¿Será que la muerte sin conocerla
la imaginamos sucia?
Para algunos, la poesía en esencia, es darle temporalidad a lo efímero e intentar aferrar lo inasible de las cosas sucediendo.
Bajo esta definición, podemos afirmar que la voz que materializa este libro logra tejer, con intensidad ante los ojos del lector, un agudo imaginario capaz de modelar la forma misma del proceso de finitud y disolución que este enérgico hablante, y sus —dosis de corriente alterna—, nos permite enfocar con nitidez; pero manteniéndose a una cauta distancia de cualquier reflexión temática, trascendente o conceptual. Haciéndonos en cambio, palpar el misterio y la textura exacta de una opacidad que desciende hacia aquello inevitable pero a la vez excitante y azaroso, lleno de tantas “heridas emocionantes«; más, que pretender atribuir propósito o conclusión a lo que esta entropía, este deshielo inevitable y este diario suceder, pudieran tener como desenlace.
Todas son fronteras artificiales
Estamos en un borde, en un horizonte de sucesos
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Tomar la única llave
Acertar con la única puerta
Entropía sucia, la reciente publicación de Juan Ariel Zúñiga (Chile, 1963), aborda el vehículo de la escritura, ya desde su título, seleccionando un lenguaje o nomenclatura que incorpora términos técnicos y elementos asociados a la ciencia, a lo cosmológico, atómico y molecular, desplegándolos geográficamente de manera certera y sutil a lo largo de todo el texto; tal vez a modo de constante expresivo o de recordatorio —pero alguien tiene que limpiar el cuarto y borrar las huellas //Estás demasiado cerca para escuchar— Todo ello, siempre en función de la experiencia estética y vital:
Algo en el fondo de las horas se niega a recordar // Hay ecuaciones y dibujos obscenos en la pared del baño tapados con varias capas de pintura tres generaciones al menos, negando la verdad // Recuerda todo, luego quémalo al amanecer
Con esta panoplia de herramientas “aparentes”, Zúñiga logra pasar por encima de sus contenidos y saberes previos —en tanto su valor como container de conocimientos— quitándoles toda anterioridad, para luego transformarlos hábilmente en signos autónomos con peso propio; en formas que asumen y reciclan su rotunda materialidad simbólica.
No ideas, sino voluntad: intuiciones que hablan y ágiles densidades que se mueven dejándose ver; pero incapaces de entregar alguna respuesta:
Ningún árbol ha escuchado tu nombre y las nubes que te siguen no conocen tu idioma
(…)
Los árboles no te conocen Pero alguien te trajo aquí.
El transcurso en sí, es la tensión de este libro, su metáfora; el tiempo como objeto trazado pero inestable, un flujo por ese trayecto de una sola vía, esa que siempre espera ser habitada: “y esa será la edad que tendrás para siempre”
Miro por la ventana del hotel, la luz del final del verano que apacigua la habitación, donde ahora solo vivirán flores de plástico.
Dejando ya claro la pertinencia, y pertenencia, de los elementos o materiales de construcción antes mencionados; podemos afirmar con certeza, que la lectura de Entropía sucia significa involucrarse en un crimen no resuelto, lo que implica cometer una mirada subjetiva que enfoca desde esos hoteles lejanos no arrepentidos en donde esperamos; en absoluto movimiento, cuando Los amigos se van, alguien los espera/ en la espesura de la noche. Durante ese único latido continuo en que solo se habla un idioma, donde “Todo es tan frágil y lleno de uno mismo”.
Entonces, dentro de esta habitación cerrada, desde este jardín privado abierto a todos, la poesía parece ser el Personal de Limpieza que viene cada mañana a agitar las sábanas, que lucha contra la gravedad y nos abre una ventana haciéndonos levantar los ojos, pero que al mismo tiempo no nos deja olvidar que somos “Partículas elementales congelándose sucesivamente”. Mientras también nos advierte, al oído, que a veces nadie responde del otro lado; porque quizás “Todo poema /No es más que un pequeño esfuerzo contra la muerte”, y como define con categórica lucidez el poema Antepalabras:
La poesía no significa, sólo se manifiesta y detiene la descomposición de las cosas
Santiago, Chile, marzo de 2022
POEMAS ESCOGIDOS
HOTELES LEJANOS
No sabemos decir te quiero en otros idiomas y solo dormimos tranquilos en hoteles lejanos Me desperté, llorabas y no supe más que abrigarte con gasas quirúrgicas Como si fueras mi víctima De alguna manera también fuiste de la idea y se nos arrancó el toro por el campo Sabíamos que nos arrepentiríamos Apenas podemos pagar el alquiler, ya tenemos tres chicos; la descomposición de siempre, más Acá no hay justicia que valga las cruces llegan hasta el horizonte y se doblan Me gustaría ser yo, pero es tu cuerpo Ya no se puede salvar esta distancia Reviso nuestras imágenes, en una edición veloz no hay ninguna flor mancillada, hasta ahora Mientras hipnotizado dejo mi mano en tu vientre y al fin dejas de sangrar Ya no sabremos decir te quiero ni en nuestra propia lengua No paras de llorar y yo también lo haría pero alguien tiene que limpiar el cuarto y borrar las huellas Te amo más que nunca, se me hace imposible decirlo Veo tu rostro ahí y mis ojos Que bella hubiera sido esa mañana todos juntos en el río Miro por la ventana del hotel, la luz del final del verano que apacigua la habitación, donde ahora solo vivirán flores de plástico.
JUEGOS SALVAJES
Se habla tan poco del horror de la doble vida, de la sangre después del crimen del hermano loco gritando en la azotea Todo este blanqueamiento, esta disociación lejos de alumbrar, rodea, sospecha: ¿Será que la muerte sin conocerla la imaginamos sucia? Supongamos a un monje sentado frente a una montaña y a la nieve cubriendo el lago ¿Habrá una serpiente allí? Una cobra que nos hipnotiza a todos: al volcán, a la nieve, al monje, al observador y nos deja sin mirar totalidades, cíclopes ensimismados, sin el conocer original El cosmos no son solo estrellas La materia oscura es casi todo lo demás Y a nosotros dale con la luz, las ecuaciones y la certeza Todas son fronteras artificiales Estamos en un borde, en un horizonte de sucesos La insistencia en la resurrección, es un discurso alegre carente de simbología En las líneas de la mano y en el cielo abierto andamos siempre buscándonos negando nuestro único final Así nació la idea de los dioses y su limbo frenético Nadie nos prepara para la vida, la celebración y la adversidad Entropía, que deberíamos aprender desde niños Así no dolería tanto la diáspora y la carencia Sal y agua de nuestros días salvajes.
RECOLECTORES
Ningún árbol ha escuchado tu nombre y las nubes que te siguen no conocen tu idioma Cantas los romances del aire la descomposición del tiempo, la luz fracturada Pero ellos no te saben descifrar Alguien te trajo aquí a leer la inmensidad a veces, a decir solo lo correcto Todo el resto es una ausencia interminable La mitad de las palabras no tienen sentido y pierden jóvenes su belleza Dejarás prendida la luz del mundo con la esperanza de la resurrección de un verano y de poder elegir el día celeste Pocas horas quedan ya para el viaje Algunos restos que deja el tiempo en la orilla No somos más que recolectores de palabras que envejecen de cortas imágenes de una juventud esquiva de algún dolor de cárcel y azules hospitales. Nuevas oraciones que nacen en esa desesperación Es más sincero el hombre en su caída Los muros retienen su dolor y son los últimos terapeutas que nos escucharán Las nubes no saben descifrar tus versos Los árboles no te conocen Pero alguien te trajo aquí.
VARIANTES HELICOIDALES
Si te atreves a vivir un sueño ajeno, aguanta el castigo, de fantasmas que no sabes combatir Si existen otros caminos al otro lado de la cuidad no serán tus rutas, no tendrán tu respiración de sofocado verano Algo está pasando en estos días finales fuera de tu alcance y sin la música que te suele apaciguar Algo que solo los lagartos perciben Algún vestigio cifrado, que muestra el lugar de donde vienen los antiguos seres Una infra-señal en los radares Un síntoma distinto a tu pasado ribonuclear Hay algo extraño en el aire, que no logras descifrar Así que mejor tus réplicas, las propias variantes helicoidales Ahora vale la pena, transmutar tus viejas obsesiones por frescas gotas de poesía líquida Y no quedarte ahí mirando sueños ajenos, sangre de otros muertos.
ECUACIONES
Esa casa que al entrar o salir tenía el mismo silencio Esos árboles que tu abuelo plantó hace noventa años La lluvia oceánica sobre las ventanas Ese resplandor adentro de ti mismo Las calles laberínticas y rojas El deseo impermeable como el aceite de las noches Aquel muchacho infectado por el aguardiente Ese gris pegajoso en las paredes y en el aire una serie de ecuaciones sin terminar rayadas sobre la muralla del baño Todos mis fantasmas reunidos: que inútiles me parecen ahora.
Juan Ariel Zúñiga (Chile, 1963). Ha publicado Hallazgo de musas en 1981 y Ríos sin
memoria en 1991. Fue fundador del Grupo de Creación Literaria Lilith, que proponía el
desarrollo del Realismo Simbólico en el habitar urbano.