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Cantos del naufragio, poesía de Estela Guerra Garnica

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Entre  marasmo de  tormenta/ ave perdida soy, errante mi vuelo/ zozobra en un barco de nubes./ Huracán de viento solar amenaza./ Siento miedo al igual que todos./ Hay que volar hacia la cumbre/ que la furia del mundo quede abajo.

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Estela Guerra Garnica. Villa de Temascalcingo, Estado de México. Profesora de Educación Tecnológica por la ENAMCTI, Licenciada en Sociología por la UNAM.  Es autora de: El vuelo del Arcoiris, Aventura Poética, 1984;  Poemas de la Alta Noche, 2006; Niebla en el camino. Cuentos y relatos urbanos. 2008;  Como la luz al alba, poemas. 2008; Líneas en el viento, 2010; Días de luna y polvo, 2010; La adolescencia tras el muro, 2011; La noche de las magnolias y otras mujeres, 2014; Coplitas de mezcal y algo de su historia, 2015 y Entre vuelos, colores y tormenta, Poemas para leer en viernes.  2017. Ha sido seleccionada en Prometeo, muestra de poetas del siglo XXI, en 2005 y en la nueva selección de 2012 en  España.

 

 

 

 

 

Cantos del naufragio

 

1.

Entre  marasmo de  tormenta

ave perdida soy, errante mi vuelo

zozobra en un barco de nubes.

Huracán de viento solar amenaza.  

Siento miedo al igual que todos.   

Hay que volar hacia la cumbre

que la furia del mundo quede abajo.  

Es absurdo pretender que nada pasa,

que son exageraciones de la prensa:   

que el país no sufre, no hay pobreza

ni asesinos merodean en las tinieblas,   

no amenaza la muerte cada día,

porque el dolor calcina como lumbre.

¿Cómo pueden ser tan cercanos

ángeles y  demonios

que parecen uno solo?  

2.

Ante la violencia  y el caos

el viento quiebra lunas sobre el agua,

crea luminiscentes  flores.

¿Quién tira las estrellas del cielo

y no levanta los escombros?

Mi pueblo, el del espejo roto

y sin embargo entero…

3.

Preso de un augurio, el eclipse parece infinito.  

La espuma forma colibríes en las olas del viejo mar.

Las puertas de las casas están cerradas,

circula una espera que llega a ningún sitio.

¿De qué sirve la cama

si sufrimos frío bajo las sábanas?

¿Cómo cerrar la puerta por donde se va la vida?

¿Qué inciensos enferman el aire?

4.

Quisiera ser profeta, escribir salmos

repetir plegarias al amor de los hermanos  

ser hechicera que conjure las sombras

pero apenas puedo con las mías…

Quisiera beber el agua más pura que existiese,

ungir mi cuerpo con perfumes y renacer…

Cuánto quisiera que mis versos fueran sendero  

para alcanzar el perdón por soñar pesadillas.

No, no son sueños, es real el caos, la barbarie…

Buena gente muriendo por manos asesinas.

Amenaza un rondar de hienas.  

¡No! ¡la oscuridad no ahogará la luz!

5.

¿Cuál es  el oficio de los átomos,   

cuál el de los santos y demonios?   

A esta altura del suelo

el amor se ofrece en las esquinas.  

¿Qué venden en realidad las prostitutas?

¡Ampáranos señor de la tentación de pensar!

6.

Conquistado el paraíso del verbo

el cielo es fugaz esfera.

Quiero regresar al  jardín de los  geranios,

gozar el olor a tierra fresca  donde  la media tarde  

evapora sueños como vuelo de insectos,

ahí donde el agua es inocente.

Oro es el silencio y lo busco  

mientras el mundo es un circo, loca carcajada  

que desordena el cosmos.

7.

Mi país es el de noble corazón

atado con espinas.  

En los campos amapolas chorrean sangre.

¿Cómo despertar a los dormidos?  

8.

Siento un cansancio de cementerio,

de piedra helada. Estalactitas de humo

hieren la atmósfera del día.

Los frutos de la espiga secándose al sol.

Sus pájaros de polvo vuelan dentro de mí,  

se comen mi savia.

Uno se cansa de ser fantasma entre neblina,

gusano arrastrándose como escoria…

Hombre y  mujer nos soñamos dioses

pero vivimos  anclados  al suelo.

9.

Madrugada de encierro perlada de lluvia,

sin héroes atados a la vida,

invitados al lecho de la muerte

librando guerras internas y colectivas

mientras árboles y pájaros dormitan.  

10.

En la casa de al lado

hay amantes poco silenciosos.  

En el piso de arriba

un bebé despierta buscando alimento.

¿Qué tiempos vendrán  

si amanece y despertamos vivos?

11.

El viento a golpea contra la montaña,

el sol está clavado en el cielo

y el mar es un bosque líquido

perdido entre la inercia de las horas.

Se opaca la ventana,

la humedad impide mirar el paisaje.

Como el tiempo, la poesía se desdibuja

en el salvaje mundo de los hombres:

bombardeo de miedo, llanto entre sombras

recuerda nuestra muerte.

¿Acaso podemos olvidarla?

¿Cómo ignorar el infierno que construimos  

justo ahí donde soñamos el paraíso?

12.

Vivir es morir de tantas formas  

esperando el momento culminante.

¿Cómo atrapar la vida  

y posponer la muerte sin ser dioses?

Cómo aligerar el dolor del inocente

tener fuerza de viento para arrastrar el odio,

la calidez del sol que nutra el alma…

13.

México necesita el trino del cenzontle,  

el brillo de estrellas en larga noche

con sonrisas estremecidas de vida.  

¿Habrá camino de retorno?

Que pese al  dolor continúe la vida,

y la yerba brote verdísima

y el infinito gire con su propia cadencia.

Nosotros hemos de ser instante

relámpago azul de un sueño.

14.

Furioso caballo es el viento

hinchadas sus venas

trepa por las colinas.

Como toro sobre la arena,

se desangra entre dolientes bramidos,   

y a veces,

es colibrí volando sobre espinas.

De las ramas del rosal caen hojas secas,

el invierno es helado roció.  

El día se apaga como fuego consumido.

Muere el aliento de aquella mariposa

que fue pasión.   

Perturbadoras nubes

queman la mirada que las cruza.

Arden leños en el desierto de gris polvo,

mientras el amarillo ocre de la golondrina

vuela buscando un cielo que ahí estaba.

15.

Es mi pueblo granada sangrante,

lágrima de cactus a la deriva del vacío

un grito que rompe la piel.

Ningún amor merece el sacrificio de la carne

si ya sufrió el sacrificio del corazón.

16.

Dunas desdibujan el horizonte

Un día, dejará de doler el mundo.

Será limpio el cielo,

el viento arrastrará la escoria.

El águila remontará hacia el infinito.  

43 vidas y un dolor

 

1.

En días de guerra,

los perros son sacos de huesos

y los hombres, insectos arrastrados

por la fuerza de hoyos negros.

Hay noticias de gente buena

masacrada por el odio y la estupidez

de resentidos o ambiciosos.  

La muerte cosecha vidas…

Hienas ríen alrededor de los caídos,  

2.

El aire y la mañana con sus nubes frías

forman dunas que el tiempo desvanece

los poetas edifican ciudades en su pecho,

unen sus cantos desde las páginas de un libro

cantando salmos para disolver la bruma  

aunque punzantes remolinos los habiten.

3.

Pétalos forman ríos de muerte sobre el suelo.

Los verdugos rodeados de moscas

llevan el carruaje con la vida,

arrastrando lo que somos o lo que creímos ser…

4.

Como nardos entre nubes

frenéticas palomas surcan el espacio.

Manantial de sal en los ojos del mundo

fluye como poema que brota.

¿Cómo creer en promesas

si no está el hijo que era futuro?

Arde el corazón,  deja yerma la tierra y el cuerpo.

Que no engañe el fauno:  

no es un niño empalagado de leche,

parece duro pero se rompe

igual que cristal azotado por la piedra.

5.

Los estudiantes de Ayotzinapa

y de Tlatelolco y del 71, ¿dónde están?

¿Acaso quieren convencernos

que los desaparecidos

son cartas consumidas por el fuego?

Ellos y nosotros, 43 o millones

también soñamos con asaltar el paraíso.  

6.

Con fuerza de huracán y ardor de sol,

el odio en los perros del sistema se avivó.

Gritos de jóvenes encendieron antorchas,

son realistas pidiendo lo imposible.  

Los estudiantes de Ayotzinapa

y de Tlatelolco y del 71, ¿Dónde están?

¡Aquí! ¡Ellos somos todos!

Sí,  ¡lloremos su ausencia,  pero

también llenemos su vacío!

¡Que la poesía vuelva a la calle,

que la imaginación retome el poder!  

Sonó en el cielo un bramido

Sonó en el cielo un bramido,

abrió calabozos de retorcidas puertas

porque han vuelto a morir mis muertos.  

Hay soledades en prisiones personales

y dolores que se lloran entre todos.

Hay sufrimiento que ensucia  

casas, calles, templos y cárceles.

Hay padres que no educan a sus hijos,  

y otros que los lloran.

Saben que están en algún lado

quizá sólo en su recuerdo.

Son como fruto

que un día se cae del árbol

y alimenta a los gusanos.

Así somos a veces…

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