Por Teresa Muñoz
En la oscuridad el sudor se hace más evidente. Ella lo siente por toda su espalda, helado; tiene el escalofrío de las gotas secándose en la parte baja. En esa curva que deja de llamarse espalda y donde espera las manos de él. Tienen buen rato en ese lugar, adivinando sus pieles, sin verlas. Uno junto al otro. Un acuerdo tácito los hizo llegar hasta este lugar, donde el cielo se abre transparente y regala una uña de luna que no alcanza a iluminar sus rostros.
Basta moverse un poco más para tocarse. Se esperan, se aguantan. No es necesario estirar más. La respiración de él a un costado de ella. El polvo del día acumulado en sus cuerpos se combina con el sudor. Ella sabe que su perfume ha dejado de tener efectividad hace varias horas. La noche y saberse ocultos, provoca ansiedades desconocidas en ellos. Ha pasado mucho tiempo desde que estar juntos a solas un rato, era solo una fantasía. Las sensaciones son nuevas. La mano de él se mueve, pero no se atreve a tocar y ella lo siente. Sabe que él tiene entre las piernas un dilema. Quiere voltear a verlo, besarlo. Tiene el recuerdo de su respiración en sus hombros desde que llegaron ahí.
Se vieron unos meses antes, por primera vez, saliendo de la iglesia. Bueno, para qué mentirse: se vieron durante toda la misa. Electrizados, con la mirada de una en el cuerpo del otro y viceversa. Y al salir, se buscaron nuevamente entre la multitud que se detenía a saludar al sacerdote y a socializar obstruyendo el paso.
Por supuesto que no se atrevieron a hablarse, no era lo propio. Un día ella comenzó a ir a casa de esta nueva amiga, dónde se lo encontró en la puerta, regresando de trabajar cuando ella ya se despedía. Se saludaron tímidamente, no dijeron nada más. Se sentía el oxígeno pesado entre los dos. Pensaron que debían olvidar esa energía que por primera vez los inundaban, antes que alguien se diera cuenta. Cada vez que ella iba a casa de su amiga, se espiaban, esperaban verse, intuían los lugares donde había estado uno o la otra.
El calor es insoportable, no sólo porque el clima del verano lo vuelve así, sino que sus fantasías daban una esperanza cada vez más cerca de cumplir.
Hoy se dio la oportunidad y la aprovecharon. No se vale quedarse sin tocar. El miedo los paraliza y solo hace que la respiración se agite. Ella siente que la humedad resbala entre sus muslos. Él no puede más, tiene cierto temor. Quiere tomarla del cabello, voltearla hacia él, besarla, manosearla, sentir sus piernas enredadas en las suyas. Ella quiere que la aplaste contra la puerta, y toque esas partes que ya vibran, que meta sus dedos por sus huecos, y beberse mutuamente el líquido que se volvió su cuerpo y que ya no sabe distinguir qué es. Se sienten perdidos, confundidos, el pavor los invade.
A lo lejos se siguen viendo las luces de la ciudad. Al principio tenían la idea de algún motel. Ahora están los dos en el auto, lejos de la civilización, esperando que no pase ninguna patrulla y los interrumpa.
Desea calmar la sed de hombre que tiene desde que lo vio por primera vez. En la oscuridad, desliza su mano sobre el muslo de él, quien comienza a meter la lengua en su boca.
Ella sólo ha tenido algunos besos en la mejilla en los juegos que se inventan en la parte de atrás, donde la maleza los deja esconderse, de la escuela secundaria. A veces, alguno de segundo ha querido ir más lejos, pero ella no lo permitió, no quiere estar en boca de todos por culpa de ese muchacho tan poca cosa.
Ahora, mientras se enreda en la lengua de este hombre, toca sin pena todo el cuerpo que tiene casi encima. Ha perdido la noción del tiempo, del espacio, de su madre que la espera, de su amiga que confió en que su padre la llevaría a casa.
María Teresa Muñoz Ortiz. (Minatitlán, Ver.)
Actriz con formación teatral desde 1986 con Rogelio Luévano, Nora Mannek, Jorge Méndez, Jorge Castillo, Abraham Oceransky, entre otros. Diversas puestas en escena, comerciales y cortometrajes de 1986 a la fecha. Directora de la Escuela de Escritores de la Laguna, de agosto de 2004 a diciembre 2014.
Columnista en las revistas electrónicas Bitácora de vuelos https://www.rdbitacoradevuelos.com.mx/ y Escritoras mexicanas https://www.escritoras.mx/
Lic. en Idiomas, con especialidad como intérprete traductor. (Centro Universitario Angloamericano de Torreón). Profesora de diversas materias: literatura (en inglés, francés y español), gramática, traducción, interpretación. Coordinadora de Talleres literarios, Presentaciones de libros, Charlas literarias, Diplomados, en la Biblioteca José Santos Valdés, de Gómez Palacio, Dgo.
Dramaturga y directora de teatro.