Leminski: un guerrero brasileiro de la poesía

 

Por Alfredo Coello

(Texto y Traducción)

 

          ¿Será necesario

          explicarte

          la sonrisa

          de la Mona Lisa

          para que tú

          me creas

          que el tiempo pasa?

                                 Paulo Leminski / Toda Poesía

 

El poeta vive en la poesía, inunda cír-culos al estilo James Joyce, errabundo de país en país cuando la poesía eslabona todos los intuitos del fabbro, el hacedor de poemas.

Su juego juguetón es solar de adivinanzas poéticas y estructuras sintácticas cuando navegan mudas las palabras en el sonido sordo de su tenor. Poetisa el sabor en el placer cuando a plazos parece pasar de plazo, o por acaso, tendrá la certeza de ser cuasi intraducible a otra lengua que no sea la curitibana brasileña.

Paulo Leminski (nace en Curitiba, en 1944, capital del estado de Paraná en Brasil, muere en 1989) El poeta se gaba de ser isósceles o hipótesis de su propia aventura o epítesis incrustada nadas más y nada menos que en la sombra del verso y el anverso de sí mismo en el Otro verso del migrante liminal. Se dice que su  primer poema lo escribió en latín a los nueve años.

 

en la vida diaria

lo que valía menos

pasa a valer más

cuando desvaría

 

Al mismo tiempo, el poeta ha muerto a los cuarenta y cinco años en su ciudad natal, donde se Cura Todavía en la sed que ni a toda hora es obra y ni toda obra es prima. Y si Curitiba no cura es porque es furtiva. Son tantas las horas y las hojas del escritor que ya no sabemos cuántas. Como suelta el Sol, Leminski suelta su cometa y urde en la poesía neo-concreta, mucho más líquida que concreta  o mucho más descuadrada y lúdica que la poesía concreta de los poetas brasileños capitaneada por Haroldo de Campos y compañía.

Hablando dé: Haroldo de Campos dice que conoció a Paulo Leminski en Belo Horizonte cuando la Semana Nacional de Poesía de Vanguardia. Corría el año de 1963, uno antes del golpe militar en Brasil. “Paulo Leminski se nos apareció, andaría por los dieciocho o diecinueve, un Rimbaud curitibano con físico de judoca, decantando versos homéricos, como si fuera un discípulo zen de Basho.” Luego lo emparenta con Pound. Bebedor de luz e igual vampiro de sueños o poli – lingue  parroquiano cósmico:

 

Por acaso este encuentro

          entre el tiempo y el espacio

          ¿no es más que un sueño que yo cuento

          o entonces un poema que yo concibo?

 

Su poesía viaja mucho más allá de todo enigma (canon), en las tinieblas del dolor y juego de este mundo que nos ha tocado vivir. Después de levantar el verbo sin músculos prepotentes, completa su obra cuando el viento sopla encima del cuerpo poético solar de su poemario póstumo Winterverno. El juego entre inglés-íngles y portugués del invierno, encueva su actitud ante la vida corta que le tocó vivir al poeta en su poiësis. Se decide entonces por esa diosa que sólo dice “besteiras” y habla de las cosas como si fuesen nuevas;

 

La Prosa:

no quise la prosa

apenas la idea

una idea de prosa

en esperma de trova

un orgasmo

una babosa

 

una poesía porosa.

 

 En sus múltiples claves al abrir la puerta lúdica de su poesía, la porosidad une suerte y teje  palabras inconexas acaso creativas en el goce de vivir: “donde nada dura / donde para/ para ser ventura.”  Y también nada en la aventura, de pechito. La nata-ción Nación nadadora de piedras y mar tropical brasileirísimo: donde nada dura… al mismo tiempo permanece.

 

yo quería tanto

 

ser un poeta maldito

la masa sufriendo

mientras yo profundo medito

 

yo quería tanto

ser un poeta social

rostro quemado

en el aliento de las multitudes

 

y ya vez

heme aquí

poniéndole sal

a esta sopa aguada

que apenas alcanzará para dos.

 

Aquí está atrincherado el guerrero con su Poesía-Pessoa  y en su mano arden piedras y poemas, remaleras cargadas de versos cortos y singulares. “Sin demagogia – opina la escritora brasileña  Ligia Fagundes -, con amor y humor, talento y lucidez  va abriendo caminos en la selva salvaje del lenguaje, en el repertorio caótico de nuestras cabezas mutiladas. Destila un todo de sabiduría y sus gotas de poesía, son colirio para nuestros ojos contaminados.”

 

en la lucha de clases

todas las armas son buenas

piedras

noches

poemas.

 

Son pocos los poetas que se han aventurado a cruzar la cuerda floja de las corrientes poéticas brasileñas. Leminski es uno de la banda más radical y sugerente, no sé, me gustaría aparejarlo a Torquato Neto, un poco aunque no tanto a Ferreira Gular y a uno que otro perdido en la nave de los locos. Leminski extiende la mano de su imaginación poética y arroja piedras, noches y poemas junto a la “generación del mimeógrafo” en contra de las élites de vanguardia poética, en medio de la dictadura militar más fascista del cono sur.

La última vez que nos encontramos en Londrina, Paraná, estaba traduciendo con su banda, el Paradiso de Lezama Lima. Conversamos sobre las enormes dificultades de la traducción. Leminski siempre asumió los grandes retos de la traducción, no sé si lo logró. Seguro que sí.

 

aviso a los náufragos

 

   Ésta página, por ejemplo,

no nació para ser leída.

   Nació para ser pálida,

un mero plagio de la Iliada,

   alguna cosa que cala,

hoja que regresa a la rama,

   mucho después de su caída.

 

   Nació para ser playa,

quien sabe Andrómeda, Antártida,

   Himalaya, sílaba sentida,

nació para ser la última

    que todavía no nació.

 

   Palabras que vienen de lejos

arrastradas por las aguas del Nilo,

   un día, esta página, papiro,

va a tener que ser traducida,

   para el símbolo, para el sánscrito,

para todos los dialectos de la India,

   tendrá que decir buen día,

y susurrar lo dicho al oído,

tendrá que ser la brusca piedra

donde alguien dejó caer el vidrio.

¿No es así que la vida és?

 

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