Por Indran Amirthanayagam
Hablar con la mente en otra parte, en la conversación
si en linea, con los dedos y el intercambio de lo cotidiano,
pero pensar igual en su conversión en versos, cómo
el hablar será transformado en algo permanente,
si versos pueden ser esculpidos en una roca
que sobrevivirá erupciones y terremotos antes de caerse
en el mar para estar descubierto después de décadas,
un siglo, por un buceador de tesoros en aquel futuro
sustentable donde te encontrará a ti, escrita en la piedra,
a veinte mil leguas bajo de las aguas. Tú, que cantaba
desde pequeña, montada en la silla de tu cocina
con tu abuelita a tu lado, y tu mama, maestra
en la escuela de la esquina, con la ventana abierta,
que te escucha y dice a sus alumnos, a los otros
maestros, a la gente que camina en la calle:
escucha esa voz, es mi hija que canta.
dr) el 20 de julio, 2018