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6 apéndices 6: el ‘gaudium de veritate’

Alejandro Arzumanian

 

TODOS tienen una vida oculta

Inaudita de poder e íntima extrañeza

Con la que todos los días se topan

Desde la primera hasta la última hora

Así en las metamorfosis diurnas

Como en las cucarachas nocturnas

Todos tienen una vida oculta

A vuelta con los brazos cruzados

Y a vueltas extendidos

Según su estado de arte interior.

Alejandro Arzumanian

 

TODOS tienen una vida oculta
Inaudita de poder e íntima extrañeza
Con la que todos los días se topan
Desde la primera hasta la última hora
Así en las metamorfosis diurnas
Como en las cucarachas nocturnas
Todos tienen una vida oculta
A vuelta con los brazos cruzados
Y a vueltas extendidos
Según su estado de arte interior.

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CUANDO una mano
Extiende la rosa y
La otra mano oculta una daga:
La rosa se nos clava.
CUANDO una mano
Extiende la daga y
Una rosa oculta la otra mano:
La daga se nos clava en el nombre de la rosa.

 

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LO ÚNICO que quiero
/Respondí quedito a mi propio y entrañable entrevistador/
Es que mi obra cale ahora:
En este mismísimo instante de posteridad diferida.

 

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LA PALABRA
El Verso
Cohabitan en un punto extremoso:
Les ha llovido ausencia
A la palabra y el verso de todas las suertes:
El verbo sobrevive a todos los naufragios
Hasta erigirse en su propia memoria
Y en lo que nos antecede
Y en lo que ni siquiera existe en el lenguaje:
Quizá es olvidándose de sí mismo
El lenguaje
Quizá siente su honda existencia en el silencio
Quizá sueña con una virtud que no es la suya
El lenguaje
La palabra
El verso
Son los pilares de oscuras coincidencias
Para no ver el sitio de donde nacen.

 

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ESTÁN los que asfixian el pensamiento:
Locura me proteja de ellos.

 

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LAS HORAS EXTRANJERAS

Ya lo sabrás cuando tú crezcas y vuelvas visible lo invisible
abrazando algún exceso necesario como a un hermano imprevisto
cuando tú crezcas, te llames sed, amor, hambre u odio:
hallarás también el grito en los libros semilleros del viento
para nacer, otra vez, con el apetito en el rostro cotidiano
y un nombre, tal vez el mío, cuando tú crezcas sonará
entre chatarras y marchosos pañuelos en rojas caderas acampanadas,
arabescos sobre explanadas subterráneas del otro mundo revelándose
cada tanto se entrecruzarán como fieras encendidas, insaciables.
De la alegría cuando tú crezcas arrancarás los frutos
del árbol de las pausas mínimas, algo de la sal y respuesta de nuestra juventud querible.
Lo sabrás al buscar sitio para aparcar tus recuerdos:
crecerás, y realmente por amor, con el final encima, entonces,
serás algo tuyo.

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