Por Indran Amirthanayagam
¡Para! Ya no más en inglés, al menos para hoy.
El español sigue circulando en mis venas
desde mi renacimiento en la ciudad que se llamaba
el Distrito Federal en aquella primavera del fin
del siglo cuando se escribía todavía en cuadernos
con lápiz, y los poetas andaban por las calles
y en los peseros al acecho de la frase al oído
para iniciar sus poemas. Espera, imagino
que los jóvenes poetas escuchan también
el uno al otro–buey, que chingón, hijole,
hijo de puta. Me late fue la frase que aprendí
fumar como tabaco, beber como leche,
en aquella 1999 cuando José Emilio escribía
todavía en Progreso 63 y solía venir
a comer conmigo en un bistró neoyorquino
al lado de la embajada. Siempre le agradezco
aquel gesto generoso del poeta veracruzano,
llegar adonde estuve yo él que podría
haberme recibido con su dedazo
en algún trono. Fue un hombre sencillo
como los grandes de otros lares
y disciplinas, un caballero
como el presidente que hoy
se celebra su funeral.
c) 4 de diciembre, 2018