Oración de Nezahualodo
Llevo viviendo cincuenta años en nezahualodo
recuerdo las mañanas brincar como loco
escondernos como perros y aullar
como los olvidados dentro de tubos de cemento.
Vivimos en lodazales alegres felices como renacuajos
brincando sobre los charcos como ajolotes entre las piedras
como chalupas llenas de corcholatas.
Nos metíamos al agua entre barquitos de papel
entre lanchitas de madera con un motor
de ligas y escarabajos negros.
Vamos brincando zanjas como lagos con charalitos
luchando sin descanso.
Somos una pandilla de niños chapulines con botas de plástico
como akuamán montados en perros alazanes
brincando zanjas tubos de drenajes llenos de ratas.
Trepamos sobre montañas de arena y gravas
dando piruetas como changos
recuerdo una historia llena de lodazales
una tierra salitrosa y muros blancos
nosotros los de entonces ya no somos los mismos
ya nos hay remolinos
ya no hay tolvaneras que cubrían las tardes de polvo
ya no vuelo papalotes, no juego trompo
se perdieron las canicas, el balero
como no acordarme el merenguero y los volados
Al profe con su traje manchado de gises
las cascaritas por centavos, los madrazos, bañados en lodo
ya se fueron las pandillas de rockeros, cumbiaberos
las madrizas cada noche nuestros pollos bañaditas
oliendo cerezas a pozole con lechuga, cachondas.
Hoy despierto todas las mañanas con el sol luminoso
el aire frío del día, soy un afortunado porque respiro
ya se fueron algunos les tocó el rayo divino.
Esta ciudad la comencé odiando y termine amándola
por su pobreza vestida de olvido y esfuerzo.
Sólo quedan las sombras los fantasmas mi barrio
mis calles, imagino que los veo hablan conmigo
me invitan unos huaraches, me cuentan chismes
los desmadres como vitaminas.
Heredé las calles, los patios, las esquinas
sus palabras de sangre, pinche rocas, como esta petete
vamos al reventón, vamos a rolarla a ver que encontramos.
Extraño las cascaritas cada domingo, las retas
los chavos viajados con ilusiones de títulos lana
y la casita de paja todos se fueron al gabacho.
Me quedé con las bandas de flexos los ñeros
de vivir al chile pelón, Nezayork ciudad de la brosa
los tibiris, las corretizas por los intestinos urbanos
jugábamos a cazar diablos con lágrimas
que no regresarán a jalarme las patas.
Los flexos vendían mentiras hechas de balazos
entre las llantas repletas de muertos sin palabras.
Conocí rincones sórdidos de mujeres diosas bien briago
sobre un círculo de caricias y golpes.
Viví el tercer mundo entre los pulques la marihuana una comuna hipiteca de visionarios entre milan kundera y josé revueltas
en el tercer mundo soy fósil cultural entre las páginas
de pedro paramo, macondo y los perros.
Me gustan las cantinas como alibabá con princesas árabes
sin velos, los pecados capitales con cuerpo hermosos
con circe en su festín, puercos, viví las cantinas
en madrugadas con las reinas taloneras regalando placeres.
Hace treinta años luchamos por una escuela de chavos sin ojos
sin lengua mutilados por el régimen expulsados como basura humana.
Neza de todos los pueblos los vicios y los peligros con fogones
Si visitas el Anáhuac del oriente, zambúllete con la banda
súbete al debraye saborea las palabras.
Ciudad taquera, chelera entre las bacanales
de los reventones culturales con los pirados poetas lacustres.
El nezayork de los guerreros con nuestros remolinos poéticos presentes.
Semblanza.
Roberto Romero Aguilar, poeta ñero y verdadero, nacido en Nezayork allá por los años sesenta del siglo pasado. Maestro y parte de las resistencias y guerrillas culturales de Anáhuac de Oriente.