Por Manuel Becerra
Otra canción de la ballena
La ballena es una isla efímera.
Alberga sobre el lomo, como un buey de mar, un cayo de pájaros.
Dentro de ella un manglar se refocila y se empobrece en cuestión de segundos cuando salta, da una contorsión y golpea de regreso la piel del mar.
Su corazón es una piedra calcárea que cada tanto vuelve a su punto de ebullición.
Tiene un espiráculo sobre su cabeza igual que un pozo en la colina:
Si el brocal se descoloca, cabe la posibilidad de la luz;
a partir de entonces la luna descubre en el interior a un hombre barbado
con un gorro de papel periódico asando un bagre en torno a una fogata.
El hombre levanta un leño encendido, contra la noche de la ballena, y alumbra sus paladares en cuyos muros está escrita la historia de las estrellas.
Su balada oscura de Silicio es tan antigua como la rotación de la tierra.
Existe otra forma de cantar, pero existe bajo el agua.
En otra vida la ballena fue una nube de tordos, un hombre que murió bajo la espada.
Fábula de Donna y su caballo
“Dentro de él había un pozo indescifrable”, dijo.
Era una historia de amor o no sé,
no estoy seguro. Lo contó una amiga
que a su vez era la historia de Donna
y su regalo de verano
que era un caballo ¿Recuerdas? Trataba
de ella que vivía en el norte
y decía que cada vez
que lo guardaba en el establo
algo de uno se quedaba en el otro
en medio de la noche turmalina
y él parecía sonreír radiante
al día siguiente con sus grandes dientes
de madera o de niño, qué sé yo,
y sentía a sus costados
los muslos solares de Donna
y así giraban los días como una
gran rueda sobre el campo pero un día
un hombre apareció con un anillo
y una gran piedra que él mismo halló entre las piedras
y Donna asintió con la cabeza y se casaron
y entonces algo cambió por completo
porque entre Donna y el caballo
hubo un lenguaje roto como el asma,
asma de amor diría algún día un Chileno,
y murió porque no había más vallas
que saltar ni más mujer por la cual
habitar las colinas, las colinas
fueron más breves y entonces
Donna dijo eso ¿recuerdas?
“Dentro de él había un pozo indescifrable…”
y también dijo “Se rompe el corazón
a los hombres mas no a los caballos”.
Manuel Becerra Salazar (Ciudad de México, 1983) es músico y poeta. Es autor de Cantata Castrati, Editorial Colibrí, 2004; Los alumbrados, Estado de México, 2008; Canciones para adolescentes fumando en un claro del bosque, UAZ, México, 2011; Instrucciones para matar un caballo, Conaculta/FONCA, México, 2013; La escritura de los animales distintos y Fábula y Odisea, de próxima aparición.
Ha sido galardonado con el Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal 2019, Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa 2014, Premio Nacional de Poesía José Francisco Conde 2013, Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde 2011 y el Premio Nacional de Poesía Enrique González Rojo 2008.
Obtuvo la Beca que otorga la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía, (2009-2010) y ha participado como escritor invitado en encuentros de literatura en Cuba, Japón, Canadá y New York.
Fue escritor residente en Omi Art Center en la especialidad de poesía (April – May) en Nueva York, 2018.
Este año fue seleccionado como escritor residente en The International Writing Program por La Universidad de Iowa (Septiembre – Noviembre, 2019).