Chihuahuas Furiosos (Segunda Camada)

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Liz Mevill

 

Chihuahuas Furiosos es una serie de dibujos que parte principalmente de la relación con mi mascota: un chihuahueño que actualmente tiene 15 años y sigue siendo un animal difícil, siempre antipático, autónomo y rebelde. Nunca pudo aullar, pero era sumamente agresivo, fuerte y temido por quienes habían experimentado su furia. Los perros de los retratos no son Chilaquil (mi mascota), pero sí expresiones que reconozco en él de perros distintos, a los que conocí por medio del internet en unos casos y en otros desde el vivo acercamiento en la calle, donde su gesticulación ante mi presencia era mucho más clara. El gesto en la especie es el eje del trabajo, convivir con nuestras mascotas siempre nos puede hacer reflexionar en la relación que tenemos con ellos, en el intercambio que se origina entre el hombre y los lobos: la transformación del perro salvaje en perro doméstico.

Liz Mevill

La animalidad es un ejercicio
Michel Foucault

 

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Segunda Camada de Liz Mevill. Editorial Macolen.
Ciudad de México, 2016. 

Chihuahuas Furiosos es una serie de dibujos que parte principalmente de la relación con mi mascota: un chihuahueño que actualmente tiene 15 años y sigue siendo un animal difícil, siempre antipático, autónomo y rebelde. Nunca pudo aullar, pero era sumamente agresivo, fuerte y temido por quienes habían experimentado su furia. Los perros de los retratos no son Chilaquil (mi mascota), pero sí expresiones que reconozco en él de perros distintos, a los que conocí por medio del internet en unos casos y en otros desde el vivo acercamiento en la calle, donde su gesticulación ante mi presencia era mucho más clara. El gesto en la especie es el eje del trabajo, convivir con nuestras mascotas siempre nos puede hacer reflexionar en la relación que tenemos con ellos, en el intercambio que se origina entre el hombre y los lobos: la transformación del perro salvaje en perro doméstico.

Las razas que ha creado la humanidad constituyen los primeros experimentos genéticos, en especial las de tamaño reducido como el poodle, pekinés, yorkshire, terrier, maltés, pomerania y por supuesto el chihuahua que se caracteriza por ser un perro faldero, dependiente de caricias, atención y consentimiento.

A lo largo de la historia de la pintura, en el retrato, el perro es mostrado en muchas obras como amigable compañero de juegos y ha sido hasta cierto punto objetualizado como un accesorio de lujo, sobre todo las razas pequeñas de carácter afectuoso y sensible, que poseían la capacidad intelectual para ser amaestrados y ser mostrados como patiños y bufones para divertir a los invitados, una muestra de ello se encuentra en retratos miniatura e incluso algunos daguerrotipos. También aparecen frecuentemente como compañía en los retratos pictóricos desde el Renacimiento, especialmente en el retrato manierista. Y posteriormente, en el retrato romántico, en el realista Courbet y en el impresionista Renoir toman parte como compañía especialmente para mujeres y niños.

Etológicamente se ha estudiado el comportamiento del perro, y se ha descubierto que el animal tiene una comunicación específica con las expresiones del cuerpo humano, por ejemplo: el cachorro ha adoptado características que evocan ternura imitando a los bebés, y de esta manera (desde algo a lo que podría llamarse infraleve) es capaz de comunicarse a partir de una conexión gestual para obtener alimento y protección, trabajando para el hombre o intercambiando emociones que mitigan la ansiedad de su amo al mismo tiempo que le brindan un sentimiento de bienestar. Y dicho intercambio sensible crea en el ser humano la ilusión de que los animales y la naturaleza en general han dejado de ser salvajes, y que sólo el hombre es salvaje y destructor ante la naturaleza.

Finalmente somos espejos sociales de la relación entre el perro y el hombre. Me parece que por ello Delleuze y Guattari preferían a los animales salvajes, así como a los hombres «libres». Delleuze en su entrevista «A» is in Animal, menciona que considera el ladrido de los perros la vergüenza del reino animal, prefiere tolerar el aullido del lobo.

Delleuze continúa diciendo que los pet lovers, tienen relaciones humanas con sus compañeros animales, y considera terrorífico cómo las personas le hablan a sus perros mientras los pasean en la calle como si el animal fuera un niño. Lo que es más importante, es tener una relación animal con los animales. Considera al psicoanálisis como responsable de esta reducción simbólica que tiene el animal con un miembro de la familia y muestra una mayor empatía por la relación de los cazadores que tienen una relación más cercana a la “animal» pues entienden el gesto del mismo la relación presa-cazador y la territorialidad, el gesto que surge de ésta que para él es el inicio de la creación artística.

Encontrándome víctima de mi relación humana con un perro faldero que se negó a serlo (y al cual amaestré mal) pensé en el caos, en el coraje, en la convivencia misma y al comparar nuestra neurosis con el mundo real descubrí que Chilaquil estaba en todas partes.

 

Chihuahuas Furiosos – Tinta china sobre papel. Serie de 11 piezas. 14×14 cm

 

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