La Casa Azul de Frida Kahlo
Volvamos a pintar los muros a mano franca
a cuerda sabia
del empuje a la impotencia
de la lucha a la pujanza.
Frida se viste de luz erguida,
se viste para la hazaña y calza la guerra
en expresión natural, ella es voz y no eco,
razón en el metal enmohecido a la cintura
le ciñe el desdén tras orgullo,
el valor de ser como el hidalgo, amortajado y seco de Machado,
pero se hace tarde para devolverla al mundo
y los lánguidos quebrantos del olvido son nerviosamente azules.
Frida calla y se levanta las enaguas
se descubre frente al espejo con porte silencioso
en calma calla, recorre corredores despoblados
con el corazón rojo, rojísimo del retrato a la mano,
de la mano al extendido.
Hay un sitio en la ventana, desde ese punto observa Frida,
su vista es siempre eje del círculo,
centro su ser, médula su arte,
ella porta de su patria el infinito,
el color como libre afirmación de credo.
Sobre la cama de Frida el paraíso,
sobre ella el universo.
Naufragio
Todo el que muere tiene la razón,
asalta el hierro
las dimensiones posibles.
Tregua angustiosa
en el rincón de la memoria.
La realidad se atasca,
habita
cosas cotidianas gastadas.
El temor de las noches era cierto,
un rumor,
piedad terrible
espacio que me niega.
Yo hubiera pensado
en mi cuerpo cubierto por cristales.
Ahora en la ventana
un olor a bestia
húmeda,
a punto de morir
devora el cielo con su cráneo,
como si conociera el fondo
de la intemperie
su tristeza.
Antes de irte
Puede ser que esté cansada
y los hilos del viento
me desnuden
susurrando la llovizna de espectros.
Acostumbrada al silencio
intimido al azar bajo la mesa
y me tumbo sobre tu sombra
para amortiguar mis golpes de incertidumbre
sobre la almohada quieta
de los años.
Desfase
Recojo a tientas la noche
que entra adelantada,
mi cuerpo, exhalación apenas,
¿estoy muerta?
esta noche no hay un sitio
la luna arriba,
sola.
Entre las rendijas el enorme silencio
es relámpago que arde,
hablan mis sueños de mareas negras
redención de tiempo aniquilado.
Pensamiento recién nacido,
que arrastra su corriente.
Señales ambidiestras
desploman sus ojos desplegados,
son vestigios de muros indecisos,
memoria que el espejo desdibuja.
Mi propio delirio se levanta,
me acaricia,
me ataca.
Palabra inerte
Afuera está
la espera interminable,
la indiferencia y el polvo,
el instante de haber muerto,
la música delgada
y la calle endurecida.
Apenas mueve el horizonte
esta oscuridad
para volver al relámpago
mudo de la angustia
donde habitamos.
Enemiga de la luz
y del sonido
aprisiono tu mensaje en mi garganta.
Beatriz Saavedra Gastélum
Mexicana, a la fecha tiene 21 libros de poesía publicados y dos libro de ensayo, su obra ha sido incluida en un gran número de antologías, revistas y periódicos nacionales y en el extranjero, sus poemas se han traducido a lenguas indígenas, francés, portugués, inglés, griego, italiano, chino y Alemán. Ha recibido múltiples reconocimientos, entre los que destacan: El Premio a la Excelencia Cultural Cesar Vallejo, Sinaloense ejemplar en el mundo, finalista del Prix Mallarme, Francia y premio internacional de literatura Alejandra Pizarnik. España 2024. Actualmente, Dirige el taller de creación literaria “Alicia Reyes” en la Capilla Alfonsina (INBAL), el Ciclo Diálogos en Femenino con Alfonso Reyes y el Coloquio internacional Alfonso Reyes y las mujeres de su tiempo, además es codirectora de la Red Nacional de Mujeres Alfonsinas, en el Museo de la Mujer, UNAM coordina el Ciclo de conferencias Poéticas de la inteligencia y el ciclo Poesía en voz de sus autoras, es Directora del Centro de estudios sobre la Mujer en la Academia Nacional de Historia y Geografía UNAM, y Creadora y Directora del Festival Internacional La Mujer en las Letras en la misma institución, es presidenta de la Academia Nacional de perspectiva de género de la Legión de Honor Nacional de México, es codirectora de la Editorial Floricanto, escribe la Columna de crítica literaria en el periódico El Capitalino CDMX y En el Diario de Madrid. Es Directora de La Casa Estudio de Crítica Literaria CDMX.