Canción de amor con rata gigante

Joserra*

 

Mi hermano se rompió la espalda. Es probable que nunca vuelva a caminar. ¿Te das cuenta?

Sí, me doy cuenta. No importa. Tu hermano era un pobre güey. Le gustaba pisar los gusanos.

(Y es de noche, y estamos borrachos con sus lágrimas y nos moriríamos de asco si nos besáramos un poco)

No bromees conmigo, de verdad es serio. Y de verdad tu hermano me vale pito.

(El teléfono sonó y ella lo levantó y luego se puso a llorar mientras yo me acababa el jugo de Bacardí con uvas)

Gracias, Méndez, te quiero tanto, sé que tratas de hacer chistes para que no me preocupe.

(Se acerca y trata de “agradecerme”.¡Error! Marcador no definido.)

No me toques, puta.

Oh Méndez, déjame que te la chupe; quiero que te vengas en mi boca y me la llenes de semen borracho.

(Más bien será semen de borracho, pienso. Me bajo la bragueta y espero que acerque su boca bigotona para darle una buena meada)

¿Por qué, Méndez qué te pasa? Me odias, ahora estoy segura, tú TAMBIÉN me odias.

No le importas a nadie lo suficiente como para que te odie.

(Y me largo, salgo del coche sin preocuparme de sacar la llave, sin preocuparme porque ella está llorando, chorreando orina, aferrada a su teléfono color mamón.)

Pinche noche de mierda.

(Me empieza a doler la cabeza. La oscuridad está sucia.)

Oye, soy tu hermano.

(Oigo una voz no entiendo de donde viene. No me importa.)

Estoy aquí en la alcantarilla, y llevo años sin hablarte y no se te ocurre decirme algo más original a que me teja una chaqueta.

(Miro hacia abajo. Hay una persona en la alcantarilla. También hay un olor insoportable.)

Vete a tejer dos chaquetas.

(La tapa de la alcantarilla se levanta)

Baja.

(Desciendo. Casi me mato. Sigo Borracho.)

Hola, hermano.

Dame tus ojos

Pícate el hoyo.

No te va a gustar si te los saco.

No, creo que no.

(Meto el índice por el lagrimal y saco el derecho. Se lo pongo en la mano rasposa.)

¿Me puedo quedar con el otro? Uno y uno ¿no?

(Me pone una mano rasposa en los huevos, con la otra sostiene mi ojo derecho.)

Espera espera, ya mismo te lo doy.

(Se lo doy.)

Gracias.

De nada, sólo que no puedo decir que fue un placer.

(Se larga, llega una rata gigante)

Ik ik

Ik ik, rata.

(Me imagino la noche, triste, abandonada, extraño mis ojos.)

Ik ik

(Se oyen pasos en la banqueta. Baja un perfume desde la banqueta.)

Oye puta, estoy en la alcantarilla. Baja.

Ik ik

¿Méndez?

Si, baja puta, tengo que pedirte algo.

Pero, Méndez…

Qué.

Hay una rata gigante.

No le hagas caso, es amistosa.

Ik ik

(Ella baja)

Rata, ella es la puta. Anda, saluda a la rata ic ic

Muy bien. Ahora dame tus ojos.

Lo siento Méndez, no le voy a dar mis ojos así como así a alguien que me ha meado la cara.

(Le pongo la mano en el sexo. Está mojada.)

Oh. Méndez.

(Me besa. Trata de quitarse la ropa. Por suerte la rata gigante le muerde la yugular.)

Gracias, rata.

(Le rasco la panza.)

Ik ik ik ik

(Le saco los ojos a la puta, me los pongo.)

¿Qué te parecen, rata?

Ik ik

La puta era medio miope pero en fin. Adiós. Rata.

(Salgo. La noche está a punto de acabar.)

 

*Nació en México. 1971. Estudio Letras Hispánicas en la UNAM. Publico novelita de amor y poco piano (1996). Y por qué no tenemos otro perro (1997), y Remedios infalibles contra el hipo (1998). Recibió las becas del Centro Mexicano de Escritores (1994—1995). Fundación UNAM (1997), y Fonca (1998). Colabora desde 1993 con Uno Más Uno.

 

Compartir

Otras cosas que podrían interesarte