Gregory Quiñones
3
Después de la misa,
la quermés en la placita
de mí pueblo,
Crujía el carro de los
juegos mecánicos ambulantes.
La rueda de la fortuna:
causa de alborozos,
enfilados
como para recibir la comunión,
los niños esperando turno
Una familia de pájaros
vela en el campanario
el cuerpo de su padre
víctima de holocausto
en los pochotes
de los niños y sus resorteras.
5
Un grito lastimoso y tenue.
Las campanas:
su lenguaje que incitan
el plañir
de un “Tránsito de gloria”
llaman a “misa de angelitos”.
Las ardillas,
las tórtolas
y palomas
de pecho ancho
son espectadores
del cortejo.
Las frondas
acogen las lágrimas
de un pájaro
¿de quien defenderé ahora mi libertad?
Se pregunta el ave melancólica
que al ya no ver el cortejo
corta sus alas.
9
Labios de fotografía de museo,
la Atenea ojos de buey,
espalda desconocida
para estos ojos.
Caza momentos,
y los vuelve leyendas
de luz impresa;
su cigarro que
desvanece el aire
meridiano.
Sombrero
que como
noche en universo
la vuelve la catrina,
pena, pero
no espanta.
Adorno faceocular:
sus lentes al estilo
«Sex Pistols».
Su silencio encaja,
hace juego perfecto
con el día.
La bonaza del Alcalá
donde la miro
su 1.70 desplazándose,
desvaneciéndose
a la distancia.
Como la golondrina
se va al agonizar
la primavera.
Son las seis:
el día y la noche
si disputan aún
el espacio cronológico
Ella no está.
Los pájaros custodios
de la jacaranda
están de luto.
13
Mi ciudad
vuelve a inundarse de gañidos,
estandartes representando
oportunistas.
Los féretros
de funeraria de beneficencia
se abren silenciosos para
encerrar las sobras de mis recuerdos.
Escribo
un epitalamio
a mis parientes
a la sombra miserable
de la raquítica
luz delatadora.
Alcatraces
y claveles de tallo
cóncavo, vuelven
piscinas
las calles empedradas
donde tomarán
su baño
de sudor de obrero
las golondrinas
invisibles de septiembre
que masacran moscas,
y al vencer la noche al día
se tapizan las banquetas
del color vital carmesí
Y calla la orquesta
de grillos que interpreta
la segunda de Wagner
en sol mayor
¿Dónde harán ahora
su nido los humanos?
[De Veintiún poemas para el mal de Septiembre]
Gregory Quiñones (Oaxaca, 1994). Fundador del colectivo «TINTA ROJA». Ha participado en talleres de poesía de la Biblioteca Henestrosa y en la Casa de Cultura Oaxaqueña.