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Hablemos de Poesía. Diálogo y ruptura.

Homenic Fuentes

 

Hablemos de poesía es una compilación de ensayos imprescindibles en estos momentos de incertidumbre y desatino en México. Donde el cinismo y el valemadrismo han dejado sus máscaras y se presentan hoy a carne viva, sin ningún disimulo y a plena luz del día. Mostrando su poder brutal, contra aquellos que hacen poesía fuera de su círculo megalómano.

Creo y me atrevo a decirlo abiertamente que el libro: “Hablemos de poesía” será un libro leído y releído por aquellos que buscan el genuino oficio de poeta; por aquellas mentes fértiles e independientes, cansadas de tanta parafernalia e hipocresía entorno de las letras mexicanas.

Homenic Fuentes

 

Hablemos de poesía es una compilación de ensayos imprescindibles en estos momentos de incertidumbre y desatino en México. Donde el cinismo y el valemadrismo han dejado sus máscaras y se presentan hoy a carne viva, sin ningún disimulo y a plena luz del día. Mostrando su poder brutal, contra aquellos que hacen poesía fuera de su círculo megalómano.

Creo y me atrevo a decirlo abiertamente que el libro: “Hablemos de poesía” será un libro leído y releído por aquellos que buscan el genuino oficio de poeta; por aquellas mentes fértiles e independientes, cansadas de tanta parafernalia e hipocresía entorno de las letras mexicanas.

Este libro nos ayudará a no errar. A no caer en manos de tramposos con su vendimia de espejitos literarios. Las voces que se unen en “Hablemos de poesía” son lúcidas y vigorosas. Desentrañan la praxis de la poesía en la actualidad y en la diversidad de sus contextos: cultural, político, social y religioso. Y Lo hacen sin perseguir un sueldo o una silla en el Parnaso de los corruptos.

Aquellos que se atrevan a leer este libro se encontrarán con el exquisito sabor de la CRÍTICA, no como un sorbo de venganza en frío sino como el deleite de un tinto sabor en la dimensión de las ideas; donde la evolución es un esfuerzo continuo. De ahí que se desprendan títulos como: “ La mesa alterada” de Marco Fons, “Las revoluciones invisibles” de Andrés Cisneros o “Tajos de palabras” de Víctor García Vásquez; en estos ensayos se estudia la relación del poeta con las instituciones y su afectación. Cisneros de la Cruz nos lleva al límite de la reflexión sobre la poesía y la razón del poeta. Hacia donde elegir. Hacia la figura pública o la congruencia. En este ensayo no hay lugar para la autocomplacencia o el martirismo. Decidir lo que somos o falsear nuestra realidad es un asunto que marcará nuestro caminar junto a la poesía. Víctor Vásquez es tajante como un tajo al afirmar que no hay diferencia entre la forma de acribillar de un sicario y la pluma feroz que ataca a los otros en su intento de legitimar su obra. En este ensayo se arremete contra el imperialismo de la poesía y la cirugía plástica en las letras buscando la belleza en lo superfluo. Adriana Tafoya nos lleva de la mano a abrir puertas y ventanas y ver con nuestros propios ojos la influencia de la religión en la poesía. Argumentando concienzudamente cómo los premios y galardones se han convertido en manifiestos religiosos alejados de la verdadera intención del arte. Desenmascara ritos y liturgias que han ensombrecido la poesía mexicana y han llevado a poetas a caer de hinojos y besar el anillo en la mano de la gran ramera eclesiástica.

Las temáticas en este libro son complejas, van desde el análisis del surgimiento de nuevas voces o formas de hacer poesía. A decir de Guillermo Fernández Rentería, un boom donde la poesía es nuevamente es el ciclón de la literatura en México. Hasta otras realidades poéticas que coexisten en el campo del arte, como la poesía visual, estudio de Araceli Zúñiga y el choque de vanguardias de Horacio Espinosa. Se habla sobre propuestas estéticas y estilísticas que se gestan sobre la complejidad y realidad que nos rodea en estos tiempos. Hay una revisión y muerte a conceptos erróneos sobre el quehacer poético.

Hablemos de poesía es un libro bien planteado. No huye a la confrontación sería. Sustenta que la poesía no será nunca producto de la uniformidad de los que escriben. Pues la personalidad del poeta como individuo comienza en el momento preciso donde cada uno se diferencia de los demás. En este libro no hay cabida para la tibieza y la condescendencia de grupos. Así que no espere una lectura fácil y cómoda. Pues el grano que poetiza la vida no permite la inflexión de la razón frente a quimeras verbales.

Es crucial decir que en cada uno de los autores de este libro hay un desprecio unánime a todo cortesano de la mediocracia, que vive y triunfa humillándose como un ladrón disfrazado en complicidad con sus múltiples similares. Y es que para estos pensadores el oficio de poeta debe huir a la vanidad que lo persigue; pues es la vanidad el que empuja al hombre vulgar a perseguir un empleo y no una razón de ser. Por eso hay un análisis claro sobre la popularidad y la fama. Que han dado éxitos transitorios en el panorama de la poesía en México. Donde lo único que han producido es un mérito espurio. La genialidad de la palabra escrita es lenta pero estable. Los hijos del éxito deberían morir.

Hablemos de poesía es un libro necesario. No como antídoto para la rabia, sino como la rabia misma. Ya que es un duro revés aquellos grupos anquilosados que han pervertido la idea poética y han dictado el marco estético y estilístico que les permita extender su poderío. Y que hoy en día cargamos a cuestas sus señalamientos y sentencias y su afán de controlarlo todo.

Ángel Carlos Sanchez en su ensayo crítico nos advierte sobre la mirada obsesiva del poder por aquellos que hacen literatura. Con la única intención de manipular y trastocar para su beneficio. Y nada mejor que los fondos y las becas.

Por otro lado como forma de apartarse de lo homogéneamente establecido. Eduardo Cereceo hace un recorrido sobre el trabajo de autores jóvenes, talleres asistidos y los que trabajan con insistencia para crear cuerpos lingüísticos que tengan un valor literario. Vale la pena también mencionar que la importancia de este libro está en las diversas voces que lo conforman: catedráticos, ensayistas, editores, poetas, talleristas, académicos. En un esfuerzo común por encontrar una realidad honesta e incluyente en las diferentes manifestaciones de los que escriben.

Acertadas son las intenciones de Adriano Remura en su prólogo cuando nos invita a pensar: ¿para que escribo? ¿Para quién? Estas preguntas al terminar de leer el libro tomarán una dimensión descomunal e igual nos adentra a una respuesta profunda, que sólo puede surgir de un ser verdaderamente comprometido con la poesía. Aquellos que huyen del conflicto han encontrado desde ya, una respuesta fácil y sencilla de no equivocarse: NO PENSAR.

Dejo en sus manos este libro que no dudo será un referente cada vez que hablemos de poesía. Pocas son las palabras y quizás tenues de mi parte en esta reseña. Pues abismal es el contenido del mismo. Pues hay tantos temas que escudriñan las necesidades más apremiantes en la actualidad. Sergio García Díaz en su análisis de la postmodernidad, que amerita un estudio de fondo y forma. Ileana Garma y su visión del sureste literario en el mapa poético. José Miguel Lecumberri tirando muros y construyendo otros en cuanto a la visión errónea de los poetas malditos y su revaloración del malditismo poético en México. Qué decir de Lucas Matus que nos deja perplejos ante la posibilidad de morir a nuestros conceptos adquiridos por el bagaje cultural que arrastramos. Saúl Ordoñez y su teoría sobre los textos límites en la poesía contemporánea mexicana. Podría seguir con Roberto López Moreno y demás nutrientes que me ha dejado leer este libro, pero es preciso despedirme no sin antes incitar a los lectores a no actuar por instinto y lanzar la primera piedra. Es preferible hundirse en el más oscuro de los abismos. Quizá, amado lector en la negra noche; encuentre la luz que jamás ha visto.

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