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Poesía de Susana Rozas

Biografía de fresno

Y vi la noche enmarañada como cabellos perdidos entre las piernas que insinúan caídas o llamados. Así los ángeles nos tocan el cuerpo. No había abandonado mis manos Borroneaba cuadernos para no hablar de vos.
Pero estabas en todas las fotos perdiéndote…
Yo te guardé en la filatelia de las siestas donde una voz de madre nos destinaba a los juegos de palabras, de sombras rastreras en zócalos de fresnos amarillos y pájaros innominados.
Junté tu olor en un disco que escuché quieta; había memorizado para llevarte lejos.
Para no abandonarme, te reencarnaste.
Fueron tantas veces que llegué a sentirme multiplicada. No te busqué porque habías vuelto, minimizado en guiños que sólo veía yo. Apostada en ventanas de dioramas fui ejerciendo el silencio.
Logré confundir a mis amantes que creyeron oírme.
Solamente te contaba historias para entretener el tiempo que venía de vez en cuando a mirarme los codos o algún peinado que ataba en cintas que desanudé.
Inventaba en domingos, cuando todos se iban de fiesta… después en la semana las olvidaba y vuelta a empezar, creo que me he repetido, pero nunca te cansaste.
Los hombres creyeron que eran para ellos, yo les impostaba, seguían atentos. Alguno sufrió.
La gata volvía los ojos egipcios.
Comprendí que los otoños iban cambiando: mudé terciopelos que diferían de tonos. Ahora no miro colores.
Los álamos son eternos y brillan.
El fresno espasmo desnudo, con estertores sin fastuosidad. Mamá guardó la escoba, le sonrío al exhibicionista y repetimos la palabra “manteca” hasta que perdió su sabor, no nos puso tristes.
Nos hicimos los dormidos.


Biografía de cipreses

Y vi después, los cipreses que se volvían negros como lenguas que lamieran el cielo de oropeles y tormenta. No sabía el final y para no inventar, consumé la verdad. Nos dio miedo.
Los amantes se sucedieron con enamoramientos de encaje y arpillera. El dolor llegó a endulzarme la correspondencia que ya no contestabas y coleccioné estampillas de reyes.
Habías encendido el silencio.
Fue cuando profané las historias que te escribiría… Los gitanos querían apagar las lenguas de los árboles y palmaban.
Me fui a inaugurar noches y a escondida te llamaba. Mutaste nuevamente, hierático.
De la valija de la abuela saqué los vestidos para encontrarte.
Fui piadosa y altiva para ofender cuando las lunas se suicidaron y nadie lo pronunció.
Tantas lunas me emborrachaban… las busqué, las dejé venir sin descanso.
Después cerraba la puerta rota, aparecían las puntas negras de los cipreses.
Dejé de escribir poemas porque me lloraban las manos.
Los gatos en sus gimnásticas madrugadas aventuraron que estaba perdiendo el sueño en los papeles.
Aprendí a desandar el amor.
Los álamos seguían imperecederos, luminosos.
Un día, abandoné también la elegancia de los cipreses.
Me fui.


Biografía de pinar

También vi, cómo se abandona, se aleja el pinar que estalló en ojos; sabíamos que no ibas a volver.

Invadieron, sin ruido multiplicándose permanentemente.

Atestiguaron donde me hallaba cuando me creí invisible -ese sueño eterno-.

Iban y venían con distintos nombres, ellos conocen el código para encontrarte pero juegan y no me confían.

Sabrás dónde perdí la última mirada?

Anduve de reina altiva como si me llevaras del brazo. Los otros creyeron que tenía manos de mármol pero temblaba porque era de nadie.

Una neblina iluminó la respuesta cuando quedé sin palabras, ni silencios.

Había perdido a Dios.

Y a los hombres y a las sombras, preludiando la infinitud y las pausas con que la vida nos fue esbozando; ya estabas en mí, con los pinos y las nubes que andan sin destino.

Llegué a vernos… éramos restos de versos

Quizás

Susana Rozas

Docente en Lengua y literatura. Ejercí en Escuelas medias y terciarios, coordinación de Talleres literarios entre 1989 a 2019. Publico desde 1976..

He realizado Prólogos y ponencias varias y continúo. Tengo editados 7 libros de poesía; 4 novelas, 2 en coautoría;2 libros de ensayos y 2 de relatos. Hay mucho en revistas virtuales y en papel, en antologías. Realicé 2 perfomance.

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