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Minificciones. Alberto Sánchez Arguello

LAS COSAS QUE PERDEMOS

 

Cada vez que me acerco, ellos les ponen más velocidad a sus pequeñas piernas. No paran ni siquiera para los penales. Parece que el asfalto caliente no les incomoda. Con sandalias o descalzos les da igual. Se meten goles entre ellos y corren como demonios. Les grito que se detengan, que dejen de patearla, que me la devuelvan, pero lo único que me regresan son sus risas burlescas. El líder les hace una seña y se pierden por la calle, haciendo alarde de pases imposibles. Yo termino desplomándome en la acera, entre las miradas del vecindario que me juzga en silencio. Tiempo después, ya con el aliento recuperado, me voy caminando despacio, resignado a no recuperar mi cabeza.

 

 

LOS VECINOS

Me está llamando otra vez. Su voz llega clara a través de los pasillos, como si estuviese apenas a un par de pasos. Sea porque la casa cambia de forma cada día o porque mi abuela se mueve demasiado, no logro dar con ella. A veces se queja de los trastes sucios, otras sobre los tentáculos del vecino que han crecido tanto que asoman por la terraza y últimamente insiste en hablar sobre el niño que activó la máquina que destruyó el mundo. Sé que está loca, pero más debo estarlo yo porque siempre he vivido solo.

 

 

DELICIAS TAUTOLÓGICAS

 

A Michael Ende

 

La mayoría opta por “Un dimanche après-midi à l’Ile de la Grande Jatte” de Seurat, “De sterrennacht” de Van Gogh o alguno de los paisajes de Monet, pero yo preferí renacer en el interior del infierno del Bosco. Aquí disfruto leyendo el texto que escribe el cerdo con tocado de monja; ayudo al conejo a cazar lentamente a casa uno de los pecadores; compongo, junto al resto de demonios, tonadas musicales que atormentan a los que disfrutaban la música profana; recorro la ciudad en llamas hasta descubrir cada una de sus tenebrosas maravillas. Finalmente, subo la escalera que lleva al interior del majestuoso hombre-árbol, dónde habita el viejo que escribe esta historia. Me siento a su lado para pedirle que me la cuente de nuevo y él vuelve a escribir: La mayoría opta por “Un dimanche après-midi à l’Ile de la Grande Jatte” de Seurat…

 

 

Alberto Sánchez Arguello. (1976 Managua Nicaragua). Psicólogo, Profesor de Lengua y Literatura, minificcionista Fundador del colectivo microliterario nicaragüense y del sello literario Parafernalia Ediciones Digitales. Ha publicado libros de Literatura infantil y Juvenil y de minificción con Editorial Libros para niños (Nicaragua), Santillana (Costa Rica), Quarks Ediciones Digitales (Perú), El Taller Blanco Ediciones (Colombia) y La Tinta del Silencio (México). Algunas de sus minificciones han sido traducidas al inglés, portugués, italiano, alemán y vietnamita.

 

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