: Yo vacilaba, me sostengo en ti. Muero de ensueños; beberé en tus fuentes Puras y frescas la verdad: yo sé Que está en el fondo magno de tu pecho El manantial que vencerá mi sed. Y sé que en nuestras vidas se produjo El milagro inefable del reflejo… En el silencio de la noche mi alma Llega a la tuya como un gran espejo. Imagina el amor que habré sonado En la tumba glacial de mi silencio! Más grande que la vida, más que el sueño, Bajo el azur sin fin se sintió preso. Imagina mi amor, mi amor que quiere Vida imposible, vida sobrehumana, Tú que sabes si pesan, si consumen Alma y sueños de Olimpo en carne humana. Y cuando frente al alma que sentía Poco el azur para bañar sus alas, Como un gran horizonte aurisolado O una playa de luz, se abrió tu alma: ¡Imagina! ¡Estrechar vivo, radiante El imposible! ¡La ilusión vivida! Bendije a Dios, al sol, la flor, el aire, ¡La vida toda porque tú eras vida! Si con angustia yo compré esta dicha, ¡Bendito el llanto que manchó mis ojos! ¡Todas las llagas del pasado ríen Al sol naciente por sus labios rojos! ¡Ah! tú sabrás mi amor, mas vamos lejos, A través de la noche florecida; Acá lo humano asusta, acá se oye, Se ve, se siente sin cesar la vida. Vamos más lejos en la noche, vamos Donde ni un eco repercuta en mí, Como una flor nocturna allá en la sombra Yo abriré dulcemente para ti. 45 BLANCO MÓVIL • 151-152 LO INEFABLE Yo muero extrañamente… No me mata la Vida, No me mata la Muerte, no me mata el Amor; Muero de un pensamiento mudo como una herida… ¿No habéis sentido nunca el extraño dolor De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida Devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor? ¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida Que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?… Cumbre de los Martirios!… Llevar eternamente, Desgarradora y árida, la trágica simiente Clavada en las entrañas como un diente feroz!… Pero arrancarla un día en una flor que abriera Milagrosa, inviolable!… Ah, más grande no fuera Tener entre las manos la cabeza de Dios! 46 Dulce María Loynaz (Cuba, 1902-1997) ETERNIDAD No quiero, si es posible que mi beneficio desaparezca, sino que viva y dure toda la vida de mi amigo. Séneca En mi jardín hay rosas: Yo no te quiero dar las rosas que mañana… Mañana no tendrás. En mi jardín hay pájaros con cantos de cristal: No te los doy, que tienen alas para volar… En mi jardín abejas labran fino panal: ¡Dulzura de un minuto… no te la quiero dar! Para ti lo infinito o nada; lo inmortal o esta muda tristeza que no comprenderás… La tristeza sin nombre de no tener que dar a quien lleva en la frente algo de eternidad… Deja, deja el jardín… no toques el rosal: Las cosas que se mueren no se deben tocar. LA EXTRANJERA No era bueno quererla; por los ojos le pasaban a veces como nieblas de otros paisajes: No tenían color sus ojos; eran fríos y turbios como ventisqueros… No era bueno quererla… Adormecía con su voz lejana, con sus palabras quietas que caían sin ruido, semejantes a escarcha ligera de marzo en las primeras rosas, sin deshojar los pétalos… Alguien por retenerla quiso hacer de toda su vida un lazo…Un solo lazo fuerte y duro… Ella con sus frágiles manos rompió el lazo que era lazo de vida… (A veces, nieblas de otro país pasaban por sus ojos…) No era bueno quererla. Siempre, amor Siempre, amor: Por arriba del beso que fue comida de gusanos y de la rosa que se pudre, cada mañana azul, en la caja del muerto. 47 BLANCO MÓVIL • 151-152 Por arriba mil lunas de este hilo de baba que en el suelo dejó el molusco pálido; por arriba del pan mezclado con ceniza, de la mano crispada junto al hierro. Siempre, amor… Más allá de toda fuga, de toda hiel, de todo pensamiento; más allá de los hombres y de la distancia y del tiempo. Siempre, amor: En la hora en que el cuerpo se libra de su sombra… Y en la hora en que la sombra va chupando el cuerpo… Siempre, amor… (¡Y estas dos palabras náufragas, entre alma y piel clavadas contra el viento!) SELVA Selva de mi silencio, apretada de olor, fría de menta. Selva de mi silencio, en ti se mellan todas las hachas; se despuntan todas las flechas; se quiebran todos los vientos. Selva de mi silencio, ceniza de la voz sin boca, ya sin eco; crispadura de yemas que acechan el sol, tras la espera maraña verde… ¿qué nieblas se te revuelven en un remolino? ¿Qué ala pasa cerca que no se vea succionada en el negro remolino? (La selva se cierra sobre el ala que pasa y que rueda.) Selva de mi silencio, verde sin primavera, tú tienes la tristeza vegetal y el instinto vertical del árbol. En ti empiezan todas las noches de la tierra; en ti concluyen todos los caminos. Selva apretada de olor, fría de menta. Selva con tu casita de azúcar y su lobo vestido de abuela; trenzadura de hoja y de piedra, masa hinchada, sembrada, crecida toda para aplastar aquella, tan pequeña, palabra de amor… 48 Enrique Gómez-Correa (Chile, 1915-1995) [LA CABEZA, LA INTELIGENCIA Y LA RAZÓN] La cabeza, la inteligencia y la razón constituyen el primer paso en el ordenamiento del paño Pero lo que cuadra en el día la razón En la noche lo descuadra la locura. La primera piedra en un edificio la deposita la razón La última la retira la locura Los más hermosos pisos son los que no se construyen Uno lo sabe Las mejores puertas de escape las proyecta la lógica. La razón tiende a empalar la mano La locura la flexibiliza. Fría como la lógica y caliente como la locura Lo concreto pesa igual que lo abstracto Lo imaginario igual que lo real Yo amo los números irracionales. Casa ideal de la Mandrágora es la subterránea O la que se construye más allá de las nubes Pero siempre con pasillos y laberintos donde pasean alfiles Y montar torres a caballo por sobre peones arribistas Hasta llegar al sitio donde el rey y la reina se hacen el amor Todo bajo el juego de espejos repletos de fantasmas y de leones Casa secreta en una ciudad secreta con poesía secreta Casa y ciudad de la Mandrágora. Aquí el árbol está razonablemente bien plantado Con su tronco, sus ramas y sus hojas en orden Bien nutrido, tranquilo ¡Cuidado! Los leñadores también se trastornan. [TE INTRODUCEN EN EL INTERIOR DE UN TUBO] Te introducen en el interior de un tubo Para contar las vibraciones de la tiniebla Y traspasarlas a los latidos de su corazón Que se va desgastando con el peso de los días La obscuridad le detiene el pulso Y su vida se alarga Pero nada queda en la memoria Y el hoyo se agranda cada vez más No sé qué pasaría Si no se anudara el tiempo a la memoria Y una vida sin memoria no es vida Pero es tiempo que se fue inútilmente El olvido quema la yerba Dejando abierta la avenida Por donde ha de pasar Nuestro primer amor. 49 BLANCO MÓVIL • 151-152 LO VISIBLE Y LO INVISIBLE El calor de una estrella extraviada en el espacio disuelve el hilo que separa lo visible de lo invisible Y desde ahora es difícil distinguir entre lo real y lo imaginario Entre el cuerpo y el alma Entre los objetos y su sombra Entre lo racional y lo irracional Entre la belleza y la fealdad Como la risa visible o invisible Lo angélico y lo infernal Lo bueno y lo malo El sueño visible y el sueño invisible. He pronunciado tanto tu nombre Te he buscado por cielo mar y tierra Para decirte que mi amor era visible como tus hermosas manos Aunque invisible como mi alma. Para decirte que eras visible en todos los rincones de la memoria Y que mi imaginación invisible jugaba con todos tus gestos Con todas tus suaves y dulces palabras Que mi mano invisible sobre tu mano alargada se hacía visible Tu amor y mi amor a la vez visibles e invisibles. Ahora son dos esferas que ruedan por las escaleras Anuncias la visible alegría y la invisible tristeza Nada de lágrimas que denuncien tus sentimientos. Debemos sentarnos en la sala de espera Hasta que llegue la que llena de gozo tu alma y la mía Contando los minutos, las horas, los días ¿Quién pudiera saberlo? Sin embargo Lo cierto es que lograrás ser invisible En el instante mismo Que la más bella y la más definitiva de las mujeres Te tome del brazo Diciendo: abandona la cáscara que te hace visible Ya, es la hora, La hora de tornarse invisible Sin vuelta Y para siempre 50 EL SILENCIO Los pájaros desde el silencio cantan. Desde enjambres de amor y de tormento cantan. Desde prisiones y en la dilatada casa del aire cantan. Entre cipreses de la muerte cantan. Pero un pájaro solo que ha atravesado el Fuego solo en lo alto solo y extático en misteriosos cielos de silencio y alma canta. [PORQUE ME TRAÍAN TU SUEÑO…] Porque me traían tu sueño yo amé los cielos de la tarde y los árboles solos. Y amé los mares en el alba y las barcas abandonadas, porque en ellas iba encontrando ¡tu recuerdo! Ya sin los cielos de la tarde ni los mares del alba ¡te tengo! Libre de las imágenes ¡te tengo! Esther de Cáceres (Uruguay, 1903-1971) Porque ahora te amo en esta soledad mía sin recuerdos. [HUYES DE MIS MANOS…] Huyes de mis manos, forma del vaso sencillo y seguro: -¡pero desde el sueño te canto como si tú también fueras sueño! Huyes de mis manos por caminos que ningún pájaro conoce; y mi voz te persigue heroica, como un secreto fino y terco. ¿Eres sólo una voz callada y sin recuerdo? ¡Forma del vaso sencillo, profunda como el sueño!… 51 BLANCO MÓVIL • 151-152 LA FUENTE Entre árboles extáticos y flores soñolientas, cuando todos los astros del verano caen sobre los jardines con ardiente cadencia tus surtidores cantan sobreviviendo! Remotas aguas, columpiados barcos descansan en tu dulce cara quieta. Tus tranquilos mármoles se dan al aire y sueñan y la gran noche mágica del jardín se levanta para ver nuestro encuentro. La muchedumbre de las fuentes canta por esta sola boca tuya ¡Fuente! Ya puedo amar sin vértigos este espejo de sombras, este canto; porque ciñes los mares de mi ser en la noche y detienes el Tiempo! 52 Ven Te probaré con alegría. Manojo de lámparas será a mis pies tu voz. Hablaremos de tu cuerpo con alegría purísima, como niños desvelados a cuyo salto fue descubierto apenas, otro niño, y desnudado su incipiente arribo, y conocido en su futura edad, total , sin diámetro, en su corriente genital más próxima, sin cauce, en apretada soledad. Ven te probaré con alegría. Tú soñarás conmigo esta noche, y anudarás aromas caídos nuestras bocas. Te poblaré de alondras y semanas eternamente oscuras y desnudas. POSESIÓN EN EL SUEÑO Ven Amado Te probaré con alegría. Te soñaré conmigo esta noche. Tu cuerpo acabará donde comience para mí la hora de tu fertilidad y tu agonía; y porque somos llenos de congoja mi amor por ti ha nacido con tu pecho, es que te amo en principio por tu boca. Ven Comeremos en el sitio de mi alma. Antes que yo se te abrirá mi cuerpo como mar despeñado y lleno hasta el crepúsculo de peces. Porque tú eres bello, hermano mío, eterno mío dulcísimo. Tu cintura en que el día parpadea llenando con su olor todas las cosas, tu decisión de amar, de súbito, desembocando inesperado a mi alma, Tu sexo matinal en que descansa el borde del mundo y se dilata. Eunide Odio (Costa Rica, 1922-1974) 53 BLANCO MÓVIL • 151-152 DECLINACIONES DEL MONÓLOGO I Estoy sola, muy sola, entre mi cintura y mi vestido, sola entre mi voz entera, con una carga de ángeles menudos como esas caricias que se desploman solas en los dedos. Entre mi pelo, a la deriva, un remero azul, confundido, busca un niño de arena. Sosteniendo sus tribus de olores con un hilo pálido, contra un perfil de rosa, en el rincón más quieto de mis párpados trece peregrinos se agolpan. II Arqueándome ligeramente sobre mi corazón de piedra en flor para verlo, para calzarme sus arterias y mi voz en un momento dado en que alguien venga, y me llame… pero ahora que no me llame nadie, que no quepo en la voz de nadie, que no me llamen, porque estoy bajando al fondo de mi pequeñez, a la raíz complacida de mi sombra, porque ahora estoy bajando al agónico tacto de un minero, con su media flor al hombro, y una gran letra de te quiero al cinto. Y bajo más, a las inmediaciones del aire que aligerado espera las letras de su nombre para nacer perfecto y habitable. Bajo, desciendo mucho más, ¿quién me encontrará? Me calzo mis arterias (qué gran prisa tengo), me calzo mis arterias y mi voz, me pongo mi corazón de piedra en flor, para que en un momento dado alguien venga, y me llame, y no esté yo ligeramente arqueada sobre mi corazón, para verlo. y no tenga yo que irme y dejar mi gran voz, y mi alto corazón de piedra en flor. SATCHMO LIROFORO ¿Te acuerdas, Louis Armstrong, del día en que viajamos por un corredor de sonidos que amábamos hasta la muerte? ¿Recuerdas la onomatopeya que no salió al paso y que nos dio un trono de un solo golpe? Parece mentira, Louis, amor mío, que hayamos compartido tantas cosas, tantas ramas y tan gran número de espumas. Parece imposible, Louis, que entre nosotros se deshagan las formas del azul que nos acompañaban; que tú, dardo, arma del ángel vivo, te lances a donde nadie podrá reconocerte sino por tu alegría, por tu voz de durazno, por tu manera de prolongarte en la luz y crecer en el aire. No creo que haya desaparecido del mundo la manada de resplandores que nos seguía. Más bien creo que se ocultan en el tiempo y que no será consumidos. 54 Tú, continuación del fuego, pedestal de la nube, desinencia de mariposa, andas hoy al garete entre harinas y entre otras materias incorruptibles que te guardan como guardan a todos los justos, a todos los hermosos cuya hermosura viene de lejos y no se va nunca, y se incendia cada día igual que la altura. Satchmo, querido hasta la música, soñado hasta el arpegio, las arpas de David y sus graves de cobre te están tocando el alma y los clavicémbalos el cabello sin fin. Ricardo Wagner está de pie, aguardándote en una azotea tetralógica, lleno de flores que andan y crecen continuamente. Ricardo Wagner está en sí mismo viendo que llegas al dominio de los cristales, armado de la trompeta bastarda y de la baja tocando un son del viento, sonando como un trueno recién nacido, y húmedo y perfecto. Y yo, sombra sonora del futuro también estoy allí, soñada por dos cuerpos transparentes que se besan y funden y confunden en la gran azotea tetralógica donde todo es tan claro como Dios y el amor y los árboles. 55 BLANCO MÓVIL • 151-152 56 Germán List Arzubide (México, 1898-1998) ASÍ, SURGEN LAS Ciudades que inaugura mi paso mientras los ojos de ella secuestran el paisaje /…/ los hilos del telégrafo van colando la noche y en las últimas cartas regresó la distancia y con la boca abierta el crepúsculo espera que se resbale la primera estrella /…/ El balcón de su adiós se entrega entero en una conversión en las esquinas las muchachas inéditas han encendido los voltaicos y el paisaje metido en los eléctricos va diciendo los nombres retrasados Un vals en el exilio remendado de notas de colegio Y cruzado de brazos el HOTEL lacrado con el grito de todos los países y un pobre tiempo viejo Esta ciudad es mía y mañana la arrojaré a puñados al camino de hierro ESTACIÓN Artículo 1º hay que tocar el piano en la balsa de los andenes. Mientras las locomotoras bufan su impaciencia las arañas tejen su tela con hilos de música para apresar la mariposa eléctrica. La mecedora sube por los peldaños de las notas y un pájaro se deshila en una obertura fascista me perdí en la noche lamida de sus medias. ¡Cómo pesa este techo!! Allá fuera una rosa está pidiendo auxilio y pensar que los postes se mueren de fastidio, Einstein no ha descubierto quién inventó las moscas. Era tan jugosa de imposibles su boca. Al fin sus manos se hicieron pedazos. Pero a pesar de todo un grillo da su conferencia interceptando el mensaje crispado de las estrellas. 57 BLANCO MÓVIL • 151-152 SILABARIO Mutt y Jeff no sabían que ella se extravió en mis brazos por esto la Academia no la puso en su diccionario. El otoño imprudente nos espió por el ojo de la chapa y el silencio iba en zancos. Será el muerto el que chifla la Adelita en la esquina? Esto de las traiciones son chismes de la luna. GRAN CONCURSO junte los trozos de humo de su cigarro y le daremos un premio la noche se ha caído de mis manos. Si la vida hablara!!!! Se gratificará sin averiguación a quien devuelva una lista de nombres extraviada entre Chapultepec y el cine UFA. ¿En 1950 las mujeres llevarán anclas? Hay que tirarse de 40 pisos para reflexionar en el camino. En esta hora de calcomanía desilvanada las manos de la risa están sembrando alas. 58 CIELO E INFIERNO Hotel Margot. Un preservativo cae en las sombras de la noche. Insaciabilidad. Un deseo lúbrico yace en tus entrañas cibernéticas: robot (un anuncio de Coca Cola o de cualquier otro producto atraviesa las cortinas). La escatología de tus nervios llega a mi ser profundo. Estás sedada de psicotrópicos, sedada por tus nalgas de hule, el jazz y la marihuana. Élite del submundo al cual aspiro, blue de los edificios, refugio antiatómico, búnker, licor aún más letal que el Sida. ¡Ven, demonia, a mi pulpa plástica, a mi perforador mecánico, ven, bestezuela ideada en las calles de Hong Kong! ¡Ven, muñeca Penthouse, ser que siento en mi silla esquizoide, en la silla de mi Tía Petra, en la silla de mi Lucy! Esta arqueología de la palabra descubre el hueso, el terremoto psíquico que una inestabilidad de la razón y sus conexiones cavernícolas. El Sol cae en la niebla de las ciudades su ojo penetra en la cartera de la prostituta y en el libro oculto de Babilonia. Su estupor de desgano insolente seca las lagañas del borracho. Algo más hermoso es el río que desciende a los subterráneos de la piedra a la cueva del numen primitivo. Lejos, las corrientes magnéticas atrapan la vibración de los cerebros. Su idea después y antes de la muerte penetra en la dimensión gnóstica. Una isla telepática es la aurora boreal. Uvas del Averno son las nubes. En el hielo danzan la luz y un trópico de volcanes hunde su lava. (Hay un mundo de suspensión vital donde se viaja congelado, morgue de las urbes y sus sonámbulos). Era la transfiguración de andróginos en Ángeles. Era un sonido de un violín en la calavera, espina de neutrones, roca de los Himalayas y águila de museo. Un rascacielos asciende en el espacio de los ascensores, infierno de Babel de todas las Bolsas de valores del mundo. La metafísica de sus bolsillos la llevan en sus lenguas de hostia. Los matrimonios de sus hijos, y el lujo de sus entierros llevaron el estigma de un duende en la ley de la selva. Porque han hecho del dinero un fin el microcosmos de su alma ha muerto. ¿Qué hastío en sus clubes cuando el pederasta peluquero los divierte, Guillermo Sáenz Patterson (Costa Rica, 1944-2019) BLANCO MÓVIL • 151-152 o el último chisme se hunde en sus apretadas bocas? Sus piscinas coloradas encierran el secreto de sus negocios. Les amenaza el esqueleto bruñido de un amante y alguna broma presidencial dicha con mirada de buitre. No siempre es de esta manera. Pero el pueblo —pequeño burgués—, burgués aristocrático, la necesita pegajosa y dulzona y ella acude al Chalet del Mar Azul- Cahuita- Samara- Nosara. ODA AL MARQUES DE SADE (ATARDECER) ¡Oh macabra senectud! ¡Oh violada ponencia de las estrellas! La amargura tiembla en el vino, la sal en la arruga serena de los firmamentos; nadie acude a la oscura mancha de la embriaguez. El cirio tembloroso, la tarde atada a su castigo, son la herida de mis errabundos ojos. Nadie acude a esta llaga de ámbar, a esta soledad de olas sin espuma. ¡Hay un grito de insecto en tus ojos, rocío de soneto líquido! El atardecer, cansado como los muelles sin óxido, cansado como el bastón de los balcones, expira,… expira,… el pétalo del perdón. ¡Sade, Sade, quisiste de tu virtud la perla dorada de los ensueños, quisiste de la vida el barco podrido de las perdidas algas! ¡No hay perdón en los pechos del cardo!, ¡No hay risa en la violeta de los ojos! 60 ¡Sade!, Sade, primera condena de las cumbres sin abismos, escarabajo del nervio marinero. ¡Oro de la tarde que huye! ¡Oro de la copa sin saciarse! La flor sin calaveras, hueso rosado de la aurora, fueron el néctar de tu solitaria celda. El atardecer de la gloriosa golondrina, la campanada en el triste musgo, saciaron tu sed de verdugo laborioso. ¡Nada me pertenece sino la conjugación del vicio y la virtud! ¡Oh dolores preciosos! ¡Oh asmas de la naturaleza! Son dos misterios parecidos: ¡segundos de la huida!, ¡ciervo de la lanza fugaz! ¡noche sin paralelo! Es su negrura invocada, Loco buscador de la luz, me remonto, distante, EL SUICIDIO DE MAYAKOVSKY Fue la noche terrible Donde tu paso fue dado. Subiste las escaleras Y tus lágrimas eran de hielo. Tu boca mordió la sangre del pueblo; Sereno y pálido te lanzaste. Más que volar tu golpe fue dado a la poesía, A la poesía del amor y las multitudes. Tu altitud fue una soga, una puñalada suicida. Cuando la rosa desojo sus pétalos Tu dolor inundo los abismos. No fue desengaño ni odio Sino un eco revolucionario. Por eso al morir te saludan los pájaros. Ellos que vuelan saben de tu inocencia. Bajaste al infierno Y subiste al firmamento, Al firmamento de los que dicen: ¡Para siempre! Nunca olvidare tu rostro de locura En aquella noche sangrienta. Subiste un peldaño, un peldaño más frio que el diamante, Y tu lágrima de fuego rodó. 61 BLANCO MÓVIL • 151-152 Harold Alvarado Tenorio (Colombia, 1945) LLAMA Con las viejas canciones volvía a la muchacha de la una de la tarde. La incansable pianola repetía un perfume de talco barato, blusa de colegial y miradas furtivas. Fueron tiempos donde el insaciable no hartaba la sed del corazón. Veinte años después, una mañana, ese olvidado placer volvió a visitarlo. Ahora ella tenía veinticuatro años, hablaba una lengua que ignoraba el bolero; era color de nieve y una inmensa espiga coronaba su cabeza. No se repite la historia, repitió. Supo, no obstante, que la vida está hecha de gestos. Esa mañana, un aire, que venía del tiempo, Había mecido aquella cabellera Deteniéndolo todo. ORO DEL CUERPO De estos labios que te festejaron te escapas. Como en la canción que oímos en Place Gerson mis manos que vistieron de oro tu alma han envilecido. Recuerda los Balenciaga, el tufo de Chanel, las medias, veladas, y los cortos rosados de Dior. Ah, y ese vino de aguja: Blanquette de Limoux. La herrumbre del tiempo te repugna. No así el metal que en la puerta repica. Eres bello. Soy viejo. Te amo. 62 REPUGNANCIA Y VEJEZ El asco que depara declinar se distrae con metálico. La altanería cobra las palabras, los gestos, los genitales, la lluvia con oro del orín, los orgasmos y el cristal del semen. Luego, odia e insulta. Una caja de banco, desdentada, es la vejez, donde parné extrae —con asalto y engaño— belleza y juventud. Sucumbir, entonces, es el único entreacto de estar vivos. CAFÉ HAVANA Taconea la noche un resplandor de genitales que celebra la belleza de un mundo de sobras y agravios. Ellos beben. Ellas también. En Café Havana atesoramos horas que no tuvimos y amores que tampoco llegaron. Tarde acudimos a un banquete donde todo, descartada la vejez, es mejor que la muerte. BORGES Mi viejo siamés, ha encanecido mejor que su amo. Tiene el bozo color de la canela, poco platica y sus ojos azules no delatan ni odio ni envidia ni asco. Pero no acepta que Luna, la chica que ahora le corteja, más bella que Selene, comparta el sueño con este pobre viejo que se ha rendido a los ardides de la bella. Antes, dormía inmensamente solo, ahora prohíben mi sueño con sus desagrados. ¡Nadie sabe para quien trabaja¡ 63 BLANCO MÓVIL • 151-152 Heberto Padilla (Cuba, 1932-2000) HEINRICH HEINE En una de estas tardes me pondré guantes blancos, frac negro, sombrero; iré a la calle Behren, cuando nadie se encuentre en el café, y no se haya formado la tertulia y nadie me pueda reconocer excepto Heinrich Heine, pues debo hablar con él, que sabe cuánto oculta la gloria y la ponzoña, el exilio y el reino (y que lo sabe bien). Escéptico, burlón, sentimental creyente… (Así lo describió Gautier) Pero ¿de quién hablaba? ¿De nosotros o de él? Porque ¿quién no ha opinado contra sus sentimientos? ¿Contra quién no ha graznado un cuervo de hiel? En una de estas tardes… Enfundaré los ojos de Teresa, se los pondré delante a Heine de modo que comprenda que también supe de ellos y los desenterré. Le diré que es mi modo de ser contemporáneo. Haremos una larga reverencia (son ojos de otro siglo, descubiertos por mí…) Esta tarde tal vez… Cuando el brumoso mirlo salte de rama en rama y sólo Heine se encuentre en el Café, y nadie pueda nunca saber que anduve entre walkirias, nornas, parcas del norte, que yo también he sido un desenterrador. EN TIEMPOS DIFÍCILES A aquel hombre le pidieron su tiempo para que lo juntara al tiempo de la Historia. Le pidieron las manos, porque para una época difícil nada hay mejor que un par de buenas manos. Le pidieron los ojos que alguna vez tuvieron lágrimas para que contemplara el lado claro (especialmente el lado claro de la vida) porque para el horror basta un ojo de asombro. Le pidieron sus labios resecos y cuarteados para afirmar, para erigir, con cada afirmación, un sueño (el-alto-sueño); le pidieron las piernas, duras y nudosas, (sus viejas piernas andariegas) porque en tiempos difíciles ¿algo hay mejor que un par de piernas para la construcción o la trinchera? Le pidieron el bosque que lo nutrió de niño, con su árbol obediente. Le pidieron el pecho, el corazón, los hombros. Le dijeron que era estrictamente necesario. 64 Le explicaron después que toda esta donación resultaría inútil sin entregar la lengua, porque en tiempos difíciles nada es tan útil para atajar el odio o la mentira. Y finalmente le rogaron que, por favor, echase a andar, porque en tiempos difíciles esta es, sin duda, la prueba decisiva. FUERA DEL JUEGO A Yannis Ritzos, en una cárcel de Grecia ¡Al poeta, despídanlo! Ese no tiene aquí nada que hacer. No entra en el juego. No se entusiasma. No pone en claro su mensaje. No repara siquiera en los milagros. Se pasa el día entero cavilando. Encuentra siempre algo que objetar. ¡A ese tipo, despídanlo! Echen a un lado al aguafiestas, a ese malhumorado del verano, con gafas negras bajo el sol que nace. Siempre le sedujeron las andanzas y las bellas catástrofes del tiempo sin Historia. Es Incluso anticuado. Sólo le gusta el viejo Armstrong. Tararea, a lo sumo, una canción de Pete Seeger. Canta, entre dientes, La Guantanamera. Pero no hay quien lo haga abrir la boca, pero no hay quien lo haga sonreír cada vez que comienza el espectáculo y brincan los payasos por la escena; cuando las cacatúas confunden el amor con el terror y está crujiendo el escenario y truenan los metales y los cueros y todo el mundo salta, se inclina, retrocede, sonríe, abre la boca «pues sí, claro que sí, por supuesto que sí…» y bailan todos bien, bailan bonito, como les piden que sea el baile. ¡A ese tipo, despídanlo! Ese no tiene aquí nada que hacer. 65 BLANCO MÓVIL • 151-152 Ileana Espinel (Ecuador, 1933-2001) IMAGEN DE AMOR Podría renacer de las cenizas, viva lumbre de sed desparramada. Podría consumarse en el despojo de todo lo tangible que perece. Podría ser el tótem que somete al exilio la sangre enajenada. Podría ser la luz, mas es tan sólo el madero que flota en el naufragio. TÚ SABES… Madre mía, tú sabes que cuando uno está enfermo todo se dificulta: Hacer. Pensar. Reír. Y amar. Tú sabes muy bien que cuando uno está enfermo todo se hace insufrible: el ruido de la máquina. El chirriar de la puerta. Y la voz. Madre mía, tú sabes que cuando uno está enfermo todo se vuelve trágico: el color de la luna. El bramido del viento. Y yo. Tú sabes muy bien que cuando uno está enfermo todo se vuelve lívido: la manzana en la mano. El eco del olvido. Y Dios. Madre mía, tú sabes que cuando uno está enfermo todo se hace adorable: la sonrisa de un niño. La caricia de un ala. Y tú. Tú lo sabes muy bien… Y si lo sabes, di: ¿por qué te duelo tanto? VISIÓN DE SUBURBIO Las piedras enlunadas y grises del Suburbio son hermosas con una hermosura de pena. Pero allí no hay glamur. Ni bulevares sucios. Ni calles pretenciosas de conocer sus nombres. Hay vías proletarias por donde va, sonánbula y perenne, la vida… Ayer vi el corazón de las grutas desiertas. Vi ropas que no cubren ni la sombra de un sexo, colgando de zapatos y de cordeles negros; la faz acanelada de un muchacho desnudo durmiendo bajo el lauro de nieve de su pecho. (Nuevo Adán suburbano masticando en la luna pan de arena y de nada). Vi casuchas enfermas como el amor más alto y ventanas inútiles como sangre en los muertos; mujeres y hombres viejos graduados en la ciencia de ironizar lo ajeno: la flor del trigo verde, el agua pensativa, el agua hecha de oxígeno e hidrógeno y la hecha del recuerdo… Y, de repente, un grito galvanizó mi éxtasis: un ebrio vomitaba un ¡Viva! al Presidente… Pero las piedras, suburbanamente, se rieron de pena. Y el aire se reía más que ella Jacobo Fijman (Argentina, 1898-1970) CÓPULA ¡Nos unió la mañana con sus risas! En las rondas del sol canciones de naranjas. Danzas de nuestros cuerpos desnudos —rojo bronce. El olor de la luz era sagrado: música de horizontes, espacio de paisajes — rojo y bronce — ruido de melodías, himno de soles, eternidad y abismo de la dicha en la alegría loca de los vientos. Canciones de naranjos en la piedad de los caminos ¡Todas las aguas del silencio rompimos en la danza! Dicha de los abrazos y los besos; toda la gloria de la vida en nuestros pechos jadeantes y ligeros; nuestros cuerpos: auroras y ponientes en la alegría loca de los vientos. ¡El corazón del mundo está en nuestra boca! MAÑANA DE SOL Tañía el sol sus llamas en los cántaros húmedos del viento de rocío y paisaje que alargaba el elástico sendero. Desentumecimientos. Carnes del trigo; espigas en mis manos. Jadean los aromas; temblequea cual besos los caminos. Silencios verdes de los bosques rojos apretados de gozo y alegría. ¡Enloquece en mis ojos la mañana! 67 BLANCO MÓVIL • 151-152 SUB-DRAMA Desolaciones. Altos silencios que balancean sus cabezas truncas esencialmente. Han caído mis esperanzas como palomas muertas. Desbandes. El canto de mí mismo se alucina. Cristales rotos. Murga carnavalesca. ¡Las risas rojas! Cifras desafinadas y arbitrarias; ¡El dolor más eterno! Me trasvasa el espanto sus caminos. Pavor de candelabros; Romance de agonía. ¿Quién soy? Ha perdido su espacio completamente el universo. Se cierran las estrellas en mis ojos. Nadie y nada. Terribles apariencias aplastan el cristal de sus sarcasmos. Pasa un convoy de brujas caprichosas; cuelgan mis extensiones deformadas. Mi corazón es una isla roja en que destacan sus banderas negras los días de mi anhelo. Las miradas ardientes de mis ojos, ¿En qué se apoyarán mañana? Canciones de mi ser, hemisferios de dicha, volúmenes de aromas ¿En qué tambor de soles se agitarán mañana? Orientes y Occidentes. Se quebrarán mis ejes. Lo sé. ¡Llueve sin latitud el dolor más eterno! Han caído mis esperanzas como palomas muertas. Pavor de candelabros; romance de agonía. VELADA Rumor de carreteras aflautadas en los alientos turbios de las miradas grises. Portazos; temblor de las vidrieras; cóleras destempladas. Aúlla el frío blanco; el suelo se ha caído de mis manos. Crucifijos en somnolencia. Marcha de retrocesos ¿Qué ruedas empujamos? Acordeones desafinados de mi sabrosa angustia. Aúlla el frío blanco cual los gritos helados de un espejo. Silencios enjugados de la nada; marchas muy bien envueltas, casi fijas. Almohadas que lloran desesperadamente; júbilos disonantes de huellas desgarradas; pasos atrás, deshechos en la inconciencia. Mi corazón es una estrella en sorna; canción de mis fogatas. Almohadas burlescas que sollozan desesperadamente. Aúlla el frío blanco cual los gritos helados de un espejo. 68 Jaime Sáenz (Bolivia, 1921-1985) [EN LAS PRÓDIGAS LUCES HUMEDECIDAS] En las pródigas luces humedecidas y en los aires de navegación de las montañas, en las solitarias inmensidades de la limpidez y en las humaredas, al calor fugitivo de la grave curvatura del mundo —en las calles y en los árboles, la lluvia refleja la callada ternura de tu visión. Y de las tumbas un suspiro enciende perdidos y escondidos fuegos en tu sentida imagen, a la ascensión de aquel melancólico vaho desde las oscuridades, que ha resquebrajado los sudarios de tus rumorosos antepasados —y en las entrañas del agua, al compás que escucho del olvido, llueve, y llueve y yo no te miro, en realidad puedo mirar que me miras tú, —¡cómo me miras!, de unos confines, de la infancia y de los mares profundos de la juventud —¡me miras en el vacío y a través de la distancia, cómo llega tu mirar, de tanta lejanía y en qué conmovida manera, que me hace saber que yo no te miro! —y un gran llanto me sacude al deseo de encontrarte, y hablar contigo sobre la gratitud, sobre la primavera y la alegría y sobre cosas tantas y tan diversas, y a un tiempo te escucho —en la huella que ha quedado en mi frente, en una sombra que roza la pared—, te escucho hablar de todo cuanto me hace llorar —y así respondes a lo que digo en mi corazón. ERES VISIBLE Permaneces todo el tiempo en el olor de las montañas cuando el sol se retira, y me parece escuchar tu respiración en la frescura de la sombra como un adiós pensativo. De tu partida, que es como una lumbre, se condolerán estas claras imágenes por el viento de la tarde mecidas aquí y a lo lejos; yo te acompaño con el rumor de las hojas, miro por ti las cosas que amabas —el alba no borrará tu paso, eres visible. 69 BLANCO MÓVIL • 151-152 [CUANDO PIENSO EN EL MISTERIO DE LA NOCHE] Cuando pienso en el misterio de la noche, imagino el misterio de tu cuerpo, que es sólo una manera de ser de la noche; yo sé de verdad que el cuerpo que te habita no es sino la oscuridad de tu cuerpo; y tal oscuridad se difunde bajo el signo de la noche. En las infinitas concavidades de tu cuerpo, existen infinitos reinos de oscuridad; y esto es algo que llama a la meditación. Este cuerpo, cerrado, secreto y prohibido; este cuerpo, ajeno y temible, y jamás adivinado, ni presentido. Y es como un resplandor, o como una sombra: sólo se deja sentir desde lejos o en lo recóndito, y con una soledad excesiva, que no te pertenece a ti. Y sólo se deja sentir con un pálpito, con una temperatura, y con un dolor que no te pertenece a ti. Si algo me sobrecoge, es la imagen que me imagina, en la distancia; se escucha una respiración en mis adentros. El cuerpo respira en mis adentros. La oscuridad me preocupa —la noche del cuerpo me preocupa. El cuerpo de la noche y la muerte del cuerpo, son cosas que me preocupan. EN LO ALTO DE LA CIUDAD OSCURA Una noche en una calle bajo la lluvia en lo alto de la ciudad oscura con el ruido a lo lejos es seguro que suspirará yo suspiraré tomados de las manos por un gran tiempo en el interior de la arboleda sus ojos claros al pasar un cometa su cara llegada del mar sus ojos en el cielo mi voz dentro de su voz su boca en forma de manzana su cabello en forma de sueño una mirada nunca vista en cada pupila sus pestañas en forma de luz un torrente de fuego todo será mío dando volteretas de alegría me cortaré una mano por cada suspiro suyo me sacaré un ojo por cada sonrisa suya me moriré una vez dos veces tres veces cuatro veces mil veces hasta morir en sus labios con un serrucho me cortaré las costillas para entregarle, mi corazón con una aguja sacaré a relucir mi mejor alma para darle una sorpresa los viernes por la tarde con el aire de la noche cantando una canción me propongo vivir trescientos años en su hermosa compañía. 70 EL RESFRÍO He leído en mi niñez las memorias de una artista del violoncelo, fallecida lejos de su patria, en el sitio más frío del orbe. He visto la imagen del sepulcro en un libro de estampas. Una verja de hierro defiende el hacinamiento de piedras y la cruz bizantina. Una ráfaga atolondrada vierte la lluvia en la soledad. La heroína reposa de un galope consecutivo, espanto del zorro vil. El caballo estuvo a punto de perecer en los lazos flexibles de un bosque, en el lodo inerte. La artista arrojó desde su caballo al sórdido río de China un vaso de marfil, sujeto por medio de un fiador, e ingirió el principio del cólera en la linfa torpe. Allí mismo cautivó y consumió unos peces de sabor terrizo. La heroína usaba de modo preferente el marfil eximio, la materia del olifante de Roldán. Un sol de azufre viajaba a ras del suelo en la atmósfera de un arenal lejano y un soplo agudo, mensajero de la oscuridad invisible, esparció una sombra de terror en el cauce inmenso. TRAGEDIA Un rival me acusó de haberme sustraído a la visita de mis padres cuando pulsaron el tímpano colocado a la puerta de mi audiencia. Mis criados me negaron a los dos ancianos, caducos y desdentados, y los despidieron a palos. Yo me prosterné a los pies del emperador cuando bajaba a su jardín por la escalera de granito. Recuperé el favor comparando su rostro al de la luna. Me confió el debelamiento y el gobierno de un distrito lejano, en donde habían sobrevenido desórdenes. Aproveché la ocasión de probar mi fidelidad. La miseria había soliviantado a los nativos. Agonizaban de hambre en compañía de sus perros furiosos. Las mujeres abandonaban sus criaturas a unos cerdos horripilantes. No era posible roturar el suelo sin provocar la salida y la difusión de miasmas pestilentes. Aquellos seres lloraban en el nacimiento de un hijo y ahorraban escrupulosamente para comprarse un ataúd. Yo restablecí la paz descabezando a los hombres y vendiendo sus cráneos para amuletos. Mis soldados cortaron después las manos de las mujeres. El emperador me honró con su visita, me subió algunos grados en su privanza y me prometió la perdición de mis émulos. Sonrió dichosamente al mirar los brazos de las mujeres convertidos en bastones. Las hijas de mis rivales salieron a mendigar por los caminos. LA VERDAD La golondrina conoce el calendario, divide el año por el consejo de una sabiduría innata. Puede prescindir del aviso de la luna variable. Según la ciencia natural, la belleza de la golondrina es el ordenamiento de su organismo para el vuelo, una proporción entre el medio y el fin, entre el método y el resultado, una idea socrática. La golondrina salva continentes en un día de viaje y ha conocido desde antaño la media del orbe terrestre, anticipándose a los dragones infalibles del mito. José Antonio Ramos Sucre (Venezuela, 1890-1930) 71 BLANCO MÓVIL • 151-152 Un astrónomo desvariado cavilaba en su isla de pinos y roquedos, presente de un rey, sobre los anillos de Saturno y otras maravillas del espacio y sobre el espíritu elemental del fuego, el fósforo inquieto. Un prejuicio teológico le había inspirado el pensamiento del situar en el ruedo del sol el destierro de las almas condenadas. Recuperó el sentimiento humano de la realidad en medio de una primavera tibia. Las golondrinas habituadas a rodear los monumentos de un reino difunto, erigidos conforme una aritmética primordial, subieron hasta el clima riguroso y dijeron al oído del sabio la solución del enigma del universo, el secreto de la esfinge impúdica. 72 Josefina Plá (Paraguay, 1909-1999) SUEÑO DE SUEÑOS Secreta noche herida de menguante cae donde no hay agua ni tierra. Marcha a cortar el filo de la luna, mis raíces, que están donde no estuve. …Traerán mi corazón, negra violeta que se durmió en la orilla de otro sueño. Lo he de llamar y no sabrá su nombre. Me ha de cantar, y no he de comprenderle. Y llevaré, camino en mediodía de veinte cielos con opuestos soles, mi angustia en veinte voces sin mi sangre. He de llorar mil años sin mi llanto y he de dormir mil años sin mis ojos noche con veinte pétalos de luna. [TODO COMENZÓ EN EL ESPEJO] Todo comenzó en el espejo. En la palma indiferente del agua la nube fingió islas, cimientos el arco iris. Todo comenzó en el espejo. En el cielo engañifa de la charca la rama empolló el huevo de la luna; cosió el pájaro un velo con costura perdida. Todo comenzó en el espejo. La estrella guiñó mintiendo al pez incauto; la luna escribió música que no despertó a nadie. Y en el espejo una mañana reconoció el viajero su secreto fantasma, se vio pómulo y sien, pupilas de agua para siempre cautiva, frente como una lápida de sí mismo. Se vio por fuera, se olvidó por dentro. Y comenzó a clasificarse según color y pelo. Y los amantes murieron por él dos y tres veces, y los viejos gustaron anticipada la agonía, y el hombre del color perdió patria y amigos, y la belleza vendió a su esposo el sueño. —Todo comenzó en el espejo—. INVENCIÓN DE LA MUERTE Esa sombra La veréis alargarse cada vez como un agua vertida sin remedio como un manto cayendo despacio de sus hombros como si fuese él mismo arrepentido que quisiera volver sobre sus pasos —reptil de limpia muerte sin cadáver— La veréis ahilar su arroyo sobre un suelo por siempre horizontal a la aventura Y será también la única10 que dormirá con él reconciliada con la sombra total de que se desgajó enemiga de todos los espejos un día. 73 BLANCO MÓVIL • 151-152 Juan José Ceselli (Argentina, 1909-1982) CERRADURA DE DIAMANTE Heme aquí con mis recuerdos para rehabilitar los desvanes atestados de mi asombro (hay un niño escondido sí un niño poderoso con su infancia) Y hay imágenes de imperios entrevistos entre esas profecías que aparecen en el fondo de una taza de té O en los sueños irrealizados que tienen en las manos las mujeres que van a morir Y cuando las envuelven las llamas Con el último resplandor del desencanto entre sus párpados Siguen acariciando las calles en que jugaban de niñas y donde las vieron nacer O parten con esos trenes desfigurados por el apremio Precipitándose sobre el bosque Mientras los pasajeros aguardan la muerte sentados y sonriendo Usando esas reconvenciones de sabor amargo que sirven para cortar unas vacaciones felices Manejando las luces que iluminan los últimos instantes de la vida que se amplían como esos universos de los niños cuando crecen y se pueblan con fotografías atravesadas por un rayo de sed O ansiosamente abren canales en el centro de los estremecimientos que tienen las jóvenes al ser violadas por el sol Con las cabelleras disolviéndose entre los recuerdos de las caricias recibidas por que la vida todavía guarda las llaves del tiempo entre los bambúes Con los ojos llenos de estrellas dormidas que los pájaros dejan caer desde sus alas Como las sonrisas que aparecen en el instante que el mundo ha entrado dentro de uno mismo Ese mundo donde van a parar los cuadros pintados por un artista loco Y donde las torturas de los relámpagos son más dulces que el llanto (es que hay un niño escondido sí) 74 EL MAL DE OJO Cuando tú me amas Comienzan a arder los campos al otro lado del tiempo Y el amor se cuela entre las ranuras de la noche Como una mariposa herida Levanto entonces el nivel de mi displicencia Hasta que el fuego se propaga por los mástiles Y la nave pone su secreto rumbo al descubierto Un mapa transforma mi amor en una peligrosa aventura: El mar con su pata de palo Jura sobre la cubierta de mis estremecimientos Recojo las cortinas cotidianas de las trabas y la moderación Y mientras la noche baja a pedazos por tus cabellos Yo desato mi éxtasis que parte zumbando Entre trozos de estrellas Soles perdidos Y el terciopelo electrizado del miedo LA GRAN BERLINA SE HA PUESTO EN MARCHA Trece palabras están escritas en el primer ojo de la noche. Dichas sin pensarlas, todo se vuelve más claro: un potro de magnesio envuelto en llamas galopando sobre las montañas; una cabellera de candelabros incandescentes iluminando los amores secretos de las posadas. Los amantes aman furiosamente. El fuego envuelve sus cuerpos, y, como antorchas vivas se arrojan a las profundidades de su memoria. Sus almas son collares quebrados que jamás volverán a saber de la ternura tibia del pecho de las hermosas damas. Ya no serán más que puro pasado. Desnudas correrán por los largos e interminables corredores golpeando vanamente las puertas de todas las conciencias. Bellísimas mujeres sobre lechos de orquídeas mecen sus cabellos a la luz de la luna celeste. Por una escalera muy larga y muy pura, descienden vomitando sus lamentos, sabiendo que por aquel camino nunca llegarán al fin. Ofuscados por los recuerdos, persiguen a las muchachas jóvenes que, con sus grandes moños y sus largas trenzas, dan vueltas vertiginosamente alrededor de las plazas. Por último, como viejos pájaros de papel que han olvidado sus nidos, se alejan corriendo hacia un nuevo suicidio que se repite eternamente. La gran corriente de los días manejados por el frío y las lluvias le tiende las manos, y cuando caen rendidos, comienza a rodar un enorme anillo de plata que da la señal de partida a la caravana de los sueños. La gran berlina se ha puesto en marcha. 75 BLANCO MÓVIL • 151-152 Julia de Burgos (Puerto Rico, 1914-1953) [YO FUI LA MÁS CALLADA] Yo fui la más callada de todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto. No me anunciaron lúbricas ceremonias sociales, ni las sordas campanas de ancestrales reflejos; mi ruta era la música salvaje de los pájaros que soltaba a los aires mi bondad en revuelo… No me cargaron buques pesados de opulencia, ni alfombras orientales apoyaron mi cuerpo; encima de los buques mi rostro aparecía silbando en la redonda sencillez de los vientos. No pesé la armonía de ambiciones triviales que prometía tu mano colmada de destellos: sólo pesé en el suelo de mi espíritu ágil el trágico abandono que ocultaba tu gesto. Tu dualidad perenne la marcó mi sed ávida. Te parecías al mar, resonante y discreto. Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos. Sobre mí te seguiste como el sol en los pétalos. Y caminé en la brisa de tu dolor caído con la tristeza ingenua de saberme en lo cierto: tu vida era un profundo batir de inquietas fuentes en inmenso río blando corriendo hacia el desierto. Un día, por las playas amarillas de histeria, muchas caras ocultas de ambición te siguieron; por tu oleaje de lágrimas arrancadas al cosmos se colaron las voces sin cruzar tu misterio… Yo fui la más callada. La voz casi sin eco. La conciencia tendida en sílaba de angustia, desparramada y tierna, por todos los silencios. Yo fui la más callada. La que saltó la tierra sin más arma que un verso. ¡Y aquí me veis, estrellas, desparramada y tierna, con su amor en mi pecho! EL MAR Y TÚ La carrera del mar sobre mi puerta es sensación azul entre mis dedos, y tu salto impetuoso por mi espíritu es no menos azul, me nace eterno. Todo el color de aurora despertada el mar y tú lo nadan a mi encuentro, y en locura de amarme hasta el naufragio van rompiendo los puertos y los remos. ¡Si tuviera yo un barco de gaviotas, para sólo un instante detenerlos, y gritarle mi voz a que se batan en un sencillo duelo de misterio! Que uno en el otro encuentren su voz propia, que entrelacen sus sueños en el viento, que se ciñan estrellas en los ojos para que den, unidos, sus destellos. 76 Que sea un duelo de música en el aire las magnolias abiertas de sus besos, que las olas se vistan de pasiones y la pasión se vista de veleros. Todo el color de aurora despertada el mar y tú lo estiren en un sueño que se lleve mi barco de gaviotas y me deje en el agua de dos cielos. CANCIÓN HACIA ADENTRO ¡No me recuerdes! ¡Siénteme! Hay un sólo trino entre tu amor y mi alma. Mis dos ojos navegan el mismo azul sin fin donde tú danzas. Tu arco-iris de sueños en mí tiene siempre pradera abierta entre montañas. Una vez se perdieron mis sollozos, y los hallé, abrigados, en tus lágrimas. ¡No me recuerdes! ¡Siénteme! Un ruiseñor nos tiene en su garganta. Los ríos que me traje de mis riscos, desembocan tan sólo por tus playas. Hay confusión de vuelos en el aire? ¡El viento que nos lleva en sus sandalias ! ¡No me recuerdes! ¡Siénteme! Mientras menos me pienses, más me amas. 77 BLANCO MÓVIL • 151-152 ACANTILADOS DEL RENACIMIENTO Querido mío que está tan encantado y no me escucha. Hablo desde el interior de mi cueva. Origen y fin de todos los mitos. Mi techo se multiplica en bóvedas abiertas a la luz del día. Símbolos corruptos descendieron conmigo hasta los confines de los infiernos en busca del bien y la verdad. En busca de la luz y los polos de las esferas, cuando tan solo una gota de amor transmigra de lo real a lo inimaginable. Hoy estamos en todas partes. Cada toque mío resucita el tuyo. Cuando cae el día en su florero hondo mezclado con mi dulzura. Veo mi juventud extenderse por el cielo tranquilo. Donde amante sobre amante se declaran unidos en estrellas de mar. ESCALERAS ENTREABIERTAS Mi querido Floriano, mi entrañable verbo ser. Un pequeño mechón de cabello suelto sobre la frente. Como un cordón plateado, cruza mi palma la línea de la cabeza en una existencia secuencial de instantes. Las estrellas eternas rodando los ojos con rabia sobre una alfombra negra y ruidosa como un tambor de satén arrojan sus fuegos incandescentes entre las sombras de mis piernas, estas raíces sueltas en noches de desesperación entreabiertas a través de los siglos, estas elipses glaciales y enloquecidas que se derriten una vez más perforando la curva del bosque y la noche sin techo de límites sin trabas, de conocer el escondite de las llaves en las cerraduras de los misterios de esta mujer. Nunca fuimos tan vívidos como en este momento en el que las perlas nacieron muertas y se liberaron de su collar. La túnica entreabierta revela todos nuestros escondites, devastando las bocas de los volcanes por un loco instante. Rompo el rastro de la línea de vida y me envuelvo en una serpiente alrededor de tu cuerpo, Leila Ferraz (Brasil, 1944) 78 el manto del cuerpo y los guantes del amor se desparraman en el aire y el agua por las plantas de los pies y en inofensiva lentitud arrastro el tiempo de los tiempos, como si la realidad ya no fuera lo que sospechaba que era. Amor de un desmayo abismal, de un chapuzón en las sombras del interior de una cueva, de las profundidades de ser en ti una presa inmemorial en esta tarde. Una vez más, y más inexorable y eterno sin ojos al pasado. OSUARIO DE FUENTES He agotado mi última saliva. Mi humedad se escurrió en leche de almendras. No hay lágrimas bajando por las escaleras. Soy rara, muy rara y no soy suficiente. Poco sé de esta mujer que nace y renace cada mañana, y nunca se pone, porque a ella pertenecen las líneas de la vida que unen las artes y los manifiestos. Esta loca, loca mujer capaz de desconcertar al más serio de los eruditos. ¿Cuál es este testimonio que tanto deseas? Para mí, parece una ecuación de la física en sí misma que aún no se ha descubierto. Un testimonio afectivo de recuerdos jurados al olvido. Sí, reuniré mis últimas fuerzas y dormiré con los protagonistas de mis recuerdos. Con o sin sus propias naturalezas devastadas. 79 BLANCO MÓVIL • 151-152 [ABERRACIÓN DE CENICEROS SUCIOS] Aberración de ceniceros sucios aquí el hombre es de polvo por el sol no hay otro masallá que todo es isla pero se sueñan calles y el poeta es de polvo por la luna. Hambre de muelles pero se van los barcos. No hay otro masallá que todo es mar. El único remedio para la muerte. Pero todos se van. Cuando llega una carta hasta el balcón de la Norzagaray. ¿Quién destruye y quién se queda destruido? ¿Y quién entierra el bisturí abriendo los tumores de la nada? El salitre se pega como un cáncer al espejo. ¿Cómo es posible que una calle abarque al mundo? ¿Cómo es posible que un ojo de mar defina al tiempo? [ÉRAMOS FLORES DESTERRADAS] Éramos flores desterradas desde un Caribe ancho y luminoso a un apartamento nocturno y estrecho. Éramos un recuerdo distinto y similar de voces amorosas que quedaron atrás encerradas en el mar, jugando al escondite por bosques milenarios y volcanes dormidos. Éramos todo eso y mucho más: el eco de un espíritu sincero que cambió brisa por humo, fuego de sol por ceniza, gente de carne y hueso por máscaras anónimas, hombres de la Manuel Ramos Otero (Puerto Rico, 1948-1990) 80 ciudad que en el amor volvieron a sus islas infinitas. Cubanacán boricua y Borikén cubano, finalmente abrazados, con las alas cortadas falsificando vuelos, como cambiando pétalos por plumas. Éramos boleristas de la misma loseta: vereda tropical y niebla de riachuelo, un desvelo de amor bajo Venus, olas y arenas de una nave sin rumbo, besos de fuego para una canción desesperada, yo era una flor y tú mi propio yo. Con lágrimas de sangre quise escribir la historia que ahora escribo con sangre, con tinta sangre, del corazón. Éramos compañeros del desorden profundo, pasión de vellonera hombres por fuera y por dentro, no solamente cuerpos sino historia. Éramos la victoria de amarnos sin prejuicios, sin posesión ni celos, sabiendo que lo eterno dura un segundo. Éramos los remeros de la misma galera en busca de esa isla que al final los libera. Éramos mucho menos de lo que ahora somos. LA DINASTÍA DE LA LUNA Bañados por la nata del tiempo tachados por la luz de su alambique las almas lunarosas de los arrecifes sueñan del mar de la fertilidad en el que nacen saben del corazón, del hueco lento que busca la memoria sabe quel cuerpo, mansión deshabitada, pueblo muerto hiato avergonzado de su historia, jamás comprenderá qué leche lo alimenta a sangre fría. La madre lo amamanta, lo seduce, lo ahoga con humo de caricias, lo lanza peligrando al precipicio para que agarre el margen, eternamente el margen de la vida. El niño es un lunar es un destino, la quinta luna, el tajo de un amor cicatrizando al viento, el ojo y el reflejo del miedo más remoto, el cuerpo de otro cuerpo. Al final, carne y luz son la misma materia del poeta carne y sombra, también hacen temblar el placer invisible de árboles sanguíneos echando sus raíces en la arena como faros marinos para ángeles del Mar de los Sargazos. 81 BLANCO MÓVIL • 151-152 Cerca del mar están las islas del Trópico de Cáncer. Para ellas un sordo nebuloso compuso una sonata, claro de luna, plata de un piano de madrugada líquida, arrebata de piedra, manantial de espíritu. Ese collar vertical las cría y las sostiene ese ombligo invisible huracaniza el caos, las educa, esa angustia de hilos siderales martiriza la seda para que vivan luego la otra biografía del gusano. No era Mongolia, no era Tumbuctú, no era Castilla, el punto de partida del dolor es otra dinastía, híbrido amor de tálamos y tumbas calcinados, puentes de sándalo en guerra con los vientos alisios, barcos de filigrana ahogándose en la lluvia del olvido, un código cabal que intenta descifrar los manuscritos de todos esos libros nunca escritos para que nadie sepa. La falsa paz de un yugo azul los atormenta la verde podredumbre de un manglar los falsifica fabrican retratos amarillos de sus antepasados y cada noche sueñan la fórmula secreta de mejorar la raza. Cuando es la luna llena al tiburón arcángel mortifican y si el cuarto es menguante el negro vaginal lo descompone cuando la luna es nueva la ballena de hielo los eclipsa y si el cuarto es creciente el falo del monstruo los penetra. El cuero carabalí no es cosa de cantos gregorianos la flauta del hueso de un difunto no es cuento de invasores al son que se les toca bailan lunáticos, locos, lacerados, hartándose el banquete de sus lenguas mechadas con silencio. El palacio de la pobre dinastía de la luna fue de palmas trenzas de polvo alzaban sus terrazas al fin de la intemperie estanques de sudor lamían las nalgas sulfurosas de una estatua la ciudad palaciega moría en una bruma de sereno y salitre. La visión arqueológica sólo alcanzó la luz de sus vitrales solamente encontró huellas de esperma pronosticando templos adivinó la esfera original de los plomizos jueyes cancerosos y pudo formular lo más campante el fin fabuloso de la estirpe. 82 Marco Antonio Montes de Oca (México, 1932-2009) CARTA A UN HOMBRE INMÓVIL I Has vivido ecos de un cuerpo a cuerpo Con escrituras fulminantes Y quedan en tu espalda Bordes y signos que ningún ciego sabría leer: El uñazo de la luz sobre la piedra irrefutable Mazorcas de lluvia endurecida Desgranadas sobre el más ronco tambor Ceros de agua aguaceros En que la ropa brilla por su ausencia. II Plumas de sol exorcizadas u invocadas Un vino rojo una mujer vestida con tu desnudez Te hacen volar Te pillan los dedos en la puerta del orgasmo Y aúllas y eres lo que no sabías Grillo eléctrico Cercenado por la sombra. III Mas ahora no te detienes no caminas no corres no vuelas Estás clavado en tu sitio Por un firme cabello de mujer Abrasada sangre abrazada Velocidad de las ruinas En la luz dorada Más fría Cuanto más cercana. IV El universo se ha fugado Pero la tierra sigue en movimiento. El viento de la tarde No apaga las llamas de la bugambilia. Caminan los recién nacidos Las noches reman a brazo partido. El ave roc te traerá La luna que perdiste. V En fin No te muevas si no quieres Pero al menos respira Helado dragón en ciernes; Quiero ver el aire hendido Por tus dos rayos de luciérnagas: La carne es el papel La escritura es el relámpago. 83 BLANCO MÓVIL • 151-152 BALANCE Maté la nube de mis pensamientos, cedí terreno a los pensamientos de la nube. Predije con Apollinaire las nuevas artes, advertí en un claro del bosque otras manchas verdeclaras, ardientes zonas en que pude establecer una pausa encastillada, labios que sonríen en el espejo de la primavera. Muchas cosas conspiré con el domingo echado a mis pies, con el tiempo sirviéndome de suelo y el espacio, mi leal pareja, aferrado a mis hombros para no caer. Muchas veces mil veces me hundí en sueños más sueños que los sueños, al imaginarme cómo la golondrina corta, con la tijera azul de la cola, ciertas cosas ciertas: pinos, sauces, tilos contemplados al trasluz. Confesé a medio mundo que ésta es mi hora y no es mi hora, que todo depende y no depende, que mis pies han bailado desde antes de saber andar. No pude permanecer ni seguir adelante ni volverme atrás: la sola solución fue despertar. SOY TODO LO QUE MIRO Bañarse bajo la luz de un álamo Ser todo cuanto miro En el pozo del sol. Sorpresa blanca Que te acuclillas y saltas Y me lames la mano con tu llama Y mueves cabellos Pegados al rostro con lágrimas: Vete de aquí Quema la selva de arpas Y al viento que la hace gemir Porque es su amante consumado. Siempre no te vayas Sorpresa Déjame ser todo lo que miro Tus pavos irreales me interesan mucho Tus nubes que bajan sin convertirse en lluvia Me interesan a ojos vistas. Entre la inmensidad y mi estupor Tus flancos incandescen Coro de las anticipaciones Tupida amarillez: El mundo que nos prohíbe volar Nos debe su propio vuelo. 84 Martín Adán (Perú, 1908-1985) LA MANO DESASIDA Y yo me moriré porque no me basto. Pero tú vives, Machu Picchu, Piedra que se está en su alto. Piedra que me representa, Piedra que se está gastando. Nada será después de mi momento, Todo ya era cuando yo nacía. Tras de mi muerte no moriré nunca, Siempre comenzará la vida. Todo será como es y, sin embargo, Todo seré variedad, sino, simpatía. ¡Todo será como es porque está ardiendo y doliéndome! ¡Porque no hay otra cosa! Todo será como es porque no son Sino mi cuerpo y la nube y tu roca! Todo, porque yo hablo todavía Y todo el mundo es oreja de ahora! ¡Y el aire es mi terror, y el río sueña, Y suena sin cesar, sin verdadera sombra! ¿Dormirás, Alma Mía? ¿Despertarás mañana a tu quehacer? ¿Serás otra vez la que te fuiste? ¿Serás otra vez? ¡Ante esta roca, que te está mirando Y que te ve, Y que te ve tremenda con un solo ojo De mil pies; Ante esta roca, huir es imposible Y hay que desnacer y renacer! Porque ser es necesario, No hay otro modo de no ser y renacer. ¿Y si no eres, qué eres, qué serás, qué Dios, Qué intenso ser te arrastrará en su furia? MANO VACÍA Poesía, mano vacía… Poesía, mano empuñada Por furor para con su nada Ante atroz tesoro del día… Poesía, la casa umbría La defuera de mi pisada… Poesía la aún no hallada Casa que asaz busco en la mía… Poesía se está defuera: Poesía es una quimera… ¡A la vez a la voz y al dios!… Poesía, no dice nada: Poesía se está, callada, escuchando su propia voz. 85 BLANCO MÓVIL • 151-152 TODO LO IGNORAS Todo lo ignoras porque eres de piedra, Todo lo ignoras porque es otro el día; Todo lo ignoras porque es otro el río Y sigue siendo así todavía. Nada es realidad sino de enfrente, Y con mi mano encima, encallecida. ¡Cuando tú sepas por qué fue la ojera, Cuando tú sepas lo de mi camisa, Cuando lo sepas todo, piedra noble Si lo sabes, piedra caída! Vivían todos porque ya vivían ¡Que todo caiga, Piedra! Todo reviva,Todo sea, La otra vez, el tiempo El tiempo de minúscula e idea, Este cuerpo de estar Y de amor de belleza ¡No reparar en rima, Todo sea del pie a la cabeza! ¡Toda la letra que no se interpreta Todo será en un día, Mi sudor de verano, Y mis pies sucios, Y mi vida por de fuera Todo lo que no soy y que me viva Ya lo sé, yo enfermo de mi primavera! 86 Raul Bopp (Brasil, 1898-1984) CIUDAD SALVAJE Esta es la galería de las raíces afligidas, Condenadas a alimentar la gran jungla de arriba, la enemiga del hombre. Se retuercen, como enormes clavículas, aplastadas por el peso de los tallos. Los sapos, escondidos en la sombra, espían los árboles que no trabajan. Y los troncos sabios, arrugados en un sanitario del paleolítico, Estudian, durante la noche, una nueva geometría salvaje para las hojas. Las enredaderas dobladas susurran en lo alto, tejiendo intrigas en el borde de las ramas, Donde se mecen las lánguidas orquídeas. Las hojas del açaí se mueven, como patas de araña clavadas en un tallo. Grita un mono aullador, sacudiendo los árboles somnolientos. Al fondo, un trozo de selva exige silencio. Sola, abrazando las primeras flores, Se despierta llena de susto, un pie de miratuá, embriagada y frágil. Miran a través de las hojas castañeteando en un claro en el bosque. De repente, un cururú, centinela, grita ¡ALTO! QUÁ QUÁ QUÁ Entre los asombrados arbustos, pasa lentamente la austera sombra de Jacques Hubert Catalogando umbelíferas. Un pío… un silbido largo, entre risitas anónimas. Entonces todo el bosque, alarmado, ante la ingenua irreverencia del sabio, Desenreda desde lo alto de las ramas, en grandes carcajadas, un abucheo: QUÁ QUÁ QUÁ COBRA NORATO (tres fragmentos) V. Aquí está la escuela de los árboles Están estudiando geometría —Ustedes nacen ciegos. Tienen que obedecer al río —¡Ay, ay! Somos esclavos del río —Están condenados a trabajar siempre, siempre Tienen la obligación de hacer hojas para cubrir el bosque —¡Ay, ay! Somos esclavos del río —Tienen que ahogar al hombre en la sombra El bosque es el enemigo del hombre —¡Ay, ay! Somos esclavos del río 87 BLANCO MÓVIL • 151-152 —Atravieso paredes gruesas Escucho pequeños gritos de ai-me-acuda: Están castigando a los pájaros —Si no conoces la lección, tienes que ser árboles. —Ay ay ay ay… —¿Qué vas a hacer ahí arriba? —Tengo que anunciar la luna cuando salga detrás del arbusto. —¿Y tú? —Tengo que despertar las estrellas en las noches de San Juan. —¿Y tú? —Tengo que establecer las horas en el fondo de la jungla. Tiúg… Tiúg… Tiúg… Twi. Twi-twi. XI. De acuerdo La luna nació con círculos oscuros El silencio duele dentro de la mata las estrellas se han abierto Las grandes aguas se encogieron somnolientas la noche cansada se detuvo ¡Oh compadre! Quiero escuchar música suave que se extienda a través de la sangre; música con sabor a luna y el cuerpo de la hija de la reina Luzia que me hace volver a escuchar la conversación de los ríos que traen quejas del camino y voces que vienen de lejos, maltrechas de ay ay ay Crucé el Treme-treme Pasé en la casa de Minhocão Dejé mi sombra para el Bicho-do-Fundo solo por la hija de la reina Luzia conmigo llevé esencia de puçanga y corteza de tinhorão fanfan con hojas de trébol y raíz de mucura-caa Pero nada salió bien… Estoy caminando con una jurumenha que nos hace un poquito de dolor y mueve la sangre lentamente Oh compadre No hagas ningún ruido que la hija de la reina Luzia todavía puede estar dormida 88 Allá por dónde andará que quiero solamente ver sus ojos mojados de verde su alargado cuerpo de canarana Quizás ande lejos… Y yo me hice un gira-mundo para tener un querer de la hija de la reina Luzia Oh, no hagas ruido… XVIII. Me voy a estirar en esta paturá para escuchar ruidos desde el borde del bosque y sentir toda la noche habitada por estrellas ¿Quién sabe si alguna de ellas con sus hilos plateados vio el rastro luminoso de la hija de la reina Luzia? Los rumores lejanos se disuelven en un fondo de bosque anónimo Siento el pulso de la tierra latir en cadencia Se responden silencios inmensos… 89 BLANCO MÓVIL • 151-152 Raúl Gómez Jattin (Colombia, 1945-1997) EL AMOR BRUJO He robado parte de tu cuerpo y de tu alma Le he tendido una celada a los recuerdos que aquí te recuerdo ¿Recuerdas amor? El cielo de la noche casi azul se asoma entre tus pestañas Noche vibrátil Una vez me fui hasta tu regió de monte enfermo de hongos y tristezas muy tristes Y aluciné con tu imagen alta y flexible galopando un caballo de nube Luego Venías por la tarde desde el Retiro de los Indios en tu carruaje blanco y yo iba a pie por la carretera Como un sonámbulo Sonríes desde lejos como si masticaras mi corazón entre tus colmillos Mis palabras le quitan a tu vida muerte Vives en este libro aunque te tengo miedo Aunque apenas si hemos hablado Pero te amo tanto como siempre Tanto como puedas imaginar Y estamos lejos Como el sol del mar EL DISPARO FINAL EN LA VÍA LÁCTEA En el cielo profundo de mis masturbaciones ocupas ese ámbito de deseo irrefrenable y voraz Inagotable y tierno que te devora el sexo aunque tú no lo sepas Tu cuerpo habita el mío Y es tan mío como no pudo serlo allá en la realidad Es mío cuando yo te deseo De esa misma manera impalpable y eterna como este libro es tuyo Como yo soy de ti Habitamos el ocho Doble infinito de los dos universos El 8 de los círculos El que parece dos astros hermanos y gemelos El que parece dos ojos Dos culos cercanos El que parece dos testículos besándose Cuando llegas a mi cielo estoy desnudo y te gustan las columnas de mis piernas para reposar en ellas Y te asombra mi centro con su ímpetu y su flor erecta y mi caverna de Platón carnal y gnóstica por donde te escapas hacia la otra vida Y en ese cielo te entregas a ser lo que verdaderamente eres Agresión de besos Colisión de espadas Jadeo que se estrella como un mar contra mi pecho Locura de tus ojos orientales alumbrando la aurora del orgasmo mientras tus manos se aferran a mi cuerpo Y me dices lo que yo quiero y respiras tan hondo como si estuvieras naciendo o muriendo Mientras nuestros ríos de semen crecen y nuestra carne tiembla y engatilla su placer hacia el disparo final en la Vía Láctea En las sábanas de nuestro cielo hay nubes perfumadas de axilas y delicados residuos el amor En la almohada el hueco que tu cabeza ha dejado oloroso a jazmines Y en mi alma y mi cuerpo el inmenso dolor de saber que desprecias mi amor Oh tú por quien mi vida renació dentro la lumbre de la muerte 90 CASI OBSCENO Si quisieras oír lo que me digo en la almohada el rubor de tu rostro sería la recompensa Son palabras tan íntimas como mi propia carne que padece el dolor de tu implacable recuerdo Te cuento ¿Sí? ¿No te vengarás un día? Me digo: Besaría esa boca lentamente hasta volverla roja Y en tu sexo el milagro de una mano que baja en el momento más inesperado y como por azar lo toca con ese fervor que inspira lo sagrado No soy malvado trato de enamorarte intento ser sincero con lo enfermo que estoy y entrar en el maleficio de tu cuerpo como un río que teme al mar, pero siempre muere en él. 91 BLANCO MÓVIL • 151-152 ESTA LUZ QUE SUSCRIBO Esto que suscribo Nace de mis viajes a las inmovilidades del pasado. De la seducción que me causa la ondulación del fuego igual que a los primeros hombres que lo vieron y lo sometieron a la mansedumbre de una lámpara. De la fuente en donde la muerte encontró el secreto de su eterna juventud. De conmoverme por los cortísimos gritos decapitados que emiten los animales endebles a medio morir. Del amor consumado. desde la misma lástima, me viene. Del hielo que circula por las oscuridades que ciertas personas echan por la boca sobre mi nombre. Del centro del escarnio y de la indignación. Desde la circunstancia de mi gran compromiso, vive como es posible esta luz que suscribo. Roberto Sosa (Honduras, 1930-2011) LOS POBRES Los pobres son muchos y por eso es imposible olvidarlos. Seguramente Ven en los amaneceres múltiples edificios donde ellos quisieran habitar con sus hijos. Pueden llevar en hombros el féretro de una estrella. Pueden destruir el aire como aves furiosas, nublar el sol. Pero desconociendo sus tesoros entran y salen por espejos de sangre; caminan y mueren despacio. Por eso es imposible olvidarlos. 92 LOS CLAUSTROS Nuestros cazadores —casi nuestros amigos— nos han enseñado, sin equivocarse jamás, los diferentes ritmos que conducen al miedo. Nos han amaestrado con sutileza. Hablamos, leemos y escribimos sobre la claridad. Admiramos sus sombras que aparecen de pronto. Oímos los sonidos de los cuernos mezclados con los ruidos suplicantes del océano. Sin embargo sabemos que somos los animales con guirnaldas de horror en el cuerpo; los cercenados a sangre fría; los que se han dormido en un museo de cera vigilado por maniquíes de metal violento. 93 BLANCO MÓVIL • 151-152 Rosa Elvira Álvarez (Panamá, 1915-1977) ÚLTIMO POEMA Yo iba bailando por los caminos y mis pies eran los tacones de la alegría. En la cabellera llevaba peinetas de helechos húmedos y con el alfiler largo de mi ingenuidad ensarté estrellas en la lejanía para hacerme un collar. Pasaba por las ciudades con el cuerpo lleno de sol; me seguían las miradas de los hombres blancas de pasión. Yo iba tendida en un cáliz azul que en los mares era barca de milagro y en la tierra era milagro de luz. Pero tú me has dejado en no sé qué playas frías y voy entre las multitudes, sola, con un paisaje triste dormido en la pupila y una lágrima empañándolo como un encaje de ola. Tú te haces pequeñito y mi dolor se agranda. Ultimo poema a ti. Entre este verso y la muerte otras bocas, otras lágrimas como un vino claro y fuerte. Y mis manos eternamente por la gran vía mudas, dobladas, vacías. PRISIÓN Qué triste es quedarse en casa si hay alegría en el alma y el corazón pide a gritos castañuelas y maracas. Cuando se es joven y alegre qué triste es quedarse en casa. El alma a obscuras y sola como lámpara apagada y una angustia inexplicable amarrada a la garganta. Qué triste se me hace el cuarto hoy que tengo alegre el alma. Y pensar que el tiempo corre (sólo se le ve la espalda), que la muerte anda rondando y la juventud se acaba. Qué triste se me hace el cuarto hoy que tengo alegre el alma. Prisiones que nos formamos (qué prisión es esta casa) y el corazón pide a gritos castañuelas y maracas. 94 ERÓTICA VIRTUTEN Vienes fuera de tu cuerpo andando sobre las ascuas quien te ve no te conoce por más que no lleves máscara y nunca sabrán si fuiste hembra turbia o mujer clara aunque San Gabriel envidie la candidez de tus alas. Sentada sobre los siglos sobre ti misma sentada eres germen de tormentas que el amor divino amaina. Tan llena andas de tu Dios que besas su imagen santa en rostro de pecadores con inocencias de gata. Voluptuosidades de ángel emanan de tu substancia. ¡Oh, Isabel, santa de Hungría, la ingenuidad de tu alma sublimizaba tu cuerpo dadivoso y con la palma de la noche de los sordos —la noche de las dos albas— ibas del cielo al infierno toda hielo y llamarada, hielo del ser sin confines y fuego de esa hora santa en que el amor sobre un orbe sin fronteras se derrama! Y tú detrás de mis ojos por mis dos nombres me llamas mientras taciturna invades los desvanes de mi alma. 95 BLANCO MÓVIL • 151-152 Stella Sierra (Panamá, 1917-1997) MOTIVO BAÑADO DE LUNA El viento peina la sombra que se ha mojado la luna. La luna besa la huella de su esperanza desnuda. ¡Media luna de los vientos, media luna de la espuma…! (la sombra dejó olvidado su peine de media luna…!) En el cáliz de un lucero una oreja azul fulgura. El viento peina la sombra que se ha mojado de luna. LIBRE Y CAUTIVA Por sentirme despierta en la cautiva morada oscura de su sangre, llevo este amargo laurel de gajo nuevo y esta miel de cilicio rediviva. Y no quiero saberme fugitiva de la celda de amor en que me muevo; porque el ángel te encuentre, yo renuevo mis llamadas de intacta sensitiva. Extenderás tu mano que —imposible— quiere lograr la flor indivisible; su cauto aroma velará tu frente. Como cierva te huí. ¡Qué te encadena más ese afán de hallarme en la colmena, carcelera celosa de tu mente! REGRESO DE LA ISLA Exacta en tu irisada geometría de verde mar y espuma aprisionada, tu bienandanza dejo. Inviolada, los pájaros coronan tu alegría. Etérea por la leve lejanía —mas que rosa de bruma sombra airada— eres aliento de infinita nada: fantasma del sentido y la armonía. Tras infinitas huellas siderales, un delfín pone anuncios de cristales; cielo y mar, mar y cielo es el arcano. En la tierra ya la planta, tu figura —corola de salina arquitectura— renacerá en la palma de mi mano. Teresa Wilms Montt (Chile, 1893-1921) AJUTODEFINICIÓN Soy Teresa Wilms Montt y aunque nací cien años antes que tú, mi vida no fue tan distinta a la tuya. Yo también tuve el privilegio de ser mujer. Es difícil ser mujer en este mundo. Tú lo sabes mejor que nadie. Viví intensamente cada respiro y cada instante de mi vida. Destilé mujer. Trataron de reprimirme, pero no pudieron conmigo. Cuando me dieron la espalda, yo di la cara. Cuando me dejaron sola, di compañía. Cuando quisieron matarme, di vida. Cuando quisieron encerrarme, busqué libertad. Cuando me amaban sin amor, yo di más amor. Cuando trataron de callarme, grité. Cuando me golpearon, contesté. Fui crucificada, muerta y sepultada, por mi familia y la sociedad. Nací cien años antes que tú sin embargo te veo igual a mí. Soy Teresa Wilms Montt, y no soy apta para señoritas. BLANCO MÓVIL • 151-152 BELZEBUTH Mi alma, celeste columna de humo, se eleva hacia la bóveda azul. Levantados en imploración mis brazos, forman la puerta de alabastro de un templo. Mis ojos exóticos, fijos en el misterio, son dos lámparas de zafiro en cuyo fondo arde el amor divino. Una sombra pasa eclipsando mi oración, es una sombra de oro empenachado de llamas alocadas. Sombra hermosa que sonreí oblicua, acariciando los sedosos bucles de larga cabellera luminosa. Es una sombra que mira con un mirar de abismo, en cuyo borde se abren flores rojas de pecado. Se llama Belzebuth, me lo ha susurrado en la cavidad de la oreja, produciéndome calor y frío. Se han helado mis labios. Mi corazón se ha vuelto rojo de rubí y un ardor de fragua me quema el pecho. Belzebuth. Ha pasado Belzebuth, desviando mi oración azul hacia la negrura aterciopelada de su alma rebelde. Los pilares de mis brazos se han vuelto humanos, pierden su forma vertical, extendiéndose con temblores de pasión. Las lámparas de mis ojos destellan fulgores verdes encendidos de amor, culpables y queriendo ofrecerse a Dios; siguen ansiosos la sombra de oro envuelta en el torbellino refulgente de fuego eterno. Belzebuth, arcángel del mal, por qué turbar el alma que se torna a Dios, el alma que habáa olvidado las fantásticas bellezas del pecado original. Belzebuth, mi novio, mi perdición… ALTA MAR De tanta angustia que me roe, guardo un silencio que se unifica a la entraña del océano. En la noche cuando los hombres duermen, mis ojos haciendo tríptico con el farol del palo mayor, velan con el fervor de un lampadario ante la inmensidad del universo. El austro sopla trayendo a los muertos cuyas sombras húmedas de sal acarician mi cabellera desordenada. Agonizando vivo y el mar está a mis pies y e1 firmamento coronando mis sienes. BERTA LUCÍA ESTRADA (Colombia, 1955). Escritora, poeta, dramaturga, crítica literaria y de arte, autora del blog El Hilo de Ariadna del diario El Espectador (Colombia). Integrante y secretaria del PEN Internacional/Colombia. Es librepensadora, feminista, atea y defensora de la otredad. Ha publicado trece libros, entre ellos La route du miroir, poesía (Editions du Cygne, Francia, 2012), en edición bilingüe, Náufraga Perpetua, ensayo poético (Ediciones Embalaje-Museo Rayo, 2012), y ¡Cuidado! Escritoras a la vista…; Todo lo demás lo barrió el viento, La Trilogía de la agonía que comprende las siguientes obras: El museo del Visionario (obra de teatro patafísica), Naufragios del Tiempo y Las sombras suspensas (Trilogía escrita al alimón con Floriano Martins). Estas tres últimas obras fueron publicadas en la colección “O Amor pelas Palavras”, (ARC Ediçoes, y Editora Cintra-Brasil 2021). Y con el sello de ARC Edições y Editora Cintra fueron publicados los dos tomos que conforman El oficio de escribir (Ensayos críticos, 2020). Ha recibido cinco premios de poesía. Algunos de sus artículos y poemas han sido difundidos en medios nacionales e internacionales; entre ellos las revistas Triplov (Portugal), Agulha Revista de Cultura (Brasil), Esteros (Uruguay), blog Crear en Salamanca y Aleph (Colombia), dirigidas por Estela Guedes, Floriano Martins, Carolina Zamudio, Alfredo Pérez Alencart y Carlos-Enrique Ruiz, respectivamente; y gracias a la invitación del profesor Antonio Donizeti Da Cruz varios de sus artículos han sido publicados por UNIOESTE (Universidade Estadual Do Oeste Do Paraná, Cascavel-Brasil). Ha sido traducida al francés, portugués, rumano, griego e inglés. Contacto: bertalucia@gmail.com BLANCO MÓVIL • 151-152 FLORIANO MARTINS (Brasil, 1957). Poeta, ensayista, traductor, editor y artista plástico. Su obra es muy diversa, además de encontrarse publicada en países como España, Portugal, Venezuela, México, Brasil, República Dominicana, entre otros. Es organizador y traductor de libros de autores como Pablo Antonio Cuadra, Jorge Luis Borges, Federico García Lorca, Guillermo Cabrera Infante, Aldo Pellegrini, Vicente Huidobro, Enrique Molina. Ha organizado treinta libros de destacados autores portugueses para una editorial en Brasil, sea de prosa, poesía, teatro u ensayo. Dedicado al estudio del surrealismo ha publicado ensayos e antologías de este movimiento, siendo los más recientes títulos, Un poco más de Surrealismo no hará ningún daño a la realidad (México, 2015) e Un nuevo continente – Poesía y Surrealismo en América (Brasil, 2016). Su poesía se destaca en poemarios como Tres estudios para un amor loco (México, 2006), Teatro imposible (Venezuela, 2008), Fuego en las cartas (España, 2009), y La vida inesperada (Brasil, 2015). Ha creado y dirige la publicación virtual Agulha Revista de Cultura, así como el sello editorial ARC Edições. Su trabajo fotográfico contempla exposiciones y portadas de libros. Contacto: floriano.agulha@gmail.com BLANCO MÓVIL • 151-152 102 BLANCO MÓVIL • 151-152 SIEGRID WIESE (México, 1980). Radica en la Ciudad de Oaxaca desde el año de edad, se declara autodidacta. Realiza sus primeras exposiciones colectivas a lado del “colectivo 910”, en el 2002 hace su primera exposición individual titulada “Viviendo Historia”, ese mismo año participa en la bienal “Paul Gauguin” quedando seleccionada y formando parte de la muestra que recorre el sur de la República Mexicana. Después de esto, participa en muestras de manera colectiva en diferentes partes de la República: Xalapa Veracruz, Cd. Juárez Chihuahua, Tuxtla Gutiérrez Chiapas, Monterrey, Distrito Federal, Oaxaca, así como en Mayo del 2010 y Febrero del 2012 en Alemania. Participa (2004) en una exposición dual en la “Casa de la Cultura Oaxaqueña” y de manera individual en el museo de sitio “Casa Juárez” coordinada por CONACULTA, titulada Ingenuidad (2008) y en la “Galería 910” con una muestra individual a la que titula “Cualquier parecido en la realidad es mera coincidencia”, en 2010. En el año 2012 muestra individualmente su trabajo en la exposición “Evidencialismo” realizada en La Casa del Poeta, México, D.F. y en el mismo año participa colectivamente con 9 artistas más en la presencia Cultural de Oaxaca en Finlandia. En Junio del 2014 forma parte en una exposición colectiva en el MACO (Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca) donde aborda la problemática del Maíz Transgénico, con el mismo tema y en el mismo año participa colectivamente en el CASA (Centro de las artes de san Agustín). En Diciembre del 2015 en Oaxaca realiza una exposición individual titulada “Réquiem” en donde la muerte es el tema central. En el 2016 participa en muestras colectivas en la Ciudad de México, Puebla, Mérida y de manera individual en Cancún y Puerto Morelos. En Febrero y Abril del 2016 respectivamente lleva a cabo una exposición individual itinerante titulada “Vibes Grand” en Mérida y Cancún, con la cual enmarca la importancia de percibir la energía y las vibraciones de plantas y animales. En Octubre 2017 queda seleccionada en la Bienal Internacional de pintura de México, exponiendo su obra en Museo de Arte Contemporáneo de San Luis Potosí. Entre el 2017 y 2018 expone su trabajo de manera individual en Bélgica, y de manera colectiva en Cd. De México, Cancún, Playa del Carmen, Mérida, Puebla y Oaxaca. 2019 Expone con otras tres mujeres en San Miguel de Allende Gto. Y con el colectivo de mujeres GUENDA en el el Museo de los pintores Oaxaqueños. 2020 Realiza su primera exposición virtual en la Casa de la Cultura Oaxaqueña. 2020 SECULTA premia su video “La efervescencia de los días”, realizado en el encierro de cuarentena. 2021 Expone de manera individual en Lodz y Parzeczew, Polonia. 2021 Realiza con Jesús González Gutiérrez un mural al fresco (40m2) en la fachada del edificio Municipal en Parzeczew, Polonia. BLANCO MÓVIL Director: Eduardo Mosches Editor responsable: Eduardo Mosches CONSEJO EDITORIAL Gerardo Amancio Andrés Cisneros Beatriz Escalante José María Espinasa Ana Franco Eve Gil Francesca Gargallo Gabriel Macotela Eduardo Milán Cynthia Pech Miguel Ángel Quemain Juan Antonio Rosado Bernardo Ruiz Adriana Tafoya Esther Seligson (q.e.p.d.) Daniel Sada (q.e.p.d.) Aralia López (q.e.p.d.) CORRESPONSALES Floriano Martins (Brasil) Carles Duarte (Cataluña) José Kozer (Estados Unidos) Rodolfo Alonso (Argentina) Shadi Rohana (Palestina) Marcela London (Israel) SECRETARIA DE REDACCIÓN: Lydia Hernández RELACIONES PÚBLICAS: Patricia Jacobs (q.e.p.d.) Impresión: Impresos Rubí & Gom (5632 8314) Ciudad de México Ilustraciones: Siegrid Wiese Diseño de portada: Pablo Rulfo Diseño de interiores: Marco Kim Distribución: EDUCAL y FCE BLANCO MÓVIL Momoluco No. 64. Pedregal de Santo Domingo, Alcaldía Coyoacán. C. P. 04369, Ciudad de México Teléfono: (55) 56-10-92-99 blanco.19mosches85@yahoo.com.mx www.blancomovil.com.mx No. Reserva 04-2017-051117533200-102 Certificado de licitud de título y contenido 17318 Fecha de impresión 2021 Los primeros pasos Eduardo Mosches Los avatares del poeta Floriano Martins, Berta Lucía Estrada Aída Cartagena Portalatin (República Dominicana, 1918-1994) Alaíde Foppa (Guatemala, 1914-1980) Alfonso Cortés (Nicaragua, 1893-1969) Alfredo Gangotena (Ecuador, 1904-1944) Alfredo Silva Estrada (Venezuela, 1933-2009) Alice Lardé de Venturino (El Salvador, 1895-1983) Ana María Rodas (Guatemala, 1937) Blanca Wiethüchter (Bolivia, 1947-2004) Carlos Martínez Rivas (Nicaragua, 1924-1998) Carmen Ollé (Perú, 1947) Carmen Soler (Paraguay, 1924-1985) Claudia Lars (El Salvador, 1899-1974) Clementina Suárez (Honduras, 1902-1991) Delia Weber (República Dominicana, 900-1982) Delmira Agustini (Uruguay, 1886-1914) Dulce María Loynaz (Cuba, 1902-1997) Enrique Gómez-Correa (Chile, 1915-1995) Esther de Cáceres (Uruguay, 1903-1971) Eunide Odio (Costa Rica, 1922-1974) Germán List Arzubide (México, 1898-1998) Guillermo Sáenz Patterson (Costa Rica, 1944-2019) Harold Alvarado Tenorio (Colombia, 1945) Heberto Padilla (Cuba, 1932-2000) Ileana Espinel (Ecuador, 1933-2001) Jacobo Fijman (Argentina, 1898-1970) Jaime Sáenz (Bolivia, 1921-1985) José Antonio Ramos Sucre (Venezuela, 1890-1930) Josefina Plá (Paraguay, 1909-1999) Juan José Ceselli (Argentina, 1909-1982) Julia de Burgos (Puerto Rico, 1914-1953) Leila Ferraz (Brasil, 1944) Manuel Ramos Otero (Puerto Rico, 1948-1990) Marco Antonio Montes de Oca (México, 1932-2009) Martín Adán (Perú, 1908-1985) Raul Bopp (Brasil, 1898-1984) Raúl Gómez Jattin (Colombia, 1945-1997) Roberto Sosa (Honduras, 1930-2011) Rosa Elvira Álvarez (Panamá, 1915-1977) Stella Sierra (Panamá, 1917-1997) Teresa Wilms Montt (Chile, 1893-1921)