Hombre que vendrá
(fragmento)
Por Juan Carlos Castrillón
Se miran pasar
el uno a la otra
y viceversa
como esos trenes
que frenéticos se cruzan
en la terca oscuridad
del túnel
y por una chispa acaudalada
se reconocen únicos:
Expectantes
miden la distancia
entre sus respectivas epidermis.
Ese espacio sobrepoblado de accidentes
se aminora.
La cotidianidad del lunes
descarrila
su carga pesada de mediocridades:
Se miran
y el milagro que mantiene viva a la estirpe
nuevamente
ha comenzado.
El azar
esa fuerza irreverente del cosmos
desquicia inevitable
la aridez de la rutina.
Y los obliga
contra todo presagio
a reencontrarse
en la incongruencia sobrepoblada
de la estación de trenes.
Esa enramada de pétalos
absortos en su egoísmo
ajena a las sorpresas
emprende su camino unánime,
pero dos rostros
se han diferenciado de la multitud.
Sus labios sonríen intensamente
en el desgastado cemento
del andén recién desocupado.
Y la mirada
Es una nítida estela
De potencial descubrimiento.
Se saben
Se gustan
Se palpan
Se reconocen
Se escuchan
Se congregan
Se desnudan
Se invitan
Se invocan
Se convocan
Se respiran
Se inspiran
Se introyectan
Se aspiran
Se explotan
Se claman
Se bullen
Se exprimen
Se reflejan
Se arden
Se anexan
Se entroncan
Se enfrentan
Se disturban
Se confrontan
Se advierten
Se humedecen
Y juntos
Conspiran
Se alteran
Se enarbolan
Se escuchan
Con los ojos miopes
Analfabetos
Entontecidos
Por la abrupta
Cesación.
Todo facilita
Todo armoniza,
Menos el hambre,
Todo lo desnuda
Todo lo desquicia
Todo lo acicala
Todo lo ampara
Todo lo encandila.
Expande la conciencia
Las leyes del mercado
Quedan anuladas
Contradice las teorías
Desvela ideologías
Descarapela
El inviolable muro de la razón
Radicaliza
La eterna lucha de clases
Cura y hace sangrar
Provoca
Inexplicables deformaciones
En la densidad gravitacional
De los agujeros negros
Desoxida los oscuros sahumadores
De las jóvenes abuelas
Aturde la sístole auricular
De nuestra especie
Niega
La tendencia simétrica
de dos cuerpos
que se alejan en la distancia
Sublima la lujuria
en los tejidos celulares de los gametos
Anima a desafiar
Al mundo
Tensionado de injusticia
Con la mayor audacia
Difumina
La logicidad de las meninges.
Se ha comprobado
Que la civilización evoluciona
Debido a este puro motor
Que todo lo humaniza
Todo lo apacigua
Todo lo exacerba
Todo lo violenta.
¿Qué si hubo alguna respuesta?
¿Qué si hubo alguna reacción a todo esto?
Puedo decirte que:
La tersa grisura de la tarde se sonrojó inmediatamente.
Los policías de uniforme descolorido
Se rascaron alérgicos la entrepierna.
El ciego guitarrista rasgó filosóficamente
Potente melodía con su instrumento estupefacto.
El mendigo se distrajo
Olvidando recoger extraña moneda.
Un recién nacido tornó su agudo llanto
Por risa incalculable.
El avaro se descubrió ejercitando
Gratuitamente su imaginación.
Los niños descalzos atesoraron
El dorado polvo en sus rodillas.
Los huelguistas levantaron el puño
Pulverizando el desánimo.
Los oficinistas marcharon cautelosamente.
El viento, antiguo cómplice de efluvios amatorios,
Subvirtió contundentemente la mojigatería
En las faldas morbosas de las monjas.
Las señoras de los puestos de comida
Desgarraron soñadoras la permanente suciedad de sus mandiles.
Las pandillas proclamaron
Una tregua inmediata.
Hasta los pederastas en las esquinas de las iglesias
Parecieron recobrar su humanidad.
Los gobiernos internacionales
Tomaron medidas extraordinarias
Previniendo la caída del Mercado
Sabedores de que cuando dos se aman solidariamente
La codicia arde.
Los jóvenes, eternos confabuladores tecnológicos,
Difundían el titánico fenómeno por la telaraña virtual.
Los pelícanos exhaustos balbuceaban
Su asombro por las avenidas.
Las palomas incrementaron la fogosidad
De su ataque excrementicio
Contra la estatua resignada del Tirano.
Las trepidaciones neuróticas de los colibríes
Violaron las leyes de la física por brevísimo instante.
El estruendo atemporal del tambor de la fatalidad
Extravió su marcial ritmo.
Solo los automovilistas, obnubilados como siempre por el estancamiento de la máquina,
Parecieron no darse cuenta del prodigio exaltado
De aquellos dos que se miraban.
Y en las profundidades del Gran Estropicio
La inalterable mutación de los escarabajos
Comenzó un nuevo capítulo.
Después
El goce se hizo carne
Magnificada por la oscuridad de cuarto
La geometría de los cuerpos
Se acomodaba
Al ritmo ensimismado del placer
La ternura
Esa infalible prueba del espíritu
Armonizó la noche
Con su extenso repertorio de húmedas variaciones
Hasta que la entrometida madrugada
Convocó de nuevo
A la vida cotidiana
A irrumpir con su inútil normalidad.
Los amantes
Se aferran a su desnudez
Y solidarios se niegan a comparecer
Frente al tribunal del nuevo día.
La pupila se hizo tacto.
El delirio digital se volvió más íntimo.
Los labios tornaron en boca
La boca en lengua
La lengua en dientes
Los dientes hicieron el paso natural a la mordida
Y esta a su vez se metamorfoseó
En clara
En agridulce
En frutal
Saliva
Cuyas enzimas redondeaban el misterio.
El beso
El artífice de la transmutación.
Juan Carlos Castrillón (Ciudad de México,1967). Ha participado en las atologías: Chiapas, pedacitos de historia (crónicas) y Paraguas para remediar la soledad (poesía); también en revistas y en el suplemento cultural del periódico El Financiero. Es fundador del Colectivo “La Decena Trágica”, mismo que ha dado recitales, ponencias, pláticas y conferencias en numerosos recintos culturales, librerías, preparatorias y colegios.
Es autor de cinco libros de poemas:Mastuerzo,Periferia,Cuaderno de Poeta en Sexto Año,Cantos del Puerto-editorial Eterno Femenino- y Blues de Amor y Odio. Una novela: Homónimo, Treinta Minutos por segundo para Mirarte y no Entender-editorial Eterno Femenino. Y un libro de cuentos:Mejor Arder que Irse Desvaneciendo. También es autor de las antologías Árbol en Llamas (poetas contemporáneos) y La Subversión Poética del Rock (traducciones y ensayos) ambas en Sediento ediciones. Tambièn grabó el disco Clandestinos y Nocturnos con su proyecto musical La Decena Trágica.