Desde la hamaca (Columna)

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Desde la hamaca 
 
 
 
 
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Por Mercedes Alvarado
 
 
 
No hay hamaca acá, pero hay cerros, volcanes cuya lava erupcionó sin cráteres ni grandes explosiones, volcanes que forman a una mujer que duerme y un volcán que lleva 24 años amenanzándonos de fumarola en fumarola. No hay hamaca, pero sí un par de sillones junto a las chimeneas, un bar con ajedrez y un laberinto de árboles en el que me perdí tres veces en una tarde. 
Acá los pájaros andan y vuelan sin jaulas, a su ritmo, inmutables ante el paso de los humanos que venimos antes, durante, o después de cualquier erupción más bien humana, a buscar remanso en la lava que se enfrío cambiando los paisajes. 
Acá, en Ayapango, me releo un par de textos de Remei González Manzanero, barcelonesa de andar ligero que busca el hogar en los ’30 metros cuadrados / donde las cosas son blandas’, a sabiendas de que ‘una jaula sin barrotes es [casi siempre] un hogar’. 
Qué cosa esta, la de ir buscando hogar cuando bien se sabe que algunas hacemos hogar al caminar. 
 
 
Definición de la jaula
 
El amor es una jaula sin barrotes.
Una jaula sin barrotes es un hogar. 
Un hogar es un encierro con cerradura sólo por dentro. 
Una cerradura es un mecanismo fijado en la puerta
donde los pestillos juegan con la llave. 
En los hogares no se juega con las puertas ni con las llaves
y la cerradura sirve para gestionar las corrientes de aire que queremos.
El amor es una jaula sazón barrotes. 
En las jaulas a veces hay pájaros. 
Hay dos tipos distintos de pájaros: 
los hay hogareños y los hay, en cambio, voladores. 
Los pájaros hogareños saben dónde guardaron las llaves; 
los voladores son únicamente una corriente de aire más. 
El amor es una jaula sin barrotes. 
Una jaula sin barrotes es un hogar. 
 
El mundo de las almohadas
 
Yo quiero ir volando al mundo de las almohadas.
El mundo de las almohadas es un lugar 
de 30 metros cuadrados
donde las cosas son blandas,
es un lugar donde las personas son níveas, 
y los pájaros.
Y la comida es almohada,
y la mañana es almohada
y las fotografías son almohada
y todo es pluma de ave posada
en la piel flexible. 
En el mundo de las almohadas, 
el racionalismo mórbido espiralítico
abre paso al sereno dúctil y esponjoso mundo de las vísperas. 
En este mundo de las almohadas
hay a veces dos almohadas
y las simientes de lo sólido se escurren con la mano. 
Yo quiero ir sola al mundo de las almohadas,
pero quiero que vengas conmigo. 
 
 
 
 
Remei González Manzanero (Barcelona, 1990) es poeta y profesora de lengua y literatura en un instituto de educación secundaria. Estudió Filología Hispánica y un máster de Ciencia Cognitiva y Lenguaje. Sus poemas han aparecido en revistas como Oculta, Ariadna o Almiar. Hoy por hoy mantiene inéditos los poemarios El desdén de las almohadas y Terminaciones. El desgaje de la memoria.
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