Jair Contreras
La violencia es un recurso de los animales para imponer un orden o una forma que el hombre tiene para desahogar su impotencia. Sin embargo, incluso los animales utilizan la violencia como último recurso, antes están una serie de signos y códigos que advierten, persuaden o convencen de evitar el conflicto. Las posiciones, movimientos y sonidos son un lenguaje de la socialidad y la negociación entre los animales, la lógica entre ellos es la sobrevivencia, por eso sólo atacan en los términos de lo necesario, para alimentarse o defenderse, en un medio en el que toda energía es preciada, y por eso mismo, cuidada.
Jair Contreras
La violencia es un recurso de los animales para imponer un orden o una forma que el hombre tiene para desahogar su impotencia. Sin embargo, incluso los animales utilizan la violencia como último recurso, antes están una serie de signos y códigos que advierten, persuaden o convencen de evitar el conflicto. Las posiciones, movimientos y sonidos son un lenguaje de la socialidad y la negociación entre los animales, la lógica entre ellos es la sobrevivencia, por eso sólo atacan en los términos de lo necesario, para alimentarse o defenderse, en un medio en el que toda energía es preciada, y por eso mismo, cuidada.
Un «orden» de la crueldad o el caos en la naturaleza es incosteable, y por ello, irrealizable. Al contrario de lo que se piensa los animales no son violentos, son agresivos, su fuerza la focalizan para alimentarse o defenderse. Por su parte, el hombre, que es otro tipo de animal, llega a ser violento de una manera tan absurda como frecuente, y no es absurda en términos morales o lógicos, es absurda porque es inútil, porque su violencia no le ayuda a vivir o ser mejor, al contrario, se convierte en la causa de su sufrimiento o destrucción, que pasa por deshumanizarlo, e incluso, por hacerlo perder las cualidades de los animales. El hombre es violento no para resolver problemas sino para evitar solucionarlos ocultándolos o destruyendo a quien da testimonio de ellos, por eso es un recurso de quien en su impotencia no pueden resolver sus problemas. Los hombres violentos no son como animales sino como bestias, son brutales, utilizan la potencia de sus capacidades no para resolver sus problemas sino para destruirse a sí mismos y a sus semejantes, algo que ningún ser vivo hace. Los atentados vividos en Paris la noche del 13 de noviembre son expresiones de la brutalidad de los seres humanos de este tiempo, pero no sólo de un lado, tanto los musulmanes fundamentalistas como los occidentales patriotas y democráticos son expresiones de la barbarie de este tiempo, la brutalidad de los hombres que buscan imponer en el mundo un orden en que todo les pertenezca a unos cuantos, las sociedades capitalistas desarrolladas, aunque esos pocos no lo puedan usar o sólo lo desperdicien mientras el resto de sus semejantes mueren por no tener lo necesario (otra forma de violencia); y la brutalidad de quienes oficialmente desahogan su resentimiento y odio acumulado durante siglos frente a quienes se supone que los ha sometido y usado, pero en los hechos colaboran para que sus enemigos sigan teniendo justificaciones morales y políticas para seguir haciendo daño a los pueblos que ellos dicen vengar. Esta guerra como otras, como la mayoría, como todas, no tiene causas justas ni santas, es una guerra para justificar el robo, para volver a «ordenar» el mundo que durante las últimas tres décadas empezó a perder el orden producto de la Segunda Guerra Mundial, porque USA quien salió victorioso de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fría, ha perdido paulatinamente la hegemonía de la economía, la industria y la tecnología. Y como en otros momentos, de una manera brutal, lo que mejor sabe hacer y en lo que se ha especializado es en el uso de la violencia, al grado de que incluso provoca esa violencia en otras partes de manera «indirecta», en este caso, sin ser posible saber el grado de permisibilidad o incluso de influencia que aún tiene en el Estado Islámico, USA es responsable de la aparición de este grupo, que ha reivindicado los atentado de París, al haber financiado, armado y entrenado a sus fundadores desde la década de los 80s, y al haberles dado las condiciones sociales para su desarrollo con sus intervenciones en Medio Oriente los últimos veinte años. El reacomodo del orden mundial en este momento pasa por controlar Siria y apoderarse de sus recursos energéticos, las mayores reservas de petróleo y gas natural, por ello, lo que está sucediendo justifica por un lado la intervención de esa zona por parte de USA y sus aliados, Inglaterra y Francia, y por otro, la disputa de esos recursos con el bloque creado por Rusia y China. Mientras el gobierno sirio es atacado por el Estado Islámico, organización política fundamentalista cercana al fascismo que promueve la creación de un imperio musulmán en Medio Oriente. La guerra no es entre Oriente y Occidente, ni entre musulmanes y cristianos, es una guerra contra la humanidad, contra lo que significa ser hombre y no una bestia, y entender esto es algo que los medios de comunicación tratan de evitar condenado a unos y exaltando a otros, haciendo que la opinión pública se identifique con Europa mientras los gobernantes europeos junto con los líderes de las organizaciones terroristas convierten el mundo en un manicomio o en un matadero como señaló Eduardo Galeano.
París, 17 de noviembre 2015