Los 43 de Carmen Nozal por Lucía Rivadeneyra

 

 

Los 43 de Carmen Nozal

 

 

 

 

 

¿Cómo traducir un tema doloroso, absurdo, atroz, que rebasa cualquier nota roja, en un poema?

 

 

Cómo hacerlo sin caer en sentimentalismos o frases hechas. Carmen Nozal se arriesgó y logró aprehender una noche aciaga que enlutó a este país. Y el mundo se enteró -para vergüenza nuestra- de otra forma de horror. Porque fue el horror, al alcance de la mano.

 

 

Imposible olvidar imágenes. Imposible creer que en ¿nuestro? país desde hace ya muchos años hay una especie de dimensión desconocida, en donde mujeres, hombres, adolescentes, infantes pueden desaparecer. Sí, literalmente, desaparecer. Desaparición forzada, le llaman. Entonces, madres, padres, esposas, esposos, hijas, hijos, novias, novios, amigos, vecinos, compañeros entran de golpe a un luto en medio de la nada y el único asidero es la inquietud.

 

 

La poeta reconstruye con sus emociones y su visión diversos momentos de 43 estudiantes que entraron a esa tercera dimensión que sólo algunos conocen, en la llamada “noche de Iguala”. El 26 de septiembre de 2014, justo en el mes de la Patria, 43 jóvenes estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa desaparecieron, se dice, luego de un enfrentamiento con la policía municipal.

 

 

En este poema están todos, en él estamos todos. Ahí nos reencontramos, en donde las moscas son un elemento perturbador porque son reales, porque no tienen pudor, porque son necias. Ya Renato Leduc sentenció: “No tenemos de la mosca la  voluntad tenaz”. Además, después de “Las moscas” de Antonio Machado, es difícil escribir sobre ellas y no correr riesgos; sin embargo, la autora sale bien librada:

 

 

 

Las novias que sigue esperando

     se preguntan: ¿dónde están?

     Ahí están responden las moscas

     sobrevolando los huesos, el hedor penetrante de los días,

     la esperanza mutilada, el silencio que gime como un viento desollado.

 

 

 

El poema “Cuarenta y tres” que publica Nozal como una ofrenda a la memoria y al presente que arde, al espasmo sin fin, es un Libro de artista de Fernando Gallo. Una edición de carbón sobre papel, de 43 ejemplares numerados en cifras arábigas, sellados y firmados por los autores. Ante un tema tan rasposo, este diseño seduce y se deja acariciar.

 

 

El arte en cualquiera de sus manifestaciones reta, conmueve, seduce. El arte captura la realidad en toda su belleza o en todo lo trágico que puede tener, de una manera sorprendente. En esta edición se mezclaron dos sensibilidades: la palabra y el diseño. Un lujo en medio de la barbarie.

 

 

 

“Y ahí están todos, con el polvo en los huaraches y los puños apretados

los padres, las madres, los hermanos, los abuelos.

Ahí están los maestros, los albañiles, los campesinos,

las amas de casa con su olla humeante de frijoles heridos”.

 

 

 

Los “frijoles heridos”, esta imagen se desborda porque habla de otro elemento que es un común denominador en las escuelas rurales y en muchos espacios mexicanos: la pobreza, otra forma de violencia, con la que tienen sortear día a día millones de mexicanos. La pobreza reflejada en el maíz y los frijoles que podrían ser manjares si hubiera algo más, pero no.

 

 

Y esta realidad que logró atrapar la poeta Carmen Nozal,  con todo y sus moscas -por supuesto- se agradece. Difícil alcanzar este tema sin resbalarse. ¿Cómo lo consiguió Carmen? La explicación es escribir con las entrañas y escuchar al duende del oficio poético que, sin duda, la abraza.

 

 

Nozal, Carmen y Fernando Gallo. 43 Cuarenta y tres. Espolones Editores. México, 2019.

 

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