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Página nómada – «Atar (de) sol» de Daniel Olivares Viniegra

Atardesol

Eduardo Cerecedo

 

Atardesol

Atar (de) Sol de Daniel Olivares Viniegra. Editorial Cisnegro [Lectores de alto riesgo]. Ciudad de México, 2016. 

Hablar de poesía es parlar con la otredad, incrustarse en otra entidad a veces. También lo es ese juego de las palabras, que nos proveen en la posibilidad de movimiento, o su antítesis, esa vertiente con el lenguaje que nos lleva por una vía alterna de expresión. Al sugerir no movimiento. Atar (de) sol, es el fruto de esos sucesos con el lenguaje poético.

Daniel Olivares Viniegra ha integrado su discurso literario en un juego de sonidos y sentidos, el calambur como eje técnico en su escritura sucumbe ante la imagen visual, otras veces, ese dejo de nostalgia por el amor, círculo nominal en ese aparato escritural contenido en tres series de poemas, donde la evocación, al sueño, al instante, al amor ido, ese sentimiento que aborda la realidad de quien escribe.

Un transitar por la hoja en blanco, nos conduce a las posibilidades de expresar en ciertos términos, propios del poema, en aproximarse a la música, otras a la pintura, haciendo ese cabrilleo entre otras disciplinas del arte, enunciando los estados del espíritu. La poesía en voz de quien escribe, lleva esa fuerza en las en las metáforas, en la anáfora, epíforas, contrastes, paradojas, haciendo que el verso se convierta en un móvil cargado de valoraciones hacia el referente de quien se circunscribe en el poema.

Naufragios, Arenas, líquida luz, son el diafragma del poemario, donde se sustenta el pensamiento del poeta. De manera lúdica el poeta se expresa en leguaje híbrido para hacernos saber que el mundo está regido por la mujer, el gran amor, destinatario de los poemas. Pero eso, es sólo una dispersión, una variedad, de abandono, de espera, de rencor, de gusto por mirar la vida en otros. Es decir, el tiempo diseminado en formar y formular el sonido, sustentado en el doble sentido de sus expresiones.

El canto a la mujer en diversas estadías, el hombre rehace su instante de tal suerte que se hace codependiente de ese pasado, sujeto al tiempo venidero. Tiempo en que se desarrolla el accionar de contrarios para bien de la imagen.

En un verso limpio, claro, en que el versolibrismo sostiene y contiene la voz de Daniel Olivares Viniegra. Así surge el nuevo poemario con ritmos desiguales que permiten el cambio de equilibrio, entre la voz sujeta a esa vertiente de soliloquio, diálogo con el vacío, tesituras tomadas de otros géneros literarios, para capturar la poesía en Atar (de) sol, cuyo mayor logro se funda en el juego de palabras, donde la ironía tiene un sitio reservado en el poema, para que el humor surja como un radar en su amplitud de canje.

Aquí el poeta con su itinerario espiritual.

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