Carlos Barbarito: Voz mayor de poesía argentina

Carlos Barbarito: voz mayor de la poesía argentina

 

 

Luis Benítez

 

 

 

 

A nadie que sea lector de poesía argentina le sorprendió, en octubre de 2009, que el primer Premio de Poesía Editorial Praxis, de México, DF, recayera sobre el autor local Carlos Barbarito, por su poemario Cenizas del mediodía.

 

 

Editado ya en 2010, el volumen ratifica plenamente las cualidades exhibidas por el poeta argentino en sus numerosas obras anteriores, así como la nota del jurado, constituido por Daniela Camacho, Saúl Ibargoyen y Juan Antonio Rosado Zacarías, quienes señalaron que decidieron: «otorgar por unanimidad el premio único e indivisible al poemario titulado Cenizas del mediodía, presentado a concurso con el seudónimo de Giordano Vanni, que, una vez abierta la plica de identificación, corresponde a Carlos Barbarito.

 

 

«El jurado decidió otorgar dicho reconocimiento al libro mencionado por considerarlo sólido, con hallazgos en imágenes y ritmo, bien estructurado, con equilibrio en el lenguaje y una vital propuesta poética del autor. Los integrantes del jurado desean dejar constancia de la gran calidad poética de los trabajos presentados y felicitan a todos los participantes, que renuevan la esperanza en un camino luminoso para el quehacer poético».

 

Sintetiza este dictamen algunos elementos bien reconocibles en la obra de Barbarito, pero aquellos que somos sus lectores desde hace más de tres décadas, tanto en la Argentina como en el exterior, podemos señalar otras numerosas particularidades, que lentamente, durante esas décadas transcurridas, fuero edificando una de las obras más sólidas y destacadas del género, no sólo a escala nacional, sino también latinoamericana.

 

No es casualidad que la poesía de Carlos Barbarito sea bien conocida y comentada, prácticamente desde sus comienzos, en numerosos medios americanos y europeos y que su prolífica producción haya recibido tantos reconocimientos, traducciones e interpretaciones.

 

Hoy la obra de Barbarito es una de las más difundidas dentro y fuera de la Argentina, no obstante la poca o nula predisposición del autor a la exposición periodística y a la frecuentación del «mentidero literario», como dando una lección más: el poder definitivo de la obra silenciosamente escrita, sobre la fábula mediática que pueda establecerse en torno a un creador.

 

Es desde este punto de vista que resulta interesante, además de conocer la obra, conocer al autor que desdeña mostrarse y revestir las galas de personaje para presentarse así, directamente a través de sus textos.

 

El autor, el hombre

 

 

El autor de la galardonada colección de poemas Cenizas del mediodía nació en Pergamino, Provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1955, y se desempeña como bibliotecario en una institución oficial de esa provincia.

 

Barbarito ha publicado más de quince poemarios y asimismo libros de crítica sobre artes plásticas. Ha recibido el Premio Fundación Alejandro González Gattone, el del Fondo Nacional de las Artes, el Premio Bienal de Crítica de Arte Jorge Feinsilber, el Premio Raúl Gustavo Aguirre de la Sociedad Argentina de Escritores (Sade) y el Premio Hespérides, entre otros galardones.

 

Figura en el Breve diccionario de autores argentinos desde 1940, en el Inventario relacional de la poesía en lengua española 1951-2000, de Juan Ruiz de Torres y José Javier Márquez Sánchez, en el ABC de las artes visuales en la Argentina y en el Diccionario de autores argentinos. Sus textos sobre arte y literatura y su obra poética están traducidos, en parte, al inglés, al francés, al portugués, al catalán y al holandés.

 

Al inglés fue traducido por Brian Cole, Jonah Gabry, Héctor Ranea, Stefan Beyst, y Ricardo Nirenberg; al francés, por Chantal Enright, Jean Dif, Frie Flammend y Elina Kohen; al portugués, por Andréa Santos, Andréa Ponte, Ana María Rodríguez González, Rudolph Link y Alberto Augusto Miranda; al italiano, por D.G. Dellisola y Alessandro Prusso; al griego, por Paul Papadopoulos; y al holandés, por Stefan Beyst.

 

Su obra poética, entre otros títulos, está compuesta por: Poesía quebrada (Mano de Obra, Buenos Aires, 1984), Teatro de lirios (Fundación Alejandro González Gattone, Pergamino, 1985), Éxodos y trenes (Último Reino, Buenos Aires, 1987), Páginas del poeta flaco (Filofalsía, Buenos Aires, 1988), Caballos y otros poemas (Hojas de Sudestada, La Plata, 1990), Parte de entrañas (Arché, Buenos Aires, 1991); Bestiario de amor (El Primer Siglo, Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1992), Viga bajo el agua (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 1992), Meninas/Desnudo y la máscara (Poesía, Ganadores del Concurso Nacional de Poesía Enrique Pezzoni 1992. Centro de Estudiantes Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Último Reino, Buenos Aires, 1992), El peso de los días (Ediciones Electrónicas Altamira, Buenos Aires, 1995), La luz y alguna cosa (Último Reino, Buenos Aires, 1998), Desnuda materia (Ediciones del Árbol, Buenos Aires, 1999), Puntos de fuga (Colectivo ZonAlta, Toluca, 2002), La orilla desierta (Andrómeda, San José de Costa Rica, 2003), Piedra encerrada en piedra (Hespérides, La Plata, 2005), Les minutes qui passent (Poietes, Foetz, 2005), Figuras de ojo y sombras (Bermingham Edit., Donostia, 2006), Música humana y de paramecio (Colección Manija, San José de Costa Rica, 2008); como queda dicho, entre otros títulos.

 

La obra, los textos, los comentarios

 

El buscador de Google ofrece una impresionante serie de entradas correspondientes a poemas de Carlos Barbarito, reportajes que ha concedido, opiniones que se han expresado sobre su obra. Sin embargo, podemos elegir la síntesis con la que se han expresado tres autores, desde la contracubierta de Cenizas del mediodía, para referirse a la obra de este celebrado autor argentino.

 

La coherencia de su obra hace que lo manifestado por los comentaristas del texto premiado en México pueda extenderse a buena parte de su entera producción. Así, expresa el prof. dr. Eduardo Espina, director de la conocida Hispanic Poetry Review: «Sin generalizantes idiosincrasias, Barbarito interroga la realidad mediante un plan distanciante, instalando estilos dentro del estilo, momentos de permisividad en la sintaxis… En tanto rechazo de la nomenclatura poética en tono realista, y sobre todo en tanto discrepancia estética con sus caprichos, esta lírica impone una oferta de deriva, la del significado, en la cual, no obstante, ninguna propedéutica queda interrumpida. Por el contrario, las palabras alertan al conocimiento para que tenga ganas de estar más cerca de ellas, que son su propio proyecto, el lugar de sus ideas. Para lograr su cometido, el lenguaje recupera los primeros momentos de su comienzo, esas instancias anteriores al origen, en las cuales actúa fuera de todo propósito para poder seguir preguntando… Poesía del folio, esto es, aquella que articula su actuación a partir del archivo de sentidos de la palabra. En el folio se pacta la representación. La vida a partir de lo vivido, vívido. De esta manera, la información de lo real expuesta por la intimidad del lenguaje incluye la opinión y el rastreo de los sentimientos como acceso antes no considerado, como peregrinaje hacia un punto de partida siempre itinerante. Las enmiendas de la posibilidad (lo que siempre puede ser aunque no exista) no son las de la razón establecida por prerrogativas logicolineales. No es ésa la razón en juego. Hay otra causa. Una razón paralela: corazón. El corazón con razón».

 

Por su parte, Jonah Gabry, traductor y crítico de la Bowdoin College, en Brunswick, Maine, señaló: «Es por el tratamiento del deseo que se puede hacer un puente entre Barbarito y el neobarroco. Central en la obra de Barbarito es la búsqueda del objeto del deseo, descrita por Lacan como una falta insaciable e inherente que define a los seres humanos y que nos provoca la acción.

 

«Dicho de otra manera, la esencia de la experiencia humana es justamente esa falta, que nos mueve a producir cultura, a crear, a tendernos hacia un objeto siempre por alcanzar, y por tanto siempre momentáneo. Barbarito, igual que Perlongher, explora lo inasible de esa falta a través de la poesía, el género literario más capaz de alcanzar el nivel de lo transitorio». En la misma contracubierta, el poeta, crítico y traductor brasileño Floriano Martins precisó: «Al buscar un desnudo intenso, la poesía de Carlos Barbarito descubre que son infinitas las capas de desnudez que se disfrazan de vestimenta, y que tal aventura es tan inagotable como lo es la propia vida».

 

Cenizas del mediodía, el nuevo poemario de Carlos Barbarito premiado en México, el múltiple comentario de su obra, la trascendencia fuera de las fronteras nacionales de ésta, se conjugan con la calidad intrínseca de sus textos, la admirable falta de fisuras de una producción tan intensa como interesante, la hondura de sus núcleos de sentido y la extrema precisión de cada verso, para llamar definitivamente la atención sobre un poeta argentino que, pese a su todavía relativa juventud, merece ser reconocido como una de las voces que alcanzó la mayoría de edad dentro del género, tanto si nos referimos al ámbito local como al latinoamericano (vale repetirlo). Sin estridencias, sin lobbies, sin sobrexposiciones… ¿No es éste, además, todo un ejemplo a seguir?

 

Más allá de las atentas precisiones señaladas por los comentaristas nombrados, como lector de Barbarito yo prefiero —esto es subjetivo— la que me parece una de las descripciones más exactas de la médula poética de este talentoso poeta connacional. Me refiero a lo que hace años —hablando de otro de sus poemarios, titulado Desnuda materia— señaló el poeta y crítico argentino, prof. Guillermo Pilía, de la Universidad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, palabras que cierran tan adecuadamente esta referencia a la obra de Barbarito: «Hay posiblemente, en la génesis de la poesía de Barbarito, mucho de irracionalismo, de ebriedad dionisíaca. Más que el sentido lógico de cada poema hay que buscar un sentido emotivo en el conjunto, porque cada uno de sus libros se va edificando como mosaico, por acumulación de palabras e imágenes emocionalmente significativas.

 

«De ahí que el poeta se sienta en comunión espiritual y atemporal con El Bosco, que en su Jardín de las delicias y su Infierno musical quizás le brinda no una imagen distorsionada de la realidad, sino una imagen sospechosamente lúcida. Por eso es al pintor a quien le pregunta: “¿Hay camino, verdad, palabra, iris de luz,/ bajo la pila de heno que a todo aplasta?”».


Viñeta

 

 

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