Blanco Móvil se complace en presentar 10 poemas de Indran Amirthanayagam que se irán publicando durante este mes en nuestra revista, sin embargo merece su trabajo y su colaboración una introducción.
No es frecuente encontrarnos con un hombre de letras en esencia planetario, como es en efecto Indran Amirthanayagam, autor del poemario Ventana azul. No es exagerador decir esto, y resulta más bien algo ineludible si es que hablamos de él. De su natal y recóndita Sri Lanka ha pasado a afincarse en nuestro continente, donde ha asumido el español y el inglés para expresarse literariamente. En esta oportunidad nos toca leer en nuestro idioma a un escritor del siglo XXI -según él se distingue-, y parece que leyéramos a un nativo hispanoamericano. Allí la pluma de Indran prácticamente desmenuza la realidad visible, y al hacerlo con tal porfía el hablante poético se torna en un componente más de ese entorno rutinario. Es decir, de su lado archioscuro. Y en medio de las tinieblas estilísticas, nos topamos con algunos aspectos recurrentes, cuyo conjunto constituye la columna vertebral de estas páginas. En primer término, el amor -como siempre ocurre-; luego la conciencia del acto poético, que es un tópico frecuente en la poesía hispanoamericana; y, en fin, el humor negro, probablemente heredado de modo indirecto de los surrealistas. No por mero capricho sino dictado por nuestro reino interior, decimos que el poema «Renacer» es el texto que nos gusta infinitamente, claro está, por sus ecos metafísicos.
Carlos Germán Belli
Desde la extranjería de una lengua, Indran Amirthanayagam le ha entregado a esa lengua no solo un libro magistral, Ventana azul, sino que un poema, “Ilusión”, que se encuentra entre los más conmovedores poemas de amor de la historia del castellano.
Raul Zurita
He aquí la leyenda impura de felicidad y la tristeza discursiva de toda pasión amorosa hacia la finitud. También la invención del amor en el propio cuerpo de la escritura como un acto de resistencia a la duración y el tiempo de los verbos de promesa. Palabras del encantamiento y la seducción que se convierten en un luminoso entusiasmo, en la intimidad civil del poema como un lugar idóneo para el milagro y las revelaciones. Son las presencias persuasivas de la memoria de lo amado las que se personalizan en la intensa experiencia de estos poemas, la paradójica soledad de sus múltiples voces discursivas, lo escrito como un espacio definitivo para la celebración y los duelos, el placer y el juego amoroso. Indran Amirthanayagam ha escrito un libro persuasivamente hermoso y anhelante, regido por el deseo, por la voz de los amantes como alimento del corazón turbado, poemas fronterizos con el daño y la felicidad, purificados por la inocencia y la misma conducta misteriosa que guía a los seres que cantan y a los astros que gobiernan la noche. Un habla donde la vida puede más que la historia, una emocionante biografía de lo vehemente como única pasión decible de los dialectos de amor. Un gran relato imaginario que da continuidad al mito, y que en su mestizaje con la mejor poesía contemporánea amplia la zona de los significados del porvenir, la intuitiva y desafiante tarea de las representaciones simbólicas. Delicadamente irónico, radicalmente sensible, Ventana azul arriesga una nueva manera de sentir, de amar y de desobedecer a la melancolía. Cuerpos como ciudades, recorridos hasta el límite de su materia invisible con esa inalterable pasión que ya solo pertenece al enamorado solar y al profeta laico, o sea, al poeta de viaje por el silencio y el sueño.
Juan Carlos Mestre
Este es, sin duda, el mejor libro de poesía que haz escrito.
A pesar de que sigues cargado de tristeza y de nostalgia, la
belleza no se oculta, además de que te haz provisto de una
persona que habla y escribe el español a la perfección.
Te felicito por tu persistencia en el género romántico y por
seguir hablando del amor como cuando eras 40 años más
joven.
Alfonso Elizondo
Lo más persuasivo de Amirthanayagam es hacernos tomar sus espejismos por propios e invitarnos a jugar con ellos. Lo más hondo, atravesar alguno de sus atajos y salir al otro lado puros, como si recién estuviésemos por nacer.