Por Frida López
Para qué ocultarlo,
si al final está el silencio azul;
para qué avergonzarnos,
si todas las lágrimas no terminan por caer.
Ayer te vi,
ayer te quise…
Hoy rezo por mi madre,
por las inocencias que perdí,
por mis hermanos,
por un cariño que se desgasta entre susurros.
Acudo a la capilla del pueblo,
la que todos necesitamos alguna vez;
aún no existe mejor altar entre los edificios grises
y los bares para ennoblecer las despedidas.
Pienso en mí,
en la duración de mi propio dolor,
que algún día desaparecerá,
y quizás,
sólo en ese momento,
en la oportunidad definitiva,
te demostraré, en paz, un amor que supere las ruinas.
Frida López (Cd. De México, 1995). Tesista en la Licenciatura en Filosofía por la UNAM. Actualmente es miembro del Consejo de Jóvenes de Cultura UNAM y del Consejo Editorial de la Revista de la Universidad.