Por Linda Guiza
Mirlo
Ella siempre quizo que fuera un mirlo
acicaló mis brazos para volverlos llamas
talló mis pies para ocultar sus raíces
Me hablo de planetas escondidos entre las nubes
lugares incendiados por el rumor del lenguaje
Plantó en mi pecho la vibración del relámpago
destello repartido
entre la sangre y el alma
que arde
y apaga
Dentro de mi garganta
alojó una sílaba de sol
para que el canto no muriera a golpeteo de alas
Ese gorgeo temprano de pichones cristalinos
mecidos en las cuerdas del tiempo
Ella quizo que fuera longitud de ecos
pradera suspendida
Escalera taciturna
un manantial de sombras
Y tiemblan los ojos que me miran
con su intensidad de remolino
prendida al mundo
precipicio incauto
Ella siempre quizo
pero olvido coser
esa lluvia en mi furtiva herida
donde germinan semillas encendidas
cada vez que una palabra nace
Lluvia de árboles
Cada palabra que dijo
fue una puerta que abría hacia adentro
a veces ahí
creí encontrar
como en un baúl viejo
una oruga cicatriz
un ave promesa
Aquellos símbolos fueron una carnada silenciosa
que me llevaban hacia una jaula
de retentivas estériles
El canto se escuchaba a la hora de siempre
¿A dónde iba?
sí, el cielo se extendía a lluvia de árboles
Una día le escuche decir
mírame, no soy yo, es la nostalgia
ese mar nervioso que revienta en plegarias
Cada palabra que dijo
fue un pez volando sobre un ciego oleaje
una rama herida donde un pájaro se desangraba
cantándole a una fogata de agua
Espacios
La noche es un puente impenetrable
podría morir entre los pórticos
tratando de huir de la tristeza del mundo
Escucho el crujir del tiempo en la presencia de las casas
en sus paredes el clamor de las heridas
no hay nadie ya solo el desgarro
con su ruido de búfalos en los mosaicos
ondas caudal en los armarios
ruedas sangre en el murmullo de los zapatos
¿A dónde se supone que se han ido todos?
Yo voy precipitándome
habito sus espacios como queriendo encontrar un asidero
mis pies son agujas que se divierten con el perfume del ocio
lanzas de sol que bailan entre los árboles
Son las hojas mujeres que gritan
y envían mensajes al mar
lengua del universo
En mis tobillos la marea del asfalto
hunde mis huellas en un tragaluz
Estoy aquí
solo hablando y
escribiendo sé quien puedo ser
Yo soy la resonancia
mi voz es el lamento de la rendija
el calvario del hueco
el quejido en la grieta
Mi voz es la herida
el pulso en el pecho
que el escombro apagó
Soy los rincones
y sus bocas
el canto de sus puertas
la tonada de sus faroles esferas
Soy el sonido de sus huesos rotos
en las manecillas del reloj
Todo esta detenido
hasta la prosa
pero el tiempo sigue vivo
nada duele ni espanta
A lo lejos un pensamiento mira tras la ventana
su espíritu en voz baja me dice: duerme
aquí así se vive se ama se muere
entre el llanto de las hojas
entre el canto de nuestros muertos
Linda Guiza. Poeta y escritora. (Ciudad de México, 1977). Actualmente estudia la carrera de Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. (UACM) Fundadora y coordinadora del Festival de Poesía en el Metro “Poesía y Movimiento” (2008-2012) Festival de Poesía “Marabunta” y “21 poetas en primavera” (Roma – Condesa, 2010). Su obra ha sido incluida en el primer libro de Video-poesía en México, “Ecos de la imagen” (2008), en el libro conmemorativo de la Feria del Libro del Zócalo “Cada chango a su mecate” compilación del maestro Hugo Hiriart. (2011) En diversas antologías y revistas literarias como Así Nacieron, Poesía Cero, Cupido Internauta y Literal, esta última, publicación auspiciada por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.