BARRO
Verónica Ortiz Lawrenz
Barro I
Abres la boca del barro
y canta.
Único lenguaje
el agua le da forma.
Tus cortes se bifurcan
para contenerse
en los márgenes de tu memoria.
Existes en todos los tiempos.
Desde la primera arcilla
en las manos de otros.

Foto: Gustavo Pérez
Barro II
Al canto de tordos y mirlos
amanece el entorno que arrulla.
Responden las voces
de oropéndolas y cardenales.
Es su llamada al día.
Tardan en dispersar
el horizonte abrumado.
Aparecen signos en el lugar
de las mujeres que amas.
Prendes sus figuras a tus dedos.
Habrás de repetirlas
en el torno de donde
naces cuerpos.
Barro III
De tu intención o sin saberlo
surgen los colores de la tierra.
Impones esmaltes dorados,
azules, verdes.
Destacan en cada incisión
donde la boca negra habla por ellos.
Prisma de pigmentos vidriados
incitan ese linaje de belleza.
Décadas en el taller
donde tu mundo no para de girar.
Entregado al barro,
como amante fiel obedeces
la cosmogonía de tu estirpe.
Se revelan sensualidades ancestrales
de la arcilla arenosa,
cerámica donde navegas.
Barro IV
Es de barro tu piel,
forjado con el tiempo.
En la cadencia diaria
de encontrar libertad
en la sencillez del cilindro.
Hablan entre si
las matemáticas de tus líneas.
Rompes las reglas.
La tierra responde asombrada.
El mundo no es redondo,
nos dices en cada curvatura.
que alargas, cortas,
ahuecas, alteras.
Las nuevas runas
se encuentran desbordadas
como tú en mi pensamiento.

Foto: Gustavo Pérez
Barro V
Lo has dicho,
respetas el fuego,
le temes.
Sabes que tiene
la última palabra.
En el horno de piezas
que has construido
se cuecen relieves,
alteraciones.
Hierven todos los riesgos
de tu tacto, de tu vista
del barro intervenido.
Por los huecos miras
ese conocido infierno
al que entregas tus obras.
El abrazo rojo las define
o las destruye.
Tu juego de seducción a prueba.
Como en el amor,
habrá que sacrificar
lo que no fragua ni contenta.

Barro VI
Un pedazo de ti
me llega de lejos,
barro transformado.
Pieza que se amolda a mis manos.
Entre nosotros silencio.
Tu cerámica rescata herencias musicales,
vibraciones de otras culturas.
Escucho la sensualidad
de su geometría envolvente,
la intensidad del fuego,
del aire que seca y consolida.
Juntos los elementos cristalizan
esta pequeña y majestuosa obra.
En su interior,
el viento de Zoncuantla.

Barro VII
La tierra te habla.
Obedeces para seguirla.
Tus huellas crecen,
se dispersan en todas direcciones.
Invocas el camino de regreso.
Evitas perderte en el juego de crear
nuevos significados.
En cada hecho geométrico
el Verbo se aparece.
Reconoce tu avidez.
Castiga esa cerámica imperfecta.
Confiere a Huehuetéotl
la última metamorfosis.
Barro VIII
Sigo al barro
me lleve a donde me lleve:
dices.
Escuchas los ecos primigenios
de una pieza, los repites y alteras.
De tus constantes violaciones
nacen figuras geométricas ondulantes.
Series largas donde exploras
ritmos y veleidades antiguas.
Hay eufonía en sus cuerpos.
Entregado a sus múltiples acordes
abrazas la materia
seducido en sus profundidades.
Llevas fragmentos del primer tazón
donde fermenta el universo
en la cueva de Xianrendong.

Barro IX
Hay un manantial divino en tus venas.
Ninguna entrega te consuela.
Ni el don de la palabra que canta
en las entrañas de tus obras.
Vasijas preñadas de tu savia
se amontonan buscando su lugar
en el deseo de otros.
Eres el de las mil caras.
Escondes tus ojos al fondo del barro
para mirarlo por dentro y
comprender sus milagros.
Por eso tus ojos tan tristes.
Convertirte en Dios no ha sido suficiente.

Foto: Gustavo Pérez
Barro X
Del barro
nacen símbolos y signos:
vasos, ánforas, vasijas, cilindros
donde el círculo se rompe.
En tus manos hablan
las curvaturas de mil cuerpos.
Busco la inflexión de tus piezas.
Recorro sus texturas,
aristas, tonalidades, vibraciones.
Hay un tiempo pretérito en nosotros.
Hemos estado cerca, sólo cerca.
Como tú, fui hecha de tierra
en el ojo del agua.
piel donde hierven
antiguas escrituras.
Oquedades donde existo
en el fuego que fragua.
Promesa de barro
antes de los dioses.
Soy la costilla que falta.
Tlacoquemécatl, julio 2023.