N O V O L V E R Á
Se desploman las montañas
dejan de sostener al cielo
acomete la luz
inunda al planeta
súbito reconciliar al todo
incluso al rostro del aire
no
no volverá la esperanza
yace petrificada entre la niebla
solo abunda
sed en los labios
en la vastedad
anida el vacío
cómplice de la soledad
esparce la ausencia sus ramas
sobre el invierno
errar nocturno tras licores de locura
y estar
a pesar de todo
y aún ser
en todo lugar crecen las sombras
de nada servirán las ofrendas
sirenas de ambulancias
quiebran las noches.
S I G N O S Y S U E Ñ O S
Irrumpe el instante
vira la vida
a cauces salobres
en el filo
se decapitan
destinos y profecías
se hunde el tiempo
en la bruma
desde la abstracción de los sentidos
brota el hondo grito
del hombre que quiere ser
colmar de leyendas su andar
en nebulosas estancias
vibran los días
en el intento de romper
todos los silencios
en la ruta del asombro
y del agua de luz
me despeño
en el raudo torrente
de los sucesos
donde
signos y sueños emergen
te reconozco fuego
príncipe de la destrucción.
F U E R A D E R U T A
Para Antonio Arroyo
Iztaccíhuatl de los mil caminos
provocas
la agonía de lo desconocido
antiguos no senderos
nos conducen
a través de pendientes y laderas
extraños lugares nos habitan
cruzamos el Puente Azteca
en un difícil acceso
picos nunca acariciados
en este recorrido
con hambre
fatiga
divertidos
las aves conocen nuestras incursiones
parajes que casi nadie ronda
colmillos entre senderos
en la roca del equilibrio
se expande la vida
se traduce la montaña y su andar
de todos los siglos
su arcano junto a nosotros
cuando revivimos
la travesía de los dioses aztecas.
R A P S O D I A M A R I N A
Madera vieja
palmeras muertas
arena
frente al Padre Mar
palmeras vivas
levantan sus brazos
claman al cielo
cubre la sombra al azul inmenso
se diluye la tarde
cae la vista
entre la sed y la vorágine
se alzan muros de agua
tumultuosos se desbordan
en su espesura
en la tormenta
desespera el horizonte
ruge en la oscuridad
Pink Floyd le da ritmo a tanta locura
sin esperar nada
la nada nos espera
la vida camina
el sendero de la muerte
y allí vamos
escalamos el vacío
arduos tras las trayectorias
del abismo
cuando se pierde la guía de los ancestros
la añoranza
nos cubre de sollozos
noches se rondan a sí mismas
nos miran los sueños
desde la alucinada realidad
con estrépito
rompen las olas
estallan el pensamiento
crepitan rocas olvidadas en las profundidades
el agua desnuda siglos
de su historia
de sus recorridos
de su esencia
el enigma del comienzo
habita el laberinto
de milenios que no vivimos
y creemos recordar
tan lejos de tiempos cósmicos
navegamos rutas estelares.
T E M U C O
I
ENTRE LA BRUMA
La lluvia ahuyenta los pensamientos
cuando logra atraparlos
los diluye en el aire
desvanece lo invisible
fragmenta las conciencias
en los días plomizos
escapa hacia las montañas
espanta a la muerte
de las estancias de la muerte
crece en la incertidumbre
giran húmedos sus átomos
el volcán Llaima
levanta su rostro entre la niebla
su resplandor ha recorrido milenios
ha iluminado los abismos
que crecen en el interior
aquellos ocultos
en las vagas sombras circundantes
desde la amargura del silencio
crece la soledad
de lágrimas extraviadas en la bruma.
II
AGUA DEL TEMU
Oculto entre niebla y lluvia
me niega sus secretos
cascadas de colores
hurgan las calles
hombres pájaros
vuelan
desde las paredes
pesa el aire
cargado de enigmas
deambulo en las calles
exuberantes de pasado
calladas sombras tristes
se ocultan en los quicios
parecen marcar ausencias
por lo no vivido
incandescentes voces
disueltas en el silencio
cúmulo de nostalgias
hilos invisibles tejen la noche
flotan oscuras memorias
destellos de relámpagos
inciden en el horizonte difuso
el bosque de temus
en su nombre
recorre la historia.
III
ALDEA DE SANGRE
La última frontera
aguardó al tiempo del exterminio
las armas siempre
arrancan territorios
Temuco comenzó con un fuerte militar
al lado del río Cautín
donde se fraguaron mil infamias
allí se izó la bandera del ultraje
reventaron las murallas
que durante siglos
contuvieron a los españoles
la firma de un tratado logró el despojo
se alzaron la impunidad
y la siniestra silueta del patíbulo
el genocidio abuso
entre lluvias de balas
cayeron los araucanos por miles
con sus ingenuas armas
Quilapán Mantri Quilahueque
los caciques no pudieron defender a sus pueblos
raíces regadas con sangre y lágrimas
por el aire cruzaron
los lúgubres ecos
de la derrota
noches de huesos olvidados
a este inmenso crimen aún lo llaman
La Pacificación de la Araucanía
construyeron el monumento
un soldado con fusil
caminan estatuas de bruma
gigantes esculturas funerarias
recorren los cementerios mapuches.
IV
AQUÍ
Aquí donde todo es lluvia
las casas las calles los árboles
resuena el eco de sí misma
desde la respiración de la Tierra
escurren recuerdos
del joven poeta
vibran sus versos desde el infinito
más allá de la muerte
dentro muy adentro
se incendian los pensamientos
después
crece la pátina
en el silencio
oscuras nubes cubren las tardes
no ha dejado de llover
y estoy aquí
103 años después
escribiendo con Pablo
desde la lectura del libro
que nunca vio publicado
vuelven a brotar sus palabras
quebrantadas por la soledad
el reclamo a Temuco
en la agonía de la desolación
su recuerdo de días borrosos
sombras polvo bruma
en las amargas rutas
de cansado desconsuelo
y el temor
a los ojos verdes del Dios del Abismo
hoy en un día lluvioso de otoño
en la Ciudad de México
a miles de kilómetros de Temuco
elevo este canto al poeta niño
al poeta hombre
al poeta.
F RE N T E A L V O L C Á N
Quedan Guatemala y la cabaña de Panajachel
días de bruma
cuando Chicago
le dio música a mi mundo
en el naranjo crecían las estrellas
nosotros en vuelo
con los sentidos finos
platicamos con las sombras
con esferas
con la vida
eran aquellos tiempos ácidos
caminamos entre rostros violetas y amarillos
acróbatas felinos
saltaban en la superficie del agua
flores se calcinaban en el aire
el brillo de la noche y los astros
escurrían en el lago
ciudades antiguas incendiaban mitos mágicos
las montañas danzaron frenéticas
en las pozas de aguas termales
nos encontró el amanecer
algo se había transformado
en el interior
la mente cruzaba zonas prohibidas
la lucidez en la conquista
de nuevos territorios.
Semblanza.
Jorge Quintanar, nació en la ciudad de México en 1951, estudió Ingeniería Química en la Universidad Nacional Autónoma de México. Publicó en el libro colectivo “Así hasta ocho”, editado por la UNAM, 1985. En “Extensión de la Palabra”, Colección Poemas y Ensayos UNAM 1988, aparece en la Antología de la Poesía Mexicana publicada en Quebec en 1989,
También en numerosas antologías de México y del extranjero aparecen sus poemas. En 2008 publicó en Quito, Ecuador su “ANTOLOGÍA POESÍA DE MONTAÑA” En 2011 la UNAM publicó su libro “Los Rostros Fragmentados”, ese año también apareció su poemario “Mineral del Sur” en la editorial Flor canto, en 2013 se publicó “Cataratas de Azul Cobalto y Obsidiana”, en Sediento Editores de la ciudad de México. En el año de 2014, se publicó el libro “Cinco Poetas de Latinoamérica”, Editorial Letras Urbanas, Buenos Aires, Argentina. También sus poemas aparecen en las antologías “Poesía Mexico-Quebec tomos I y II, publicadas en México y Quebec, respectivamente. Ha sido traducido al francés, inglés e italiano.