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Teresa

Roberto Hurtado

 

Bajo las sombras de la noche esperando la salida del autobús que me conducirá a la ciudad de Tepic, aparece Teresa, lleva en brazos un bebé, le siguen otros dos niños, vienen somnolientos, se ve que han viajado mucho, tras ella un anciano con un diablito repleto de maletas y cajas, la vigilante no le permite que meta las maletas a la sala de espera y le dice que puede dejarlas en la entrada, ella sienta a sus hijos en las butacas y sale para descargar las maletas y pagarle al maletero, regresa y agarra al bebé, se abre la blusa y le da de mamar, muy confiada deja las maletas y después lleva al baño a sus otros hijos los cuales, muy calladitos no hacen lo que otros niños de su edad que andarían inquietos, corriendo por la sala, llorando o exigiendo que les comprara algo. Ella, de estatura media, complexión ni gorda ni flaca, con el pelo largo recogido con unas pinzas, blusa blanca, un poco escotada que deja ver el nacimiento de dos senos llenitos quizá por el amamantamiento, su blusa sube con los movimientos del brazo y deja ver un ombligo atractivo y por atrás el nacimiento de su espalda, moldeado como los de una modelo que practica ejercicio, trae un pantalón de mezclilla que encierra unos esbeltos muslos, su andar cadencioso, rítmico, su rostro, a pesar de la presión de su situación, el temor de que le roben sus maletas, el que sus hijos se extravíen y ahora comprendo por que estaba vigilando a todas las personas que entraban a la sala, no denota preocupación, antes se ve tranquila, confiada.

 

Al llegar el autobús, me paro y entrego mi boleto, asiento dieciocho, me dice el conductor, subo y me apoltrono, la veo subir y se acerca, me pide permiso para dejar su bolso en el asiento de mi lado, mientras en los de adelante acomoda a sus dos hijos, pasa y se sienta, con el bebé en sus brazos. El autobús se pone en movimiento, veo que se suelta el pelo, muestra una cara bonita, de cerca es muy hermosa y su voz tan acariciante que en mi vida no recuerdo haber encontrado otra como la de ella, le digo que es muy valiente por viajar con tres pequeñitos, le pregunto que edad tiene el bebé? Mirándome con sus lindos ojos me contesta que tiene cinco semanas de nacido,   
-y ¿hasta dónde viajas?
A Mazatlán
-Faltan otras 4 horas desde Tepic, ¿de dónde vienes?
-De Lázaro Cárdenas, en Michoacán, -Sí, lo conozco, allí estuve trabajando en la siderúrgica, llevas mas de nueve horas viajando… los tiempos de espera, los cambios de línea ya deben venir los niños enfadados, los tienes muy educaditos y tu marido? ¿Te deja viajar así?- Se queda pensativa, quiere decirme algo y se contiene, le insisto, dice que viene de ver a su familia, que va para un  rancho en Mazatlán.
Por el numero de cajas y maletas supongo que va a mudarse de población, le pregunto:
-¿Vienes huyendo de alguien o de algo?-
No contestó, su semblante se entristece.
Le digo que es muy bonita.
Hasta entonces sonríe diciéndome:
-Gracias-
Ya no platico nada y dormitamos.
Al sentir que se para el autobús, y ve que bajo mi maletín, me dice:
-Mataron a mi esposo, lo ajusticiaron, según ellos, por eso voy a vengarme y recuperar lo que me quitaron esos hijos de la chingada.-
Me despido y bajo, veo su bello rostro a través de la ventanilla, me sonríe y con su mano me dice ¡adiós!

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