Mercedes Reynoso
Paradoja
Voy tras las almas libres,
como caballos desbocados
hacia el acantilado.
Voy tras el aire
de sus pasos,
la sonrisa ajena
que dispara mil historias
en mi almohada.
Mercedes Reynoso
Paradoja
Voy tras las almas libres,
como caballos desbocados
hacia el acantilado.
Voy tras el aire
de sus pasos,
la sonrisa ajena
que dispara mil historias
en mi almohada.
Busco los ojos
que despiertan
mi sueño,
los que buscan horizontes
e imposibles,
los que aman
lo austero
de un atardecer.
Voy tras las almas
que no voltean atrás,
se dejan llevar
por una brisa casi perpetua
que despide
sus propios aromas.
Y huelen a tierra húmeda,
a café recién hecho
y sábanas mojadas.
Huelen a verdad
y un misterio exquisito
que me mantiene despierta.
A revolución.
A paz.
Huele a mar viejo
sobre piel ceniza.
Voy tras esas almas libres
que no se percatan
de la sombra que les sobra.
Y los miro de lejos
con ojos de ensueño,
porque vuelan alto
y solas,
sin ataduras.
Y también sin mí.
Erótica
Voy buscando
con tus labios
cada parte de
mi cuerpo.
Atravesando
el sonido
con tus manos.
Voy erosionando
los bellos de mi piel
con tu suave soplar.
Inventando formas
con tu lengua
húmeda.
Me estremezco
con la sonrisa cómplice
que te imagino
al beber mi sexo.
Mi espalda se erige
a tu medida,
inventa un mar estrellado
para navegar.
Y tomas mi cadera
(timón-madera)
y te inventas
un océano por delante,
y soy sirena
en marea brava.
Con cánticos
que guían
tu travesía.
Para terminar
encallada
en tu pecho rocoso,
con la humedad salada
de la noche.
Manta
He transformado mis arrecifes
en cuevas subterráneas
de piel y hueso,
cada coral es ahora
un poro abierto,
y me sala la lengua
de una flor voracea marina.
Se escucha
mi romper de olas
contra la roca suave
que es tu espectro,
la silueta leve
de gua dulce
y caña.
Se han apagado los astros
para dejarme plena
gravitada
lunática
con tu sopor de alba.
Cada peñasco
que son mis huesos
fueron también expuestos
a tus fauces.
Bucéame hasta lo perdido
para encontrar cada forma
de abrazarte con mi oleaje.
Respira el susurro
y bucea hondo.
Encuentra un secreto
escondido entre las cuevas
entre las cascadas marinas
que no cesan,
que no acaban
y nos terminan.
Sexting
Sexting barato de 10 megapíxeles,
corre tras la pantalla,
¿No tienes más para ofrecer?
Seduces lánguido
tras tu aparatejo
de cristal,
como piernas de días
sin depilar,
así
transparente.
No me apetecen
tus palabras encendidas,
con sabor a tipografía
gastada,
las que malviven su corta vida
entre versos digitales
monosilábicos.
Detén ésta inmediatez
de correr mi sangre
y háblame de tu latir.
Solo para ver qué tan fuerte
te cojo.
Sexting barato de 10 megapixeles
y el wiffi inerte,
como el cartero despistado
de antaño.
Un “visto” es la cruel estupidez
rebotada en la cara del soñador.
Tu notificación esclarece esa
estupidez .
Sexting barato a las 2 de la mañana.
Y mi mano avara
reta al pensamiento
al ritmo del tecleo,
mientras mis piernas
se reducen a un par de montañas
dejando entrever un río platinado.
Las mujeres lloran
Las mujeres lloran.
Lloramos por todo:
porque amanecemos
entre el sollozo de la noche
y la voracidad de la luz madre.
Porque cuando el vacío
de una voz despoja
las entrañas,
aprisiona,
y no hay mejor remedio
que limpiar los grandes ojos
con verdad.
Lloramos porque nos cuesta
creer que el cuerpo alberga vida,
y después el arrepentimiento
de no desearla.
Lloramos porque nos creemos dueñas
de nosotras mismas,
pero entre el estado,
la iglesia
tu madre
tu padre
tu amante
la hermana
el vecino
tus sueños
tus deberes
la tierra
el cielo,
no sé ya qué carajos
es mío.
La mal amada
Hay un escalofrío vil
que me recorre en verano
cuando la piel calienta
las sábanas de las tres de la tarde,
ese que me llega como grito
entumecido
cundo me sé
la siempre mal amada.
Ni siquiera una gota de tu espanto
me despierta en las madrugadas
cuando entreduermo las ideas
después de follarte embravecida.
Las cuatro de la tarde.
Tal vez ya te diste cuenta de la locura
que se esconde tras la lámpara gris
o de los huesos en descomposición
en el horno de la estufa.
Tal vez mis gritos fueron tales
que tu endeble pene
sigue adormecido,
esperado un boca con miedo
y asco,
una que te diga que no le gusta
el sabor de tu miembro.
La tarde se anticipa y el calor la detiene,
nos quedamos en la cama
entre el sudor cansado
esperando te des cuenta de mis ojos,
que soy más que la puta bruja,
más que una botella.
Más que mi propio sabotaje.