Homenic Fuentes
Dialéctica de Job
México, Cisnegro, 2021, 86 pp.
¿Qué hace Dios ante esa oleada de anatemas
que todos los días asciende hasta sus queridos Serafines?
Charles Baudelaire, Las flores del mal.
Dialéctica de Job, de Homenic Fuentes (México-Honduras, 1972) se inscribe en aquella línea existencial de la poesía blasfema. Grandes poemas se han escrito sobre este discurso; acaso para mí, uno de los mejores poemas blasfemos sea: Los heraldos negros. ¿Qué es lo humano? Respondió Bakunin ―con su obra: Dios y el estado―: un animal inteligente con la necesidad de rebelarse.
La blasfemia siempre ha existido, pero fue quizá, hasta la época moderna, cuando en la mayoría de los países occidentales se despenalizó y consecuentemente habitó entre nosotros. Según Ignacio Burgoa Orihuela, al nazareno, se le condenó por parte del Sanhedrín, a la pena de muerte, por el delito de blasfemia (Levítico 24: 14-16), aunque para las leyes de Roma, el delito por el cual lo crucificaron fue: sedición contra el Imperio romano (El proceso de Cristo). No se puede decir lo mismo de los países de Oriente y Medio Oriente donde se sigue persiguiendo la blasfemia como delito[1].
Blasfemia proviene del griego: Blaptein que significa injuriar, maldecir, difamar y Pheme que significa: reputación, es decir: palabra o acto ofensivo (reclamo estentóreo) contra la divinidad. ¿Por qué se blasfema? Tal vez lo primero que tenemos que hacer antes de responder a esta pregunta es reconocer que el blasfemo es un creyente (en la mayoría de los casos) que busca culpar “alguien” o, a “algo” de su mal. En este sentido, Job es el arquetipo perfecto del blasfemo. Así tenemos que lo que empezó como una o “queja” o “reclamo” desemboca en la reflexión escabrosa sobre el mal, pero reconociendo el soslayo para evitar contestar a la gran pregunta existencial humana qué es el mal, preferiremos enfocarnos a lo que nos toca en estas líneas, esto es: hablar del libro de poesía: Dialéctica de Job, del editor de la revista electrónica: La Piraña (https://www.piranhamx.club/).
Decía, el poemario de Homenic es un libro que recorre los linderos del discurso blasfemo de una manera muy excepcional. El libro abre con el extraordinario poema intitulado: Los motivos de Job, del cual, les muestro los siguientes versos:
Eres el Supremo
mas quién ha de amarte dentro de cisternas rotas
donde el único líquido es el mugir
de la carne desahuciada.
Soy el Job errante dentro de los abismos
que tus manos construyeron.
Pero antes de estos versos, el poeta dice:
Desde entonces soy el mismo.
Mato a la estirpe de Abel
Día y noche con la Quijada del sur.
Aquí se encuentra una pista que el poeta nos da para lanzarnos a la lectura de su libro. La voz del poeta son dos voces: la primera es la conciencia del que escribe, y la segunda, pareciera que es la conciencia colectiva de los inmigrantes (que van por el mundo huyendo del ―maldito― sur olvidado por Dios). Continua el poeta en otro verso del poema mencionado:
Muchos me han nombrado
como hombre recto a tus ojos.
Con estos versos podemos imaginar que más que una dialéctica (atendiendo a lo que Platón consideraba el significado de esta palabra como: auto-discusión para llegar al saber), es una variación del tema Job. Bien pudiera titularse el libro: Variaciones de un tema llamado Job.
Todos conocemos la historia bíblica del santo Job, aquel que pasó de la riqueza hasta la pobreza extrema; de la plenitud hasta el sufrimiento (lacerante). ¿Por qué un hombre bueno debe padecer el mal? Es sobre este tópico que va el libro.
Al leer Dialéctica de Job, me vino a la mente Jacques Maritain y su clasificación del ateísmo positivo (dentro de los cuales se encuentran: Nietzsche; los existencialistas y los revolucionarios del materialismo dialéctico). Según estableció el filósofo francés, estos “ateos” son más “antiteístas” que incrédulos; ellos tratan, en su lucha contra Dios, de fundar un nuevo orden cósmico que sea el mejor de los mundos posibles (si se me permite la expresión) en una suerte de acto solidario con lo humano (La significación del ateísmo contemporáneo). Sin duda, un tema apasionante para un libro de poesía.
Dialéctica de Job, no es un martirologio más, sino un libro de poemas muy gozoso. En el poema Los emisarios, nos regala otra huella. Escribe en los primeros versos:
Ahora mandas a mí tus emisarios de rencor.
Vienen a sentarse junto a mí
como el cuervo ante la carroña.
Traen la palabra de paz
buscando guerra.
Hablan de tu amor
con hierro incandescente.
Como podemos apreciar, el poeta no es ningún ateo, o para decirlo con la fórmula de Maritain: un “antiteísta”; en todo caso es un creyente excéntrico, una especie de outsider religioso muy cercano al discurso de Vattimo en su libro: Después de la cristiandad. Esto se puede comprobar con los versos del poema, Contendiendo a ciegas:
Debo besar el hierro que me marca.
Dadme al nazareno
porque yo sé que él vive.
¿Cuántos de nosotros no ha tenido ganas de blasfemar en algún momento de la vida? Seguro que si viviéramos en Oriente nos lo pensaríamos dos veces antes de hacerlo, pero como Homenic es occidental, toma la licencia jurídica y levanta su escritura hasta lograr el diálogo con las variantes del tema Job.
Poemas como: Contendiendo a ciegas, El crucificado, Los delirios del impío y La anatomía de la luz, representan una interesante variación de Job. Homenic (que es el acróstico de Honduras–México–Nicaragua) se abre paso con este su primer libro, como un poeta profundo lejos de las futilidades contemporáneas.
Dialéctica de Job, es un libro de ochenta y seis páginas dividido en dos secciones: 1, Dialéctica de Job, y 2, El primogénito de los muertos. Poemario creyente pero más existencial que religioso inscrito en el discurso de la blasfemia. Homenaje a las variaciones del tema Job. Es clara la línea hacía los desvalidos del sur. Creo que los aciertos del libro son la pulcritud con que Homenic trabaja la cadencia del verso. En mi opinión, el mejor poema es: Los motivos de Job.
En Dialéctica de Job podemos encontrar lo que algún día León Felipe escribió: “…yo grito, tú rezas y él canta… (Yo soy el gran blasfemo)” y desde luego, Homenic no reza ni canta.
[1] En 2014, al poeta palestino Ashraf Fayadh se le condenó a la pena capital porque su poemario: Instrucciones en el interior se consideró blasfemo, aunque para su fortuna, sus abogados le hayan logrado conmutar la pena, a: 8 años de cárcel; 800 latigazos y la renuncia publicar sus poemas (The Guardian).