Por Maximiliano Cid del Prado
Veo tu desnudez como un océano abierto
donde el sol se clava en la materia
en una costra de luz sobre el azul que arde.
¿Sabrá el mar en su infinito tiempo
el número de todos los seres
que se amaron en sus aguas?
O esta perfecta progresión de números
que va de la primera estrella que brilló en la oscuridad
hasta esa gigante y soberbia
que nos da la vida
y se alegra cuando nos encuentra amándonos
en esta innumerable sal de calcio
que te hace brillar como una estrella muerta
orbitando en la costa.