De superhéroes y poesía por Marco Antonio Murillo

Las referencias literarias en el cómic de superhéroes pueden ser innumerables: personajes de la novela inglesa del siglo XIX en la Liga de los hombres extraordinarios (1999), Shakespeare en The Sandman (1989), Cortázar y Paz en Fantomas contra los vampiros multinacionales (1975), entre otros. Pero aquella que recuerdo con mayor cariño es la aparecida en Batman Hush (2002): durante el entierro del Dr. Thomas Elliot, Bruce Wayne lee a Withman:

Oh capitán, mi capitán!
Terminó nuestro espantoso viaje,
el navío ha salvado todos los escollos,
hemos ganado el codiciado premio…

La literatura en el cómic es cable a tierra en las viñetas que lo habitan; le da sustancia y profundidad a un género que por nacer muy cercano al periodismo está pensado más para entretener que trascender al tiempo de su publicación. Ahora bien, ¿Qué hay acerca del cómic de superhéroes en la literatura, y más aún en la mexicana? José Carlos Becerra tiene un poema de largo aliento titulado “Batman”, Vicente Quirarte otro más de nombre “Spiderman Blues” y Héctor Carreto agrega a Superman a esta pequeña colección con su libro Testamento de Clark Kent (2015). (Se supone que Francisco Cervantes escribió algo sobre Batman, en prosa, pero aún no doy con el texto).
Por motivos de cercanía a mi contexto actual, sólo hablaré de Spiderman y Superman. En estas dos representaciones poetizadas de superhéroes hay similitudes, las cuales tienen que ver con las poéticas a las que se ajustan las literaturas de nuestros autores. Ambos, Quirarte y Carreto, prefieren cierta poética vinculada con una poesía mexicana de corte clásico, cuyas raíces beben de la literatura grecorromana. Ello les permite coincidir en los tópicos de sus poemas, por ejemplo: 1) El superhéroe se vincula con el héroe de la epopeya clásica, solo que se le moderniza, es decir, aparece deconstruido en su propia existencia. 2) La mujer y el amor son puntos clave en la vida del héroe, y ello va a ser determinante en su desarrollo. 3) Un tono epigramático (para Carreto) y elegíaco (en el caso de Quirarte), que subraya el vínculo del superhéroe con el héroe clásico.

Por medio de estos superhéroes cada autor presenta una perspectiva de mundo trágico-romántica, en la que existe el enfrentamiento vida pública-privada, identidad-anonimato. Lo anterior, termina por mostrarnos personajes que, por más poderosos, son seres mediocres, de psicologías fascinantes que revelan una psique en crisis.

Vicente Quirarte: En defensa de Spiderman

“Spiderman Blues” es un poema que consta de 83 versos de medidas irregulares, pero siempre marcando una acentuación en la sexta sílaba. Se haya dividido en 7 estrofas de variada longitud. A la hora de abundar en el fondo hallamos que el texto consta de dos momentos relevantes: uno que tiene que ver con un tiempo épico del héroe (Versos 1 a 51); y otro, que tiene que ver con un tiempo en el que el héroe se ha jubilado (Versos 52 a 83).

Elogio del tiempo antiguo, inicia Quirarte. A partir de este punto, comienza una recapitulación de algunos de los quehaceres cotidianos del Hombre Araña: Escalabas los viejos edificios / y eran las azoteas / tu dominio completo. Las imágenes parecieran tener una nimia relevancia al ser lugar común para el mundo del cómic de superhéroes. Pero en materia de poesía cobra otro sentido, hablo de una condición de ser celestial, en cuanto a su cercanía y “dominio” del espacio aéreo. Las imágenes, entonces, incitan a pensar en un Spiderman como un ser superior al hombre común, el cual está limitado a una condición de ser terrestre en todo momento. Otros versos en donde lo anterior se hace evidente los encontramos poco más adelante: Todo el tiempo era tuyo y no sabías. / Patrullabas los barrios sin temores / al asesino en turno. Existe aquí una condición de poder: debido a que Spiderman proteje al ciudadano, conoce cualquier movimiento en la ciudad.

Continúa Quirarte: Mayor era tu crimen / estar en el mundo con dos caras. Aquí se resalta la característica más importante del superhéroe moderno, su condición de anfibio en el mundo cotidiano. Es de hecho, el tema central del poema. Por un lado, tenemos a un ser poderoso, por otro, un hombre que engrosa la masa social y cuya soledad contrasta con el carácter público de su yo enmascarado. Por ello, La soledad es músculo del alma.

Quirarte también abunda un poco sobre la condición vivida de Peter Parker, lo describe como un hombre fracasado y mediano, que acepta sin cuestionar su situación de vida: Era bueno el fracaso, ir en su busca / y decir está bien y reírse y no quejarse. Lo acepta porque sabe, sólo él, que en cualquier momento podría cambiar su propio destino con su propia mano. Peter Parker tiene una vida mediocre, solo a la hora de ponerse el traje, esta se transforma y brilla como ninguna otra en Nueva York.

Hacia la quinta estrofa acontece en la vida del superhéroe un hecho importante: el encuentro con la mujer, es decir, la llegada del amor: El amor es difícil dentro y fuera. El encuentro del amor por parte de Spiderman representa el fin de la trama heroica en la que hasta ese momento se encontraba viviendo. Por medio del amor accede a una cotidianeidad total, la familia, que será compartida por sus dos identidades. Además del deber autoimpuesto de salvaguardar la paz social de Nueva York, acaso tenga una nueva responsabilidad impuesta por los códigos sociales y civiles: la crianza y la atención de una familia.

La última de estrofa, que funciona como desenlace de la historia, corresponde ya a un tiempo presente en el que Spiderman se encuentra en las ruinas del traje que lo vestía. Para ir a la calle necesita beber alcohol, cuando sale evita las confrontaciones, la ciudad le es ajena, se ha vuelto un hombre definido por los cafés de la mañana, los portafolios y las corbatas; es decir, Spiderman supeditado a las rutinas que impone la sociedad al hombre común y corriente.

Esta vida que ahora lleva el superhéroe, nos dice Quirarte, no es para nada deleznable, sino una forma distinta de ser héroe, un elogio al hombre mediano. El destino que le toca aceptar a Spiderman, cuando se encuentra y se enamora de Mary Jane es acaso el que rehuyó la poesía épica para sus personajes: ¿Qué pasaría si Aquiles, en lugar de ir a Troya se quedaba en su tierra a formar una familia, como le vaticinaba Tetis, su madre? ¿O bien, si Angélica nunca hubiese engañado a Orlando? Seguramente seguiría una línea argumental plana, en la cual cada héroe se ve inmerso en una vida similar a la de cualquier otra persona. Esto mismo es lo que ocurre cuando, al menos en el poema de Quirarte, Spiderman conoce el amor.


Héctor Carreto: ¿Qué pasó con el hombre del mañana?


En Testamento de Clark Kent, Carreto, a diferencia de Quirarte, no escribe un solo poema, sino que desarrolla un libro entero. Esto le permite explorar con mayor detenimiento la psique de su personaje. Carreto comprende que la vida de estos súper humanos no debe ser reducida únicamente a polaridades, pues dentro de su identidad secreta, dentro del traje que son, también conviven otras personalidades. Es decir, Testamento de Clark Kent es un poemario que mira la vida de su personaje desde varios ángulos narrativos.

No es la primera vez que el autor hace algo parecido. En su primer libro ¿Volver a Ítaca? (1979) contó el retorno de Ulises de una forma novedosa, barajando múltiples posibilidades en torno al relato homérico: si Ulises nunca regresaba, si Ulises regresaba ya viejo, si el hecho hubiese ocurrido en la modernidad; desde la visión de Penélope, desde los ojos de Telémaco, y otras situaciones.

Así con Clark Kent: narrado el libro en su mayoría desde la primera persona, asistimos a las confesiones de Superman, unas veces se sabe un héroe vulnerable a la kriptonita, mientras que en otras desea ser un hombre común sin tener que disfrazarse de reportero, un hombre que pueda pertenecer a la Tierra:

No sé bien qué hago en este planeta,
no encuentro con quien conversar en mi idioma.
Tu sangre y la mía, mujer, no son compatibles.

Los X-Men también son superiores,
pero son criaturas humanas;
lo mismo los Cuatro Fantásticos.

No soy feliz.
Estoy más solo que Dios.
Por lo menos él creó a los terrícolas
a su imagen y semejanza.

Carreto busca desmitificar al Superhéroe con la ayuda de la poesía. Los elementos que utiliza son la ironía, el tono confesional del yo poético y un verso de tintes epigramáticos, en cuanto a su sencillez y forma de narrar. El Superman de estos poemas no es aquel héroe enaltecido que iba de la mano con el pensamiento de mediados del siglo XX, el cual encarnaba valores sociales y morales. Ahora pertenece a un nuevo ritmo de vida, un nuevo siglo en donde los grandes hitos culturales e históricos son fuertemente cuestionados.

Pero también el poemario trata de las confesiones de Clark Kent: tiene problemas en la oficina, otras veces no se identifica con Superman, y en varios episodios recuerda con tristeza su infancia:

Como los demás niños, yo también sabía volar.
Como ellos, fui un cometa cuyo azul se confundía con el aire de febrero.
En ese entonces, el mundo era un patio infinito,
simple, como una manzana sobre el mantel,
y las azoteas eran estrellas donde clavábamos nuestros estandartes.

Kent, como el Peter Parker de Quirarte, representa al hombre medio que, en un mundo dominado por el culto a la personalidad y al individuo, pasa completamente desapercibido:

En la fiesta de disfraces no se rieron de mí,
sino de otro que ostentaba una s en el tórax.
Me disfracé de hombre común
y nadie, gracias al cielo, notó mi presencia.

A las dos perspectivas ofrecidas por Carreto podemos agregar tres nuevas posibilidades para entender la vida de su personaje: la de un vecino chismoso, la de unos psiquiatras que le creen loco, y la de Luisa Lane. El poema del vecino nos enseña cómo las personas miran con recelo nuestras vidas, en el momento en que hacemos algo fuera de lo común. En ese mismo tenor, los versos del psiquiatra nos recuerdan lo que ocurre cuando, ante los ojos de la sociedad, rompemos las barreras de la normalidad.
El tópico de la amada, como en el caso de “Spiderman blues” de Quirarte, cobra matices relevantes. Solo que aquí Luisa no es el acceso para que el superhéroe abrace por completo la vida cotidiana, sino que es el elemento céntrico en el que Kent y Superman son unidos en mismo personaje: ambos luchan por el amor de Luisa, sufren su rechazo, conviven con ella en la más pesada cotidianeidad y la aman. Un ejemplo muy claro se encuentra en el poema titulado “Compromisos”. Luisa le habla tanto al hombre como al superhéroe, y reclama su dominio sobre ambos:

“No querido, no me importa si tienes que asistir a la marcha de maestros o encabezas la huelga por la reforma energética o salvar al planeta de los vampiros multinacionales. Hoy es el pastel de nuestro niño. Te quiero aquí, a las cinco en punto y sin disfraz”.

El Superman humanizado de Carreto es fácilmente asociable con la figura del poeta moderno. Su oficio era lo que le daba su valor frente a la sociedad. Con la llegada de la burguesía, dicho oficio fue cuestionado por falta de valor productivo, y perdió importancia para el pueblo. El poeta, entonces, tuvo que aprender a legitimarse a sí mismo reflexionando su nuevo lugar en la sociedad. El poeta moderno, como el héroe fracasado de Testamento de Clark Kent, se mira a sí mismo con ironía, descree de los supuestos dones obtenidos de las alturas. Ya en El poeta regañado por la musa (2006), Carreto nos había regalado este brevísimo poema: “Se entregó en cuerpo y alma a la poesía; fue inmortal mientras vivió”. También el Hombre de Acero se entregó en cuerpo y alma a sus ideales, también él fue inmortal, solo mientras vestía su traje y era vitoreado por la gente.

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