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Cantares de una calle sola. Everardo Antonio Torres González

Querida soledad

 

Querida soledad, gracias por tejer el hilo de mis pensamientos.

El nuevo día me acerca a las caricias, que rondan mi memoria, como si estuvieran pendientes del jarrón que rompimos hace tiempo.

Me acerca al canto de pájaros, que ha crecido en virtuosismo en cada fecha que suma el calendario.
¿O será que el oído se ha hecho más profundo y sicodélico y descubre en los trinos el secreto de Fleury o Aurele Nicolet? (Tal vez el murmullo de olas y ventiscas en papel guardado dentro de pálida botella borracha y vagabunda).

Después de masticar la noche, lentamente, te quiero agradecer, querida soledad, por el continuo reclamo de los grillos, pequeña sinfonía que se fija como fuego a madera seca y milenaria, en un vuelo tenaz y recurrente, de labios posados en murmullos de viento envueltos en mi almohada.

Agradezco también querida amante, el permiso que das para tomar tus manos, sin condición antibacterial, ni asepsia obligatoria. Por la soltura con que dejas a las mías pasar por tus contornos y cerrar los ojos cuando tocan tus párpados.

Mi muy querida soledad, debes saberlo, estoy renuente a volver por los pasillos del amor, si no es el tuyo y no quiero salir del laberinto de noche y huesos viejos, si no es tomado de tu mano.

 

 

Día diez y el sol brillando

 

Hace algunas noches, mis fantasmas

se sientan al borde de la cama,

con su traje formal

y cubre bocas reluciente.

Ah… mis fantasmas que vuelven a besarse

tras la máscara ingenua y nebulosa,

con sonrisa esbozada, displicente

y guardando prudente distancia

hacia el espejo.

Diez días en este viaje

acompañado de viejas campanadas,

de noticias que cada segundo envejecen

y añaden una, dos, quinientas rayas al conteo;

una raya más… una sombra menos,

unos zapatos vacíos,

un sombrero en la pared abandonado.

Diez días con un silbido cruzando puertas y ventanas,

llamando por su nombre a los recuerdos,

con milimétrica y absurda precisión;

absurda precisión que me hace humano.

Diez días de visitar los viejos laberintos

que luna a luna fui trazando

y grafitear en vueltas y rincones:

“A 100 mts salida de emergencia”

Diez días de soledad y el sol brillando

en el umbral de la melancolía.

 

 

 

Cantares de una calle sola

En esta calle sola se pierde la mirada,

en esta soledad de pájaro sin tiempo,

en los minutos degollados

que vuelan como silbo…

 

Se pierde el pensamiento y el latir estruendoso

de anciano cautiverio.

 

En esta calle sola se apartan las ventanas,

con sus cortinas negras.

 

Entreabiertas cortinas ocultan en sus pliegues

miradas furtivas, someras, desquiciadas.

 

En el balcón de canto

se eterniza la espera

(en la reja de voces,

como dientes que muerden

la pretina del miedo)

 

En este mes de marzo,

los huesos se consuelan

entre pequeñas rosas,

entre flores violetas

en descarnados guiños

de amor difuminados…

 

Y la opereta sigue,

con guion y partitura

escritos por un ángel malvado

y distraído,

que pierde la mirada

por esta calle sola.

 

 

Hoy se avistan sueños

 

Hoy amaneció en los trinos callejeros,
en un sol estruendoso y delicado,
pasando la ventana y el umbral de la memoria
con un poco de sombra, sólo un poco…

Hoy se avistan sueños que se creían extintos,
por las calles de ayer (hoy tan desiertas),
atisban los botes de olvido
y deseos amontonados,
con viejas etiquetas de color azul amarillento.

Sueños ancianos que el silencio retorna
a recorrer las calles
y se ríen como niños, como novios que escapan
y se tiran frenéticos en la fuente desnuda, desierta,
descalza; desprovista de miedo, de luna, de prisa,
de gris melancolía.

Hoy los pájaros tiñen el día con su canto.
A los lejos el sol sacude los olivos
y el silencio se pierde trasminando tus ojos.

 

 

 

Everardo Antonio Torres González nació en la ciudad de Durango, Dgo. el 29 de septiembre de 1956. Parte de su obra poética ha sido publicada de manera colectiva en los libros: Pentafonía, Puentes, Puentes II, El color del amor, Otoño germinado en verano y en Las tertulias del cerro. Además en las revistas: “Forja da liberdade” (Brasil),  “El picudo blanco” (España), Revista REDacciones y en dos antologías publicadas por la RED de Escritores de Durango. De manera individual cuenta con las siguientes publicaciones: “Catavento”, (editada en España en versión bilingüe español-portugués), “El amor es un suplicio itinerante” (España), “En un viento de mar” y “Para seguir soñando”. En los años 2007 y 2008 sus poemas fueron difundidos de manera periódica en el programa radial “Momentos”, transmitido por Radio City en la ciudad de Corrientes de la República Argentina. En 2011, el Instituto Municipal del Arte y la Cultura  de Durango publicó su libro de cuentos cortos, “Vámonos al baile”.

 

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