Por Diego Illescas
El primer llanto
nunca iguala al último
el que deja vacío,
el que por fin se lleva
el alma,
hija.
El primer llanto
solo predice la muerte
la separación
un jab de luz
que asusta más que el abismo
El primer llanto,
hija,
es una sucesión repetitiva
que desgasta
-las ilusiones mueren en el vientre.
Tú nunca sabrás esto,
hija
que el primer llanto es la vida
y que uno se las arregla para ignorarlo.
Diego Illescas (1997,Guadalajara) estudiante de arquitectura en la ESARQ. Ha sido publicado en Monolito, Bitácora de Vuelos, Cinosargo, Agora 127, Nocturnario, entre otras. De vez en cuando se convierte en fotógrafo y de a rato le entra la nostalgia cinéfila de sus años de adolescente.